46. El camino correcto

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Las rápidas manos de Joseph le levantaron el colorido vestido que llevaba puesto y escarbaron en su trasero con habilidad. Nada adoraba más que ese empinado trasero de piel suave y adictiva. La boca se le repletó de saliva conforme sus manos descubrieron su espalda y acomodaron el vestido por sus hombros, ajustando la prenda para brindarle la vista perfecta de su cuerpo.

Suspiró satisfecho cuando la tuvo casi desnuda ante sus ojos y aunque moría por tenerla y llenarla de su esencia, existían cosas más importantes en ella que el anhelaba descubrir.

Su boca se acercó a su columna vertebral y aunque quiso besarla lentamente y disfrutar de su perfume y finura, le rozó la lengua cargada de saliva desde la espalda baja hasta el centro de los omoplatos, donde Lexy apretó los brazos y el hombre se vio forzado a dedicarle un tenue mordisco al hueso sobresaliente que se imprimió en su piel.

En respuesta al mordisco, la joven gimió y se ahogó con un hipo y la cosa prendió con tanta fuerza como el primer día. La chispa que los guiaba explotaba a la velocidad de la luz y bastaba una mirada para que la tensión que crecía entre ellos se descontrolara.

Su boca descendió por toda su espalda, recorriendo con un camino de besos toda piel que no había degustado antes. Sus labios lo guiaron hasta su nuca y besó aquel hueco con tanto deleite que le muchacha se retorció bajo su cuerpo, apretando el borde del mesón americano con fuerza y desesperación, todo en una rica mezcla qué la hacía perder el control.

Se levantó desde el mesón con un lento movimiento, mareada y atolondrada; seguía sintiendo un sinfín de escalofríos bajo la piel y la entrepierna tan húmeda que no quiso perder el tiempo.

Comenzó a desvestirse ante los oscuros ojos de Storni sin nada de vergüenza y por algunos segundos, anheló creer que aún era virgen.

Quiso creérselo, aspiró pensar que Joseph iba a ser el primer hombre verdadero que entraba en su vida, a su cuerpo y que la tomaba justo como se lo merecía.

Los ojos se le llenaron de lágrimas al recordar el momento preciso en el que había entregada su virginidad —y casi por obligación— a un hombre que solo le había succionado la vida, le había cortado las alas y destruido la autoestima como cuando pisamos a una araña intrusa que invade nuestros hogares.

—¡Hey! —jadeó Joseph y se movió desde el lugar en que esperaba, alarmado de verla así, temblando y con los ojos humedecidos—. ¿Te hice sentir mal?

—No-no —titubeó ella y se metió entre sus brazos, esos que se acercaron a recibirla con calidez. Demasiada para ser real—. Me acordé de algunas cosas tontas.

—No, preciosa, no te acuerdes de cosas que no te hacen bien, por favor —suplicó y dobló las rodillas para quedar a su altura, para mirarla a los ojos y rogarle por una sonrisa, esas que le alumbraban todo el fututo—. Dime qué quieres que haga para que me regales una sonrisa —requirió él, acariciándole las mejillas con los pulgares y secándole las lágrimas sin llanto que escurrían por sus mejillas sonrosadas.

Lexy lo miró con grandes ojos y parpadeó incrédula un par de veces. Se avergonzó por las locas idas que se le venían a la cabeza y aunque estaba segura de que su petición era descabellada y media maniática, se atrevió, porque no había nadie más en el mundo que la hiciera sentir segura y en confianza como lo hacia él.

—Te conté la otra vez que perdí mi virginidad casi por obligación y fue en una situación muy parecida a esta —narró y miró a su alrededor—. Estaba preparando comida para alegrar la fiesta en casa de mis padres cuando Esteban me invadió en la cocina. Se puso cachondo de la nada y me obligó subir a mi cuarto...

—¿Te obligó? —preguntó Joseph y tuvo que empuñar las manos de rabia para no lanzar la mesa lejos y crear un tenso ambiente—. ¿Te hizo daño?

—No-no del modo físico —contestó ella, iniciando con titubeos, pero acabando con seguridad—: Sí del otro modo. —Se quedó cabizbaja—. Bueno, me hizo daño de los dos modos. Cuando... Cuando tuvimos ese primer roce —recordó— me dolió muchísimo.

Siempre míaWhere stories live. Discover now