"Callejon oscuro" 1

Capítulo#17

"Conocía los riesgos, tú eras letal, lo sabía... Pero no hay mejor forma de disfrutar de la vida que amando; aunque al final duela cada milésima del cuerpo".
—Anabella G.

Lo sabía con absoluta certeza: ella era viento. Era mar. Era tormenta. Era océano. Era ángel y a la vez demonio. Me arrancaba suspiros, me arrancaba lágrimas, me arrancaba lamentos, susurros, palabras incoherentes al borde del llanto.

Y sus ojos permanecían cerrados, sin ver la luz. Y me provocaba todo tipo de emociones. Cada milésima del cuerpo me dolía.

Hasta que finalmente despertó. Había pasado un mes. Dina se había ido con Isaac y Amon, y desde entonces no habíamos sabido nada de ellos. Pero seguramente era lo mejor, para que estuvieran a salvo, donde quiera que se encontraran.

Cuando ella despertó, yo estaba a su lado, y nuestros ojos se encontraron como dos planetas colicionando. Pero no era la misma. Estaba apagada, sin alegría. Y yo deseaba hacerla feliz. Anhelaba sacarla de ese callejón oscuro, quería brindarle luz. Eso haría.

Desde que despertó, no habíamos entablado conversación alguna, ya que el médico nos aconsejó tener paciencia y permitir que se recuperara con tranquilidad. Por otro lado, mi padre adquirió una majestuosa residencia en Valencia, oculta de miradas indiscretas, con la intención de evadir cualquier intento de localizarnos. A pesar de la aparente calma que reinaba en el ambiente, yo sabía que tarde o temprano algo sucedería; la mafia rusa no se quedaría de brazos cruzados frente a una violación de la ley.

Era el 14 de febrero de 2019, marcando dos años desde el fallecimiento de mi hermana. Mar mostraba una reserva notable, afectada profundamente por el accidente, pero había experimentado mejoras significativas, lo cual me llenaba de felicidad.

Ahora podía sostenerse en pie y me acompañaba a todas partes; solo nos separábamos cuando ingresábamos al baño. Mi padre expresaba su preocupación por la dependencia de ella hacia mí, tras haberla cuidado durante su convalecencia, pero personalmente consideraba que ha estado en mejores condiciones estos días.

En este lugar, junto a la tumba de mi hermana, contemplaba las delicadas rosas blancas que había dispuesto. Todo estaba en su lugar, y ella descansaba al lado de mamá. Me había comprometido a visitarla cada 14 de febrero, una fecha que a ella le apasionaba; solíamos salir juntos para admirar un campo de rosas blancas, las cuales le encantaban.

—¿Quién es?— preguntó Mar a mis espaldas, su repentina proximidad me había tomado por sorpresa. Al girarme para encararla, la vi ofreciéndome una sonrisa, con una de sus manos oculta detrás de su espalda.

—Es mi hermana—respondí, y en el instante en que abrió los ojos, su mirada se desvió rápidamente.

—No lo sabía...

—¿Qué llevas ahí?— interrumpí, evitando así que retomara el tema de mi hermana.

—En este día tan significativo, quería entregarte esto— extendiendo su mano hacia mí, me ofreció lo que sostenía.

Era una rosa.

Una rosa de un azul profundo.

—Es verdaderamente hermosa, tiene el mismo tono que tus ojos— comenté, regalándole una sonrisa a la cual ella correspondió.

—Gracias, Elian. Quería que fuera algo especial, algo que representara lo importante que eres para mí —dijo con ternura mientras observaba la rosa entre nuestras manos.

—Lo es, de verdad. Es un gesto muy bonito —respondí, sintiéndome conmovido por su atención.

Nuestros ojos se encontraron en un instante de complicidad, y su sonrisa se amplió, iluminando el momento.

Tome suavemente su mano, acercándome lentamente. El ambiente se llenó de una energía cálida y reconfortante mientras nuestros corazones latían al unísono.

—Mar, desde que te conocí, mi vida ha sido más brillante. Eres mi luz en mi callejón oscuro, y hoy quiero demostrarte lo mucho que significas para mí —susurre con sinceridad.

Sus mejillas se tiñeron de un suave rubor al escuchar mis palabras. Sin apartar la mirada, me acerqué un poco más, sintiendo la calidez de su aliento. Cada instante parecía detenerse mientras el mundo a nuestro alrededor desaparecía, dejando solo espacio para nosotros dos.

Finalmente, nuestros labios se encontraron en un beso tierno y lleno de amor. Fue como si el tiempo se detuviera por un precioso instante, sellando nuestro afecto mutuo con la suavidad y la calidez de ese gesto delicado.

—Por favor, no te alejes de mí—susurró, rozando mis labios.

—"Sabes que aquí estaré siempre, no te preocupes, no dejaré que nadie te haga daño, tendrán que matarme primero querida Mar" — respondí antes de volver a besarla.

—Tienes que prometerme que nunca me dejarás sola, que siempre estarás a mi lado —me pidió, con la mirada llena de ternura.

—Te lo prometo, María. Siempre estaré contigo, pase lo que pase. Eres lo más importante para mí y haré todo lo posible para protegerte y amarte siempre —le susurré, acariciando su mejilla con suavidad.

Y en ese momento, mientras nuestras miradas se encontraban y nuestros corazones latían al unísono, supe que estábamos destinados a estar juntos, a enfrentar juntos todas las adversidades y a vivir un amor eterno.

Y recibí su aceptación con un beso que hizo estremecer mi ser. Experimenté cómo el frío invadía cada fibra de mi ser, abrasando cada centímetro de mi ser y debilitándome ante su presencia.

Porque experimentaba con ella la sensación de un frío abrasador, desde el mismo momento en que fijé la mirada en el mar de sus ojos ,que reflejaban un universo de emociones y secretos que cautivaron mi corazón. Su sonrisa era como el sol que iluminaba mis días y su risa, como una melodía que alegraba mis noches.

Y así paso un año donde en cada beso, en cada caricia, en cada mirada cómplice, sentía que el universo entero conspiraba a nuestro favor, uniendo nuestros destinos en un amor eterno e inquebrantable. Porque Maria era mi luz en mi callejón oscuro, mi compañera de vida, mi todo.