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Por la madrugada.

— ¿Estás seguro de hacer esto?—juega con su arma en mano.

—Si. Tú tráemelo a como dé lugar y no me importa cuántas balas ocupes, cuando lo traigas súbelo a la habitación que ocupara y pon cuatros custodios en la puerta.

—Hecho.

Tendrá que encerrarme en un cajón porque es la única forma en que pueda detenerme.

El me dio la idea, no puedo permitir que se marche a Seúl y se lleve información. Apuesto mis bolas que sabe algo pero no me lo dira tan fácil.

Bueno, ahora tendrá que hacerlo.

Va a hablar por las buenas o por las malas.

LOS DELICADOS HILOS QUE SOSTIENEN MI OBSESIONWhere stories live. Discover now