Capítulo 10

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Narrador omnisciente

La luz del amanecer comenzaba a filtrarse por las ventanas del barco cuando Robin se levantó de su cama en busca de un vaso de agua. Mientras caminaba por el pasillo hacia la cocina, notó un movimiento inusual en la cubierta y se detuvo en seco.

Con sorpresa y emoción, observó desde la sombra como el cocinero y el espadachín conversaban en la cubierta del barco, susurrando palabras que ella no pudo escuchar.

Sus labios se curvaron en una sonrisa, para ella no era una sorpresa que Sanji estuviera enamorado de Zoro, pero, que el espadachín correspondiera a esos sentimientos era casi imposible, pues estaba segura de que al espadachín le gustaba el capitán. Nunca había hablado de eso con él debido a que no eran tan cercanos, pero, su comportamiento dejaba claro sus sentimientos hacia Luffy.

Se preguntaba que hacían aquellos dos juntos a esa hora, deseando que aquel encuentro ayudara a desarrollar una relación más allá del compañerismo o la amistad.

Con la sonrisa aún en los labios, decidió no interrumpir el momento y volver silenciosamente a su habitación, dejando que el destino siguiera su curso.

-Me alegra saber que tú también disfrutaste la pelea, Cejitas. Fuiste muy valiente y demostraste que eres muy fuerte. -soltó mientras sus ojos brillaban con sinceridad y le dedicaba una mirada cálida al rubio, admirando su determinación durante el enfrentamiento-

Parecía que no podía controlar lo que salía de su boca. Al darse cuenta de lo que había dicho se sintió algo avergonzado, pues, el rubio lo observaba con una expresión difícil de descifrar.

Pero, si lo pensaba bien el rubio siempre se comportaba de forma inusual cuando estaban juntos. ¿Por qué no lo pensó antes?, ¿sería posible que Sanji gustara de él? Eso sería totalmente magnífico.

-Muchas gracias. -contestó con una sonrisa tímida mientras sentía sus mejillas arder, por lo cual bajó su rostro- Creo que debería irme a descansar. Ha sido una noche larga, me siento cansado. -se excusó-

El cocinero se encontraba tan nervioso que se sentía incapaz de permanecer ahí un segundo más. No comprendía muy bien lo que estaba pasando, tenía la idea de que el peliverde se había comportado más amable de lo normal con él y eso lo hacía sentir confundido, pero, de cierta forma también emocionado.

-Sí, tienes razón. El sol ya está saliendo, me iré a descansar también. -dijo rascando su nuca, intentando disimular sus nervios-

El rubio asintió con una sonrisa y ambos se miraron por un momento, antes de dirigirse a sus respectivos dormitorios, con sus emociones alborotadas por razones muy similares.

Estando cada uno en su dormitorio, el espadachín y el cocinero se revolvían en sus camas, incapaces de dormir aunque se sentían cansados. El rubio, con el corazón acelerado por el comportamiento del espadachín hace rato, se preguntaba si podría ser posible que sintiera lo mismo por él. La idea lo llenaba de esperanza y emoción, pero también de miedo y ansiedad.

Por otro lado, el peliverde se debatía en un mar de incertidumbre, cuestionandose sobre lo que creía saber sobre él mismo hasta ese momento. Sacó un trozo de papel del cajón de su mesa de noche, era una nota donde había escrito abiertamente sus sentimientos hacia el capitán hacía algunas semanas, pero, ahora que la leía se preguntaba si esos sentimientos aún eran válidos, o si tal vez habían cambiado sin que él se diera cuenta.

Antes de poder reflexionar más, el cansancio lo venció y aquella nota se deslizó de sus manos, cayendo al suelo con un susurro apenas audible.

Más tarde, el espadachín se despertó y decidió esperar al rubio en la cocina, deseando pasar más tiempo con él para aclarar sus sentimientos. Mientras tanto, el cocinero se levantó para preparar el desayuno, aún sintiéndose aturdido por sus pensamientos.

-Me voy a volver loco. -murmuró somnoliento para sí mismo al entrar a la cocina-

El peliverde no pudo contener una pequeña risa ante las palabras del rubio, lo que hizo que el cocinero se ruborizara y notara su presencia.

-¿Zoro?, ¿que haces aquí? -habló dándole la espalda de inmediato, para que el espadachín no pudiera ver sus mejillas sonrojadas-

-Lo siento, no quería asustarte. Te estaba esperando. -confesó-

-¿Esperándome? -preguntó sorprendido-

-Sí, pensé que... tal vez podría hacerte compañía mientras cocinas o incluso podría ayudarte en algo. Claro, solo si tú quieres. -dijo sonriente observando al otro fijamente-

-Sí, me parece bien. -accedió a pesar de sus nervios, no podía negarse a aquella linda sonrisa frente a él-

Ambos se estaban divirtiendo en compañía del otro, el cocinero indicaba al espadachín que hacer y el trataba de realizar bien la indicación, pero, sus habilidades culinarias no eran tan buenas.

-¿Así? -preguntó-

-Debes cortar los trozos un poco más pequeños. -contestó entre pequeñas risas-

-Bien, lo intentaré. -dijo con diversión-

El rubio asintió sonriente, le parecía tierno y divertido lo torpe que era el peliverde en la cocina, incluso para cortar los ingredientes, a pesar de ser un espadachín.

-Oye, ¿puedes hacerme un favor? -habló el peliverde, luego de haber estado en silencio un momento-

-Claro, dime. -contestó el rubio con algo de curiosidad-

-Dejé en mi cuarto mi pañuelo verde y lo necesito para secarme el sudor, ¿podrías traermelo, por favor?

-Está bien, ya regreso. -dijo amable-

El cocinero se dirigió hacia el cuarto del  espadachín y entró, pero mientras buscaba, encontró un pequeño trozo de papel que le llamó la atención, así que lo recogió y decidió leerlo, lo cual fue un grave error.

Al leer las palabras escritas evidentemente por el peliverde en aquella nota, el rubio sintió un dolor punzante en su corazón. Se sintió decepcionado y tonto, porque se había permitido ilusionarse con la idea de que Zoro pudiera corresponder a sus sentimientos, solo para descubrir que sus esperanzas eran en vano.

Regresó a la cocina con lo que el espadachín le había pedido, tratando de ocultar su tristeza detrás de una fachada de normalidad.

-Toma. -logró decir-

-Gracias, Cejitas. -dijo sonriente-

-De nada, supongo. -dijo con voz suave, haciendo que la última palabra pronunciada fuera casi inaudible-

El peliverde notó el cambio en la actitud del cocinero, y algo confundido, decidió preguntar qué le pasaba.

-¿Pasó algo? Estás muy callado. -interrogó con sincera intriga-

-Estoy bien. -respondió seco-

-No lo parece, ¿estás seguro? -insistió preocupado-

-Encontré una nota en tu cuarto, no imaginé que te gustara Luffy. -confesó sin pensar, sintiendo su corazón pesado-

Mierda, olvidé guardar esa tonta nota. O más bien, deshacerme de ella. -pensó el espadachín-

-Sé que somos amigos, siento no habertelo contado. Pero, escribí esa nota hace algún tiempo, mis sentimientos ya no son los mismos ahora. -se disculpó sinceramente, malinterpretando la reacción del rubio como un enojo por no haberle confiado sus sentimientos hacia el capitán-




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Intruso {ZoSan}Where stories live. Discover now