capítulo veintiséis

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* * *

Olía a pino y bloqueador, también un ligero toque de cloro de fondo, como si estuviera desvaneciéndose. Al entrar al cuarto encontró el sillón oscuro pulcro, con las esquinas ligeramente desgastadas, mostrándose unos hilos que conformaban el la estructura del mismo. 

— Buenos días, YoonGi.

— Buenos días.

Dio pasos tímidos y se acomodó en el sofá.

— ¿Cómo estás? ¿el tráfico fue difícil?

— Demasiado. —Soltó una risa tratando de parecer casual, no lo miraba directamente así que trataba de distraer su mirada enfocándola en sus manos o la mochila pequeña, y casi vacía, que dejó a la altura de sus pies.

— ¿Ya te dieron tus resultados?

— Hoy... hoy los recibo.

— Bien... —el hombre del otro lado sonrió con los ojos marrones pequeños, bajó los lentes lentamente, tenía el cuerpo firme debajo de la ropa formal, parecía demasiado cómodo en una camisa de vestir, el rostro era cuadrado de la quijada pero suave en la mirada, podría medir cerca de un metro ochenta de pie, sin embargo, al estar sentado lo hacía con una postura relajada, con las piernas ligeramente extendidas para no imponerse sobre la gente que estuviese viéndolo— estás progresando ¿cómo te sientes al respecto?

— Uh... —se estremeció por el cambio de clima pasando de lo cálido a lo fresco, acomodó su cuerpo mejor en el mullido mueble, inhaló con calma tratando de apaciguar el nudo en la boca del estómago, un sentimiento contradictorio para saber que estaba haciendo avances— creo que bien.

— La estabilidad es un sentimiento extraño ¿verdad?

— Un poco. —Se quitó la bufanda de su cuello y la colocó entre sus muslos, su psiquiatra, llamado Ming, hombre que rondaba los treinta y cinco, miró los movimientos de su paciente. YoonGi se dio cuenta y, sonrojado, sabiendo que su psiquiatra siendo un alfa podía oler el aroma de un omega, trató de esclarecer— él insiste en... en esto.

— JiMin... —Recordó el nombre del omega del que había hablado el alfa desde la primera sesión, donde había tartamudeado varias veces con las manos tensas en sus rodillas— ¿cómo te has sentido alrededor de él últimamente?

— Ah... —YoonGi se encogió entre sus hombros, siempre era extraño hablar de su relación con el omega, no eran exactamente amigos, pero no podría decirle "pareja"— bueno.... bien, creo. —Sonrió tímido doblando la bufanda delicadamente como un acto de distracción para sí mismo— creo que... creo que avanzamos, a veces, él sólo me pide abrazos y-...

Quedaron en silencio unos minutos, en los cuales Ming movía la pluma entre sus dedos prestando atención a su paciente, mientras el mutismo comenzaba a escalar por el reloj —y por el cuerpo de YoonGi—, decidió interrumpirlo para continuar con el hilo de la conversación:

— ¿Te incomoda el contacto físico? —Murmuró con los ojos entornados en una duda honesta.

— Ah... —negó con suavidad— creo que no.

— ¿Qué sientes cuando él te pide esos abrazos?

— No lo sé. —Movió sus manos nerviosamente sobre sus muslos— siempre lo abrazo de vuelta, pero-... a veces... —jadeó— a veces se siente insuficiente.

— ¿A qué te refieres?

YoonGi enterró ligeramente sus uñas en la tela de sus jeans, tragó con nervios.

— Siento que debería ser más alfa.

— ¿Se lo has comunicado?

— No. —Negó rápido totalmente avergonzado, miró al mayor por un segundo para volver a enfocar sus orbes en sus propias manos, relajándolas al instante— no, por supuesto que no, yo no-... es algo vergonzoso.

no me dejes caer ›› ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora