Capítulo 8

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Narrador omnisciente

-¡Ay, eso dolió tonta! -se quejó el capitán-

-¡Nami, ya dejalo! ¡Te hubieras despertado antes si no querías que Luffy te despertara con sus gritos! -soltó sin pensar el espadachín-

-¡Mira quien habla, el que siempre es el último en despertar! ¡Es un milagro que estés despierto ahora! -gritó molesta la navegante-

-Tranquilos chicos, mejor vamos a desayunar. -habló la arqueóloga saliendo de su dormitorio-

-Sí, es muy temprano para pelear ¿no lo creen?. -apoyó el constructor saliendo de la misma habitación que la arqueóloga-

Todos miraron aquello sorprendidos, pero ninguno se atrevió a decir algo.

-¡Sí, yo quiero comer! -dijo emocionado-

-La comida ya está servida en el comedor, capitán. -indicó el cocinero con diversión- Vamos. -dijo sonriente con voz suave, para que únicamente el pelinegro a su lado lo escuchara-

Law asintió con una sonrisa y al igual que los demás, ambos se dirigieron hacia el comedor.

-Oh Law, siéntate aquí. -habló sonriente Luffy al ver entrar al pelinegro, mientras señalaba el asiento vacío a su lado, el cual él mismo se había encargado de apartar-

-Está bien. -fue lo único que pudo decir el pelinegro ante aquello, pues se encontraba muy sorprendido y nervioso-

Law se sentó junto a Luffy, quien se sintió notablemente feliz debido a aquello.

Maldito entrometido, sé que es buena persona pero me enoja tanto que Luffy le de tanta atención. -pensó el peliverde, pues el quería la atencion del capitán solo para él-

Entonces, terminó de comer rápidamente para irse de ahí antes de que sus celos lo hicieran explotar.

-Permiso. -dijo serio levantándose de la mesa-

Sin más, salió del comedor dejando a algunos de sus compañeros un tanto confundidos y desconcertados. Sobretodo al rubio, que se quedó pensativo después de eso. Se preguntaba que le pasaba al peliverde.

-¡Zoro, estás despierto! -dijo el pequeño reno, quien acaba de despertarse y se dirigía hacia el comedor-

-Así es, hoy me desperté temprano. -dijo con una sonrisa forzada, pues su humor no era el mejor después de presenciar la interacción de su capitán con el tonto de Law-

-Sí, iré a comer para poder jugar un rato contigo. -dijo emocionado-

-Esta bien, estaré en mi habitación. -sonrió, esta vez su sonrisa fue genuina-

Chopper asintió para después marcharse y el espadachín se adentró en su respectivo cuarto. Estando ahí, decidió que entrenar lo ayudaría a relajarse y a sentirse mejor.

Por otro lado, en el comedor todos estaban asombrados ante una repentina revelación, incluyendo al francotirador que se acababa de unir a ellos.

-¡¿Qué?! -dijeron todos en unísono-

-Lo que oyeron, Robin y yo estamos juntos. -dijo con tranquilidad el constructor-

-¡No lo puedo creer! -exclamó el reno-

-Ni yo. -habló el rubio-

-Yo tampoco, pero si eso los hace felices está bien para mí. -dijo el capitán y dió un mordisco a su comida-

-Felicidades. -habló el pelinegro-

-¡Sí, felicidades! -dijo emocionada la pelinaranja-

-Yo siempre lo sospeché. -presumió el francotirador-

-Sí, como no. -dijo la navegante y todos rieron ante sus palabras-

[...]

Ya era de noche y toda la tripulación se había retirado para descansar, pero no todos habían logrado conciliar el sueño.

Después del desayuno, el día había transcurrido con normalidad, excepto en una cosa. El cocinero y el pelinegro habían desarrollado una inesperada amistad, compartiendo amgunas conversaciones y momentos juntos.

El peliverde había observado desde la distancia aquello, experimentando una extraña sensación de incomodidad al verlos tan cerca. Debido a eso, se encontraba preguntandose por qué de repente le afectaba tanto ver al rubio y al pelinegro juntos, pero, no podía encontrar una respuesta clara.

La confusión lo consumía, haciendo que comience a cuestionar sus propios sentimientos. ¿Podría ser que la admiración hacia su capitán lo haya hecho creer erróneamente que sus sentimientos eran más profundos? La idea lo dejó perplejo, sin saber qué hacer o cómo procesar esos pensamientos.

Entonces, decidió ir a dar un paseo por la cubierta para despejar su mente y buscar la tranquilidad que le resultaba imposible encontrar en su cama. Lo que no sabía, era que no era el único que se encontraba despierto.

-¿Que haces aquí?, ¿estás bien? -preguntó algo preocupado, mientras se acercaba al cocinero-

El rubio se volteó asustado por la repentina presencia del espadachín y observó como éste se acercaba a él.

-¿Zoro? Ehh sí, estoy bien. Solo estaba pensando un poco. -habló nervioso-

-Oh, entiendo. Espero no haberte asustado, Cejitas. -dijo sonriendo-

-No, no te preocupes. -dijo bajando su rostro con tímidez-

-¿Tú tampoco puedes dormir? -preguntó intrigado el peliverde-

-Sí, es que hay algo en lo que no dejo de pensar. -soltó un tanto avergonzado-

-Entiendo, me pasa igual. -dijo con un suspiro- Puedes contarme si quieres.

-La verdad prefiero no hablar de eso. -dijo nervioso, evitando cruzar miradas con el espadachín-

-Bien, si así lo prefieres. -dijo el peliverde sonriendo comprensivo-

El rubio asintió, agradecido por la comprensión del peliverde, pero también con la sensación de que había perdido una oportunidad importante de abrir su corazón.

-Oye, quería disculparme contigo por lo que pasó el día que jugamos a las preguntas. -habló de nuevo el espadachín-

El rubio se puso aún más nervioso de lo que ya estaba tan solo de recordar aquel juego al que accedió jugar con el peliverde.

-Pero si no pasó nada. -evadió-

El cocinero en lo absoluto quería hablar de aquello, le avergonzaba mucho.

-Creo que mi broma te incomodó y lo siento. -admitió-

-Oh, te referías a eso. Para nada, es solo que me agarraste desprevenido... no te preocupes. -dijo tratando de sonar convincente, mientras apartaba algunos mechones de cabello que caían sobre su rostro-

Al peliverde extrañamente eso le pareció tierno y sin saber por qué, observó al rubio quizás un poco más de lo habitual.

-Bien, eh es bueno saber eso. -dijo un tanto nervioso y también algo desconcertado por sus propia actitud-

El cocinero sonrió tímido sin saber que decir y el peliverde no sabía que hacer. Vaya... nunca había notado lo lindos que se veían aquellos ojos azules bajo la luz de la luna.

-Bueno, yo intentaré ir a dormir. Tú... también deberías irte. -se excusó empezando a alejarse- Espero que puedas descansar.

-Sí, gracias. -dijo un tanto confundido por la actitud del otro- Descansa tú también.



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Intruso {ZoSan}Where stories live. Discover now