Capítulo#16

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《A nuestra edad sabemos que nada es para siempre. Nos enamoramos pero sabemos que no será para siempre. Por eso nos arriesgamos, por eso nos entregamos hasta quedar vacíos.》

Cuando presencié su caída, como un océano profundo desplomándose ante mí, sentí que el frío quemaba, no, no sentí fuego en mis venas. Experimenté una congelación que ardía, quemaba intensamente. Demasiado.

Corrimos hacia ella, y la vi tan frágil, tan diminuta, que de no ser por la multitud, habría llorado. Pero no me permití mostrar debilidad. Desde aquel 14 de febrero, no había derramado ni una sola lágrima, y hasta ese momento pensé que era un ser sin emociones. Sin embargo, con ella, con mi océano, era diferente.

-Carecía de frenos - logró articular, y experimenté esa furia que siempre me acompañaba desde aquel suceso.

Debería haber sido yo en su lugar; ese puesto me pertenecía. Sin duda, los frenos habían sido saboteados, probablemente por individuos relacionados con la mafia Roja. Querían verme muerto. Intenté alejarme, pero como si fuera un castigo, ella cayó víctima de algo que estaba destinado para mí.

Sentí mi cuerpo estremecerse de ira, pero luego pasé al miedo, al terror. Nunca en mi vida había experimentado esa sensación. Ella temblaba entre mis manos, como lo hacen las diminutas hojas de los árboles al ser movidas por el viento. De su boca empezó a brotar sangre, y yo me quedé petrificado de miedo.

-Mar, mi pequeño océano, regresa a mí -imploraba mientras depositaba besos en sus mejillas.

Pero ella seguía inmóvil, sus ojos parpadeaban, y sangre brotaba de su nariz y boca; su pierna parecía estar dislocada, y yo no podía sentirme más desolado.

-¡Elian! -oí que me llamaba Enrique-. ¡Han llegado los matones de la mafia rusa!

Antes de que terminara de hablar, comenzó una lluvia de disparos. Cargué a María en mis brazos, mientras detrás de mí, cubriéndome la espalda, venían Jones, Trevor, Dina y Enrique.

-¡Iba demasiado rápido! -exclamó Trevor alarmado.

-¡Le cortaron los frenos! -aseguró Dina mientras disparaba a uno de los hombres que nos atacaban.

-A esa velocidad, ya estaría muerta -exclamó Enrique, y yo lo fulminé con la mirada.

No podía imaginar que eso sucediera; creo que una parte de mí moriría con ella.

-Hey, Mar, mírame -la llamé, pero ya había cerrado los ojos, y me alarmé.

-Llama a mi padre -le dije a Enrique-. ¡Nos vamos a Madrid, ahora!

Enrique hizo una breve llamada, y enseguida el lugar se llenó de coches y hombres vestidos de negro, disparando a los miembros de la mafia roja.

Abordamos uno de los coches, procurando que fueran lo más rápidos posible, ya que la vida de Mar estaba en riesgo. Después de media hora, llegamos a casa de mi padre. Él salió muy alarmado, pero al verme con María en brazos, enseguida llamó a un médico.

Tras el examen médico, se constató que aún no se había recuperado por completo de las secuelas causadas por su padrastro. Mis manos temblaron al salir el médico y anunciar que su estado era delicado, con contusiones que requerían una operación urgente. Ante mi evidente preocupación, mi padre tomó el control de la situación en nuestro hogar.

Después de la partida de los médicos tras la cirugía, me quedé petrificado por la noticia: además de haber sufrido un grave golpe en la cabeza, ella estaba inducida a un coma, con la esperanza de despertar en un mes si todo salía bien. Sin embargo, sentía que yo debería estar donde ella estaba en ese momento.

Con las manos atadas, mi única opción era aguardar a su despertar. Necesitaba rogarle que se quedara a mi lado, que no se marchara, pues algo en mi interior insistía en que ya habíamos estado separados por demasiado tiempo y que era el momento de estar juntos. No podía dejar pasar esta oportunidad.

-¿Cómo se encuentra?- preguntó Enrique al llegar a mi lado.

-Ella está en coma, frágil como una efímera nube- respondí, mirando a través de la ventana que estaba cerca de mí.

-Estará bien, hermano, ya lo verás. Ella es fuerte- me palmeó el hombro y me abrazó.

Siempre vería a Enrique como mi hermano, aquel que te protege de las tonterías, que posee un carácter fuerte y dice las verdades aunque duelan. Ese ha sido nuestro vínculo inquebrantable, somos hermanos inseparables.

-Isaac ha llamado- exclamó Jones apresuradamente al llegar. -Le informé lo sucedido y está muy preocupado. Me pidió que quería hablar contigo, Elian.

Permanecí inmóvil en mi sitio. Isaac quería hablar conmigo y seguramente sería algo de gran importancia. El accidente debió haberme sucedido a mí, así que si va a reprenderme, la recibiré por no haber cuidado adecuadamente a su hija.

-Está bien- le respondí a Jones.

Él me entregó el teléfono y salí de la habitación para realizar la videollamada.

-Elian, has crecido, chico- fue lo primero que dijo al verme. -Quiero que hagas algo por mí, Elian.

-Dime, Isaac, y lamento no haber podido protegerla.

Él me miró con dolor reflejado en sus ojos, evidenciando que había llorado.

-Elian, haz que busquen a Dina y la traigan a donde me encuentro. Por motivos de seguridad, no puedo decirlo aquí- comenzó a decir seriamente. -Las cosas se han complicado. Han asesinado a Zoe, su hermano lo ha hecho. Ahora, las facciones de la familia que odian a Amon están reaccionando ante la noticia.

-Entiendo, Isaac. Dime qué deseas que haga, y lo haré- dije, consciente de que me pediría algo de gran importancia.

-Elian, quiero que me jures con tu vida que protegerás a mi hija de cualquier eventualidad en estos días- dijo visiblemente preocupado.

-Isaac, puedes estar tranquilo. La protegeré con mi vida, incluso si la mía sucumbe en el intento.

Él me sonrió, asintió y lloró frente a mí por su hija, esperando que su hijo saliera ileso de lo que se avecinaba.

Porque sí, se acercaba una tormenta, una muy intensa.

Iba a entregarme por completo, hasta quedar vacío. Sentado en la silla junto a su cama, ella con todos esos dispositivos conectados y su corazón latiendo tan lentamente, seguía siendo hermosa ante mis ojos. Parecía un ángel caído.

Sostenía firmemente su mano, anhelando que despertara y me preguntara dónde estábamos. Deseaba pedirle una oportunidad para salir con ella, conquistarla, pero sus ojos azules seguían cerrados. Sentí lágrimas rodar por mis mejillas. Sabía que con ella podía experimentar todo con solo verla.

-Me parece que te conozco de otra vida-le decía mientras apretaba su mano con más fuerza. -Si es así, créeme, efímera nube, si no tuvimos un final feliz en aquella, lo tendremos en esta.

 -Si es así, créeme, efímera nube, si no tuvimos un final feliz en aquella, lo tendremos en esta

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"Callejon oscuro" 1Where stories live. Discover now