Capítulo# 6

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Hay momentos que pasamos desapercibidos. Como esas canciones que ya nos aburrieron, como los taxis que no ocupamos, como algunas parejas que al principio se aman y luego se vuelven extraños.
Así es la vida, formada por pequeños instantes, en dónde hay momentos de felicidad pero en otros pasamos completamente desaperecibidos.

Me encontraba sola, sin la compañía de nadie. ¿Por qué estaba aquí? ¿Cuál es mi propósito en esta vida? ¿Qué valor tengo? Éstas eran las preguntas que asaltaban constantemente mi mente, atormentándome y sumiéndome en un estado de ansiedad insuperable. No tenía a nadie que se preocupara por mí, o al menos eso creía. Y no tenía intención de compartir mis problemas con nadie, pues consideraba que nadie podía comprender el dolor ajeno, no podían entenderlo.

Yacía recostada en mi cama, con la mirada perdida en el techo, reflexionando sobre las pequeñas cosas de la vida, cuestionándome si alguien notaría mi ausencia algún día. Todo me resultaba abrumador. Desde que vi a Elian en el patio trasero hace una semana, no volví a cruzarme con él, y a Dina solo la vi por la tarde durante nuestra práctica habitual. En esta ocasión, Jones estaba notablemente molesto con el supuesto 'Halcón Negro', quien ya había llegado a Valencia pero aún no lo había ido a ver. Su frustración recaía sobre Dina y Trevor, pero por alguna razón no hacia mí, ya que según él soy un rayo de sol en su vida debido a mi rápida capacidad para aprender las cosas y hacerle ganar bastante dinero.

Estaba perdida en mis pensamientos cuando, de repente, escuché un ruido fuerte en el cristal de mi habitación. Me levanté lentamente y me asomé por la ventana. A esa hora, eran muy pocas las personas que se atrevían a hacer travesuras. Pero mi sorpresa fue enorme cuando vi a alguien con una capucha que ocultaba su rostro y una actitud desafiante.

-¿Elian?-dije en un susurro.

Los ojos de él se posaron en los míos, como si quisiera leer mis pensamientos, y rápidamente comenzó a hacer gestos con la mano, indicándome que bajara. ¿Qué podría querer a estas horas de la noche? No puedo negar que su mera presencia, arrojando piedras a mi ventana en un intento desesperado por hablar conmigo, me puso nerviosa, haciendo que mi corazón latiera con fuerza en mi pecho. Sin embargo, ¿Cómo es posible que él sepa dónde vivo?.

Descendí las escaleras con rapidez y salí hacia el frente de la casa. Solo de pensar en la posibilidad de que mi madre y ese hombre estuvieran presentes, sentía que habría enfrentado la muerte en dos ocasiones. Decidida, abrí la puerta principal y allí estaba él, con una amplia sonrisa que hacía brillar sus ojos negros en la oscuridad, como dos estrellas en el firmamento. Por un instante, me quedé atónita, observándolo fijamente, contemplando esa luz que emanaba de sus ojos.

-Hola...-Su voz repentina me sacó de mis cavilaciones.

-¿Q-qué ha-haces a-aqui?-tartamude

¿Acabo de tartamudear frente a él?. Lo que faltaba

-¿Qué?-se echa a reir-¿Tartamudeaste Mar?-siguió riendo a carcajadas.

En ese momento, deseé fervientemente que la tierra se abriera y me transportara a una isla remota. Fruncí el ceño de inmediato y, para acallar su risa, le propiné una patada en la espinilla.

-¡OYE!- exclamó, con un gesto de horror en su rostro y sujetándose la pierna, aunque en sus ojos percibí la diversión.

-¿Elian? ¿Puedes explicarme qué haces en mi casa? ¿Y cómo sabes dónde vivo?- exclamé, con el ceño fruncido y una expresión de confusión.

-Digamos que tengo buenos amigos que me han comentado algunas cosas sobre María Michelle, una belleza para mis ojos-exclamó divertido

Repitió las mismas palabras que me había mencionado una semana atrás, mientras estábamos a bordo del autobús. Sonreí, y él me devolvió la sonrisa, pasando su mano por su cabello. ¿Estaría nervioso?.

"Callejon oscuro" 1Where stories live. Discover now