Capítulo 15

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Narrador omnisciente

La respuesta del espadachín tomó por sorpresa al rubio, quien se quedó momentáneamente sin palabras ante aquella declaración. Sus mejillas se tiñeron de un leve rubor mientras intentaba procesar lo que acababa de escuchar. Por un momento, su mente se quedó en blanco, incapaz de formular una respuesta coherente.

El peliverde observó al cocinero con una mezcla de expectativa y nerviosismo. Había sido valiente al expresar sus sentimientos de esa manera, y ahora esperaba ansiosamente la reacción del otro. Sin embargo, la tensión en el aire era palpable, y se preguntaba si tal vez había sido demasiado precipitado al decirle eso al cocinero.

Después de unos segundos que parecieron una eternidad, el rubio finalmente encontró su voz, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos.

-¿En serio lo crees? -preguntó nervioso, mirando fijamente al espadachín con una mezcla de incredulidad y emoción en sus ojos-

El peliverde asintió con determinación, manteniendo su mirada clavada en la del cocinero a pesar de sus nervios.

-Claro que sí, Cejitas. Eres mucho más importante para mí de lo que puedas imaginar, lamento no haberme dado cuenta antes. -respondió con sinceridad, dejando que sus palabras resonaran en el aire entre ellos-

El corazón del rubio comenzó a latir con fuerza en su pecho, y una oleada de calor se extendió por todo su cuerpo ante las palabras del espadachín. La emoción lo abrumó, sus ojos brillaban con intensidad.

-Zoro... -murmuró el cocinero, sin encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que estaba sintiendo en ese momento-

Pero antes de que pudiera decir algo más, el peliverde se acercó y con ternura tomó el rostro del rubio entre sus manos. El contacto fue cálido y reconfortante, el rubio sintió como si el mundo se detuviera a su alrededor mientras se perdía en los profundos ojos del espadachín.

Por fin tenían un momento a solas después de lo que había pasado en la mañana, así que el espadachín no pensaba desaprovechar esa oportunidad.

Con un nudo en la garganta debido a los nervios, el rubio observó al peliverde acercarse lentamente. Con la mirada, el espadachín preguntaba si podía hacer más que solo tocar su suave rostro.

Cuando el espadachín estuvo lo suficientemente cerca, el rubio apenas pudo asentir con la cabeza antes de cerrar los ojos y dejarse llevar por el dulce roce de los labios del otro contra los suyos.

El beso fue más largo y profundo, a diferencia del primer encuentro entre sus bocas provocado por el cocinero. Una mezcla de ternura y pasión los envolvió por completo, los labios del espadachín se movían con suavidad y delicadeza sobre los del rubio, explorando cada rincón con entrega.

El cocinero, sintiendo como el otro acariciaba su cabello, respondió al beso con la misma intensidad, dejando que todas sus barreras se desvanecieran en ese momento de conexión pura y sincera. Sus manos se aferraron con delicadeza a los hombros del espadachín, como si temieran perderse en el éxtasis de aquellos instantes fugaces pero eternos.

Cuando finalmente se separaron, el rubio abrió los ojos lentamente, encontrándose con la mirada cálida y llena de amor del peliverde. Una sonrisa tímida y radiante se formó en los labios del rubio, reflejando la felicidad y la paz que inundaban su corazón en ese momento.

-Zoro... -susurró el cocinero- Gracias por esto.

-No tienes que agradecerme nada, Cejitas. -respondió con suavidad, su voz llena de calidez y cariño sincero mientras acariciaba la mejilla del rubio con ternura-

La mirada del espadachín se encontró con la del cocinero, perdida en el brillo intenso y reconfortante que emanaba de aquellos hermosos ojos del color del mar. En ese momento, todo lo demás parecía desvanecerse, dejando solo espacio para ellos dos y el vínculo especial que habían formado.

El rubio se acercó un poco más al peliverde, buscando la seguridad y la cercanía que solo el otro podía ofrecerle. Sus corazones latían al unísono, como si estuvieran bailando al compás de una melodía única y eterna.

Los dos permanecieron en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la cercanía del otro, dejando que el eco del beso compartido resonara en el aire a su alrededor. Para el rubio, todo era como un sueño hecho realidad, un sueño que había deseado durante tanto tiempo pero que nunca había creído posible.

La brisa marina jugueteaba con sus cabellos mientras permanecían con sus cuerpos pegados, como si el mundo entero estuviera celebrando su amor recién descubierto.

-Chicos, ¿que están haciendo? -dijo de repente una voz, y al girarse, ambos vieron a Chopper parado frente a ellos, con una expresión de impaciencia en su tierno rostro-

El espadachín y el cocinero se separaron rápidamente, aunque no pudieron evitar que un rubor se extendiera por sus mejillas al ser sorprendidos en ese momento tan íntimo.

-¡Chopper! -exclamó el cocinero, tratando de recuperar la compostura mientras se acomodaba el cabello con nerviosismo- ¿Qué sucede?

-Los estamos esperando para continuar con la competencia. ¡Apresurense! -respondió el pequeño reno con urgencia-

El peliverde y el rubio intercambiaron una mirada rápida, compartiendo una sonrisa cómplice antes de asentir en señal de entendimiento.

-Oh sí, vamos. -dijo el peliverde intentando sonar tranquilo-

El pequeño tomó a ambos de las manos, obligandolos a caminar con él.

-¿Por qué tardaron tanto? -habló el capitán al ver llegar a sus compañeros-

-Ehh, es que hablamos con Ace. -contestó el espadachín intentando sonar convincente, aunque en cierta parte aquello era verdad-

-¡¿Ace?! -exclamó emocionado-

-Sí, dijo que intentó llamarte pero no respondiste. -dijo el peliverde-

-Tonto, dejaste el caracol transmisor descolgado otra vez ¿verdad? -habló molesta la navegante mientras lo golpeaba en la cabeza-

-Ay, perdón. Es que siempre olvido ponerlo bien. -se quejó-

Mientras tanto, en otro rincón del mar Ace y Sabo conversaban, o más bien debatían sobre quien era la persona que había interrumpido la llamada entre el espadachín y el de pecas.

-Apuesto a que era Robin o Nami, no sigas con eso Ace. -dijo Sabo-

-¡No, estoy seguro de que era Sanji! -contestó Ace-

-Bien, como quieras. -dijo con una sonrisa burlona-






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Intruso {ZoSan}Where stories live. Discover now