32. Juegos y expuestos

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Joseph le explicó a Lexy que debía reunirse con el Señor Bustamante antes de dar pie al desayuno y a la primera reunión del encuentro y la muchacha entendió sus palabras sin mucho esfuerzo, también fue comprensiva y muy simpática.

Joseph no pudo evitar compararla con Laura, su antigua y muy egoísta exnovia y percibió de inmediato en que la joven que tenía frente a él con una amplia sonrisa y un brillo especial en los ojos no tenía pizca de egoísmo en su alma. Era tan pura que el hombre se quedó maravillado y embelesado por su buena disposición y tuvo que besarla infinitas veces antes de marcharse, como si así se fuera a llevar un pedacito de ella durante todo el agitado día que tenía por delante.

Le explicó que se reunirían durante la reunión para trabajar y le pidió con dulzura que charlara con los demás empleados con normalidad, así se mantendría distraída y no aburrida.

A Lexy no se le daban muy bien las charlas con otras personas y siempre le dificultaba llegar a otros. De seguro era su carencia de experiencias divertidas, su poco entusiasmo ante la vida y su desabrido cabello que la opacaban entre el resto de las personas.

Pero ese día fue muy diferente y Lexy se vio rodeada de jovencitas practicantes que venían de todas partes del país para encontrarse en aquella convocatoria semestral que la empresa organizaba.

Charló despreocupada durante el desayuno y solo se vio superada cuando Anne Fave se sentó a su lado con lentitud, riéndose de las bromas de Marianela, otra joven practicante.

—Que delicioso tu perfume —siseó la mujer a su lado y se inclinó por encima de su hombro para olerle el cuello.

La joven se paralizó ante su cercanía y se le metieron por la nariz todos los aromas de la elegante Anne Fave. Coco, vainilla y flores. Un trio de aromas que la cautivaron, de seguro como ocurría con todos los hombres que la perseguían con la mirada.

—¿No vas a compartirme el nombre de tu perfume? —insistió y Lexy la miró con horror. ¿Qué se suponía que debía decirle? —. ¡Oh, vamos, prometo no copiarlo, solo es curiosidad!

—No uso perfume —respondió ella, temblando.

—¿Es un jabón frutal? —molestó otra vez, intentando encontrar una respuesta para su curiosa nariz.

—No-no —titubeó Lexy y se removió inquieta en la silla.

—¡Ya sé! —protestó Anne y la miró con felicidad—. ¡Es un jabón de mango y me encanta! —se alegró y Lexy se sonrojó—. Dime donde lo consigues por favor, es delicioso.

Lexy suspiró y las mejillas le quemaron con más fuerza cuando ante ella, Joseph apareció caminando despreocupado, con las manos en los bolsillos y una actitud relajada que la obligó a seguirlo con la mirada.

Era imposible no hacerlo.

Algunas jovencitas cuchichearon, pero por más que anheló, no pudo oír nada.

—No es un jabón, es mango —especificó sin vergüenza y miró a Anne con grandes ojos, quien cambió su posición en la silla para negar con la cabeza, dándole a entender que no tenía idea de lo que hablaba—. Comí mango esta mañana y terminé haciéndome un masaje en el cuerpo con la pulpa —mintió y su corazón se aceleró cuando recordó todo lo vivido en la mañana bajo el cuerpo de Joseph—. Es nutritivo y deja la piel muy suave.

—Vaya, que interesante —respondió Anne y miró también a Joseph, quien se acomodó en una distante mesa—. ¿Y qué harás en la tarde?

—¿Yo? —cuestionó Lexy, media confundida.

¿Le estaba hablando a ella? ¡Eso estaba de locos!

—Sí, despeinada, tu... —burló y Lexy se ordenó el cabello con los dedos con prisa, metiéndoselo detrás de la oreja como siempre—. Vamos, las otras nenas son aburridas, tu pareces interesante... hasta misteriosa —musitó y la miró con una aguijoneara sonrisa.

Siempre míaWhere stories live. Discover now