Capítulo#19

9 3 0
                                    

《Durante cien años, el amor entre un ángel y un demonio los tuvo condenados a una eterna pasión prohibida.》

Se narran fábulas, susurros olvidados, choques de olas contra corrientes, mitos. Sin embargo, había una leyenda que aún no se contaba, una historia que data de hace más de 100 años. Solo unos pocos la conocían; aquellos que aún quedaban de aquella época guardaban celosamente el secreto.

MARIA:

Estaba junto a él, me transmitía una sensación de paz y serenidad. Después de mi cumpleaños, habían transcurrido varios meses, y hoy me encontraba aquí con él. Había dejado de permitir que el miedo me atormentara, ya no deseaba que me consumiera.

Nos encontrábamos en mi habitación, después de pasear por un campo de rosas, y ahora él me besaba apasionadamente como si el mañana no existiera.

Dios, lo adoraba, amaba profundamente a este hombre.

Nuestras miradas ardientes y desenfrenadas dejaban claro que ya no podíamos contenernos. Él se acercó, deslizando sus manos por mi figura con un aire de provocación irresistible.

-Deseo poseerte con pasión-susurró apenas rozando mis labios, mientras se acercaba con una urgencia incontrolable.

Sus labios ansiosos se unieron a los míos en otro beso apasionado, cargado de una necesidad intensa que nos consumía por dentro. Sus manos recorrían mi cuerpo lentamente, como si quisieran fundirse en él, mientras mi respiración se convertía en un gemido apenas perceptible.

-Hazlo-musité, sintiendo cómo mi voz se perdía en el éxtasis del momento.

Sintiendo la lujuria fluir entre nosotros, no pude evitar desearlo aún más. Sus labios bajaron por mi cuello, dejando un rastro de besos y mordiscos que me hacían estremecer de placer. Mi piel se erizaba bajo su tacto experto, cada caricia adentrándose en lo más profundo de mi ser.

Sosteniéndome con fuerza, Elian me guió hasta la cama, donde el deseo se intensificó aún más. Sus manos hábiles desabrocharon mi ropa, revelando mi desnudez ante sus ojos hambrientos. El roce de su piel contra la mía, succionando mis pezones con pasión, provocaba un fuego que se expandía por todo mi cuerpo.

Cada beso, cada caricia, era un acto de amor desenfrenado y salvaje. Nos entregábamos con ansias insaciables, sin preocuparnos por el mundo exterior, solo enfocados en el placer que nos envolvía. Cada movimiento, cada gemido, era una melodía única que componíamos juntos.

Sus manos expertas se deslizaron entre mis piernas, acariciando mi intimidad y provocando un gemido desgarrador. Rendida, me rendí ante él, entregándole mi cuerpo y mi alma, fundiéndonos en un acto de pura pasión y conexión. Lasivas y románticas, nuestras almas se entrelazaban en un baile erótico que nos arrastraba hacia el clímax.

El éxtasis nos envolvió con fuerza, los cuerpos temblando en un abrazo inolvidable. Nuestros suspiros entremezclados llenaron la habitación, mientras la pasión seguía ardiendo en nuestras miradas. Éramos un torbellino de deseo, una conexión incomparable que nos llevaba a un mundo de placer y satisfacción inimaginable.

Nos quedamos ahí, enredados en las sábanas, disfrutando del amor y la intimidad compartida. Sabíamos que este momento era único, un recuerdo que guardaríamos en lo más profundo de nuestros corazones. Y así, agotados pero felices, nos dejamos llevar por los brazos del sueño, sabiendo que el lazo entre nosotros era más poderoso que cualquier palabra.

Nuestros caminos nunca se separarán, siempre seremos unidos... ¿cierto?...
Pero como en todo jardín, las flores también se marchitan.

Le había entregado todo, me preguntaba qué más podía darle. Nos conocimos en poco tiempo, nuestras citas consistían en ir a la playa a contemplar las olas rompiendo en la orilla. Aunque los problemas llegaron pronto, aún no nos habían abandonado. Hoy marcaba otro aniversario de la muerte de la hermana de Elian, y no quise interrumpirlo, así que fui con Trevor a ver algo en la televisión.

"Callejon oscuro" 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora