20. Desprecio

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Marissa simplemente empezó a caminar sin ningún rumbo, se sentía fatal y pensó que en cualquier momento se podría desmayar. Lo único que se le ocurrió hacer fue tomar su celular y marcarle a Kendra. 

—¿Marissa? ¿pasa algo?— preguntó Kendra al otro lado de la línea.

—¿Puedes... puedes venir por favor? necesito verte— cada palabra se le dificultaba cada vez más articularla, su voz se quebró de pronto.

—Claro, ¿dónde estás?

—Cerca de mi casa, te mando la ubicación— dijo Marissa con esfuerzo y sin decir más colgó.

Kendra estaba preocupada, era evidente que algo malo pasaba, pues había escuchado a su amiga muy mal.

—Pedro, ¿puedo pedirte un favor?— preguntó Kendra.

—Claro, ¿de qué se trata?

—Sólo que atiendas estas llamadas, necesito salir en este momento— explicó Kendra.

—De acuerdo. 

Kendra se fue de allí, aunque Pedro quedó intrigado, no parecía que todo estuviera bien con Marissa, aún así regresó a su trabajo.

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Kendra llegó rápidamente a donde estaba Marissa, la encontró sentada en una banca y con los ojos hinchados.

—Por dios, ¿qué pasó? ¿estás bien?— preguntó Kendra acercándose.

—Tengo que decirte algo— dijo Marissa con dificultad— algo que acabo de descubrir.

—Respira, respira, dímelo con calma— le dijo Kendra.

—Mi mamá me engañó— sollozó ella— nos engañó a todos... mi papá... Fernando...¡no soy su hija!

—¿¡Qué!?— exclamó Kendra muy sorprendida, Marissa rompió en llanto, Kendra la abrazó y en cuanto pudo calmarse siguió contándole.

—Escuché a esa señora decírselo a alguien por teléfono. ¿Te das cuenta, Kendra? ¡mi vida es un desastre!

—No digas eso, mira, sé que no es fácil lo que estás viviendo, vas a necesitar tiempo.

—Para mí esa mujer dejó de ser mi madre, le diré que lo sé todo y que se olvide que tiene una hija.

—¿Estás segura?— preguntó Kendra—, y a tu papá, ¿le dirás la verdad? digo, aunque no sea tu papá biológico pero él te crió.

—Eso es lo que me da miedo, no quiero decírselo pero Rebeca es capaz de querer hacerle daño con eso.

Kendra le dio la razón, la verdad no sabía cómo reconfortar a su amiga. 

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Por su parte, Luka después de muchos intentos había conseguido un trabajo en otra empresa, no era el mejor puesto pero lo necesitaba, no quería que lo que su madre les había dejado se acabara muy pronto.

Afortunadamente en cuanto entró a trabajar fue bien recibido, especialmente por una chica llamada Erika, quien lo ayudó a instalarse. 

—Muchas gracias por ayudarme... ¿Erika, verdad?—dijo Luka.

—Sí, así es. Y descuida, espero que te agrade trabajar aquí.

Por su parte, Jonathan, el hermano de Danilo, había buscado en ese mismo lugar una oportunidad de trabajo, ya que sus planes habían cambiado porque no había tenido éxito anteriormente en los sitios en los que antes había ido.

Para toda la vida || Luka ModrićWhere stories live. Discover now