Capítulo 12

4 2 0
                                    

Natalia y Strelitzia caminaban por entre las callejuelas, atentas a cualquier pista, cuando se encontraron con Kairi.

—¡Chicas! Creo que si nos subimos a los techos tendremos mejor visión —sugirió emocionado.

—Buena idea —admitió Natalia. 

Con ayuda de Kairi, treparon ágilmente hasta lo alto de un edificio. La vista era impresionante desde allí.

—Bien, dividámonos la zona —organizó Natalia—. Si ven algo, avisen.

Cada quien tomó un sector diferente. Strelitzia inspeccionaba concentrada cuando de pronto se detuvo en seco.

—¿Qué ocurre? —preguntó Natalia acercándose.

—Miren allá —susurró señalando una azotea a lo lejos.

Natalia dirigió su mirada a lo señalado y abrió sus ojos con atención.

Natalia enfocó la mirada en la dirección que Strelitzia señalaba. A lo lejos, pudo distinguir tres figuras en la azotea contigua.

Su sangre se heló al reconocer a Sora discutiendo acaloradamente con Vanitas. Su aspecto era diferente, ya no era el chico que antes conocía...

—¿Por qué hay que hacer eso? ¡No me estés obligando! —gritó Sora.

—¡Haz lo que te digo de una maldita vez! —bramó Vanitas, empujándolo con fuerza.

Sora se abalanzó sobre él cegado por la ira. Ambos forcejearon a punto de golpearse.

Fue entonces cuando Luxord salió a escena. Su aire despreocupado contrastaba con el tenso ambiente.

—Vamos, caballeros. La violencia no es la respuesta —terció con calma, separándolos—. Pongan sus energías en algo más productivo.

Sora liberó a Vanitas de un empujón y se alejó a grandes zancadas. Vanitas gruñó algún insulto antes de seguirlo.

Natalia observó la escena sin poder creer lo que veían sus ojos. Sora discutiendo acaloradamente con Vanitas... era demasiado.

—Debemos seguirlos —susurró a Strelitzia y Kairi con decisión.

Los tres se deslizaron sigilosos por los techos, siguiendo a Sora y Vanitas a distancia prudente. Pronto llegaron a una azotea solitaria. Vanitas empujó a Sora contra una pared.

—Hazlo de una vez —gruñó amenazante.

Sora forcejeaba confundido, como si no se reconociera a sí mismo. Natalia no podía permitir que le hicieran daño. Con sigilo, rodeó el lugar buscando el mejor ángulo para intervenir. Debía rescatar a su chico de las garras de la oscuridad.

Natalia inspeccionó la azotea buscando algún punto débil en la guardia de Vanitas. Si actuaba precavida y calculando cada movimiento, podría liberar a Sora sin que saliera lastimado.

Una idea cruzó su mente. Miró a Strelitzia y Kairi gesticulando sus instrucciones. Era hora de ponerlas en acción. Contó mentalmente y atacó.

Blindó su llave espada hacia una pila de cajas, desplomándolas sobre Vanitas. Aprovechando la distracción, se abalanzó sobre Sora tomándolo de la mano.

—¡Vámonos de aquí! —exclamó tirando de él para ponerlo a salvo.

Vanitas se debatía furioso bajo los escombros. Habían ganado una batalla, pero la guerra aún no terminaba.

Natalia escapó veloz por los tejados, llevando a rastras a un confundido Sora. Podía sentir la fiera mirada de Vanitas clavada en su espalda, pero no se detendría hasta ponerse a salvo.

Open Water BeyondWhere stories live. Discover now