Capítulo 6

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Varios días habían pasado desde aquel sueño de Natalia. Siguieron recorriendo mundos cercanos en busca de alguna pista sobre Sora, pero sin éxito.

Esa tarde Riku iba al volante de la nave gummi, concentrado en el firmamento que se extendía ante ellos. El resto del equipo descansaba en la cabina.

Fue entonces que Honey avistó algo peculiar a lo lejos—. ¡Oigan miren! ¿Ven eso?

Todos se asomaron a la ventanilla. Un planeta oscuro surgía en la lejanía, decorado con extraños ornamentos en brillantes colores.

Sobre todo resaltaba un gran cráneo que parecía guiarlos—. Vaya, qué mundo más raro —comentó GoGo arqueando una ceja.

—¿Deberíamos investigar? Podría estar relacionado con Sora —sugirió Wasabi.

—No perdemos nada con echar un vistazo —concordó Riku dando un giro hacia allí.

Natalia observó el planeta con curiosidad mezclada de esperanza. Quizá ahí hallarían alguna pista.

Al abordar el planeta, todo se volvió borroso para Natalia. Rememoró brevemente una luz cegadora y luego... oscuridad.

Cuando despertó lentamente, pestañeó confusa. Sus ojos se encontraron rodeados de pétalos naranjas esparcidos sobre el suelo.

Se incorporó aturdida, sintiendo la cabeza algo pesada. Se levantó despacio y notó que había... ¿¡esqueletos caminando!?

—¿Qué?... —miró alrededor, notando que estaba en un enorme puente hecho de pétalos naranjas—. Ah... ¿¡Chicos!? ¡¿dónde están!? —los buscó con la mirada.

Nat empezó a retroceder super aterrada, hasta que sintió el cuerpo del alguien y a voltear, se reencontró con Wasabi, sin embargo... estaba muy diferente. Su amigo se había transfigurado en un esqueleto—. ¡AAAAAAAAAAAAH! —gritó la chica.

—¡AAAAAAH! —gritó Wasabi retrocediendo asustado al verla.

—¡No me hagas daño esqueleto! —chilló Nat cubriéndose el rostro.

—¡Soy yo, Wasabi! —exclamó agitando los brazos, mandíbula desencajada.

Se miraron boquiabiertos, jadeando—. ¿P-pero qué nos pasó? —tartamudeó ella.

—¡Ni idea! Cuando desperté ya estaba así. Esto es el colmo del terror —gimoteó su amigo.

Natalia poco a poco fue tranquilizándose—. Cálmate, no es para tanto.

Observaron a su alrededor, esqueletos deambulaban por doquier—. Busquemos a los otros, quizá sepan algo —sugirió Wasabi.

Asintió decidida. Era la única forma de resolver ese misterio. Caminaron entre la multitud incrédula, llamando a sus amigos desapercibidos.

—¡Riku! ¡Honey! ¿Dónde están?

Luego de recorrer aquel singular escenario porfiadamente, por fin avistaron al resto del equipo.

—¡Chicos, aquí están! —gritó Honey agitando sus huesudas manos.

Se reunieron aliviados—. Parece que a todos nos afectó lo mismo —señaló Hiro examinándose.

Fue entonces que Riku divisó algo inusual entre la multitud—. Oigan miren... ¿acaso son...?

Giraron la vista encontrándose con una extravagante visión. Entre tantos esqueletos grises, resaltaban dos figuras deslumbrantes: Goofy y Donald en todo su colorido esplendor.

—¡Cómo es posible...! —exclamó Wasabi boquiabierto.

Goofy los vio y fue corriendo tras ellos—. ¡Aquí estaban! Estábamos buscándolos por todas partes.

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