51. Tres cosas

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El lunes en la mañana Joseph llevó a Lexy a la nueva sucursal en la que iba a trabajar y tras presentarla con todos los colaboradores del lugar, el hombre atendió y resolvió algunos problemas internos.

Cinthya Ocaranza le dio el recibimiento al departamento de Relaciones públicas cuando Joseph se separó de ella y le mostró su nuevo despacho y el material que tenía a su favor para trabajar y estudiar.

Lexy se mantuvo sonriente toda la mañana y aunque una pequeña crisis de hipocondría la invadió cuando Joseph se despidió de ella a la distancia, se tuvo que mantener enérgica y estable para no parecer tan debilucha.

Al mediodía apareció Anne Fave, lista para orientarla y capacitarla, y aunque Lexy sí esperaba una pelea de gritos y arañazos, la mujer se comportó tal cual Joseph había anticipado antes: tranquila, divertida y con la mente fría.

—¿Te gusta tu nueva oficina? —preguntó Anne, cogiendo una engrapadora para acomodarla en otro cajón, ayudando a Lexy a organizar sus pertenencias.

—Es perfecta —contestó ella con sinceridad y entre sus manos arrugó el papel blanco con el que estaba limpiando.

—No es necesario que limpies, hay una persona que se encarga de eso —siseó Anne, mirándola con curiosidad.

—Debe estar ocupada —respondió Lexy, acomodando la pantalla de su computador de escritorio y el teclado frente al mismo—. No quiero molestar —añadió después, sonriente.

Anne miró a Lexy por largos segundos y aunque la mujer tenía paciencia para con los nuevos practicantes, necesitaba avanzar a pasos agigantados con Lexy, puesto que se estaba llevando a cabo un importante movimiento de personal y la muchacha requería de una introducción certera y rápida.

—Ya siéntate, niña, tenemos que hablar —pidió después la mujer, cuando sintió que la cosa se estaba alargando demasiado.

Lexy temió por su brusca actitud, pero obedeció cuando Anne se sentó en una de las sillas libres frente a ella y acomodó los pies en el diván que estaba al frente, adoptando una actitud relajada.

—Para que nos evitemos problemas, voy a ser clara desde ya, ¿vale? —abordó y Lexy asintió conforme, tratando de mantenerse tranquila en su posición—. Vida privada y vida laboral son dos cosas diferentes. No porque eres la novia del jefe zonal, tienes más derechos que el resto.

—Eso lo tengo claro.

—Llegamos a la hora aquí, nada de atrasos o excusas por tu falta de responsabilidad. Tu nuevo horario dice que te puedes ir a las tres, pero si hay trabajo pendiente...

—Me voy a quedar cada vez que sea necesario, Anne; voy a quedarme hasta el final —aseguró Lexy, interrumpiéndola.

Anne le dedicó una sonrisa que iluminó todo su maduro rostro.

—Bien, Lexy. Así como fácil llega, fácil se va. Así que debes trabajar y esforzarte para demostrar porqué mereces este puesto —aligeró la mujer, mostrándole su lado más dulce—. El ochenta por ciento de esta empresa se formó con practicantes, ésta es tu oportunidad para trabajar en lo que te gusta, estudiar, viajar y tener un puesto laboral fijo hasta que jubiles.

—Sí —afirmó Lexy, siguiendo sus palabras y grabándoselas bien entre ceja y ceja.

—Ahora, dime... ¿cuándo te vas a matricular para terminar tu carrera?

—Lo más pronto posible.

—No me sirve esa respuesta.

—Voy a llamar a la universidad y ver sí...

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