37. Traición

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Luka fue trasladado de emergencia al hospital, Marissa no podía creer lo que estaba sucediendo, estaba muy alterada, sólo quería permanecer al lado de Luka. 

—Hija, sé como te sientes—le dijo Fernando—, pero no puedes estar aquí, tu hija te necesita y debes ir con ella.

—No quiero irme hasta saber que Luka va a estar bien.

—Por favor, tienes que hacerme caso—le insistió Fernando—. Te prometo que en cuanto tenga noticias te llamaré para que estés al tanto de todo, por ahora no tiene caso que te quedes aquí, vas a estar peor.

Pese a que se mantenía aferrada a quedarse allí, a Marissa no le quedó otra opción más que irse, no podría estar tranquila pero la pequeña Nora la necesitaba.

Gabriel se ofreció a llevarla de regreso. 

Cuando llegó, Marissa les contó a Kendra y a Dafne lo que había ocurrido con Luka.

—¡Oh no, no puede ser!—dijo Kendra.

—Mi papá me dijo que me llamará en cuanto tengan noticias de él, pero tengo mucho miedo—dijo Marissa tomando a su hija en brazos.

—Todo va a salir bien—dijo Dafne.


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Mientras tanto, en casa de los Munive, una tragedia estaba por suceder.

—Gema ni siquiera se ha aparecido por aquí—dijo Úrsula mientras tomaba su desayuno.

—Si se va de la casa por mí mejor—dijo Adrián—, eso sí, que luego no venga a pedirnos dinero. Por cierto, ¿hasta ahora te preocupas por tu hija?

—No empieces, Adrián.

—Sabes que tú eres la causante de todo esto, lo único que vas a lograr es quedarte sola.

—Eso ya lo veremos—dijo Úrsula desafiante.

En ese momento, uno de los empleados interrumpió la escena.

—Disculpe señora Úrsula, la buscan unos hombres.

—¿Y para qué?

—No sé pero es urgente.

—Que pasen.

Unos oficiales entraron a la casa.

—Disculpe señora, ¿es usted madre de la señorita Gema Munive?

—Sí, soy yo, ¿qué pasa?

—Su hija sufrió un accidente automovilístico en la autovía del norte, lamento informarle que fue encontrada sin vida.

—¿¡Pero qué está diciendo!?—exclamó Úrsula, sintió que no podía mantenerse en pie.

—Necesitamos que nos acompañe para reconocer el cuerpo.

—¡No no, es que no puede ser!—dijo Adrián—,debe haber un error.

—Lo sentimos mucho—dijo el oficial.

Fabián se acercó también para ver lo que estaba pasando, y tampoco podía dar crédito a la noticia. 

Úrsula lloraba de dolor y remordimiento, se sentía tan culpable y ya no podía pedirle perdón a su hija.

Cuando llegaron a la clínica médico forense, Úrsula no se sentía con el valor de ver a Gema.

—Ahora sí lloras ¿verdad?—dijo Adrián con dolor en sus palabras—, espero que seas capaz de pedirle perdón.

Para toda la vida || Luka ModrićWhere stories live. Discover now