Capítulo 10

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Al día siguiente, los chicos salieron de la posada ya descansados. Natalia caminaba pensativa, recordando una y otra vez el sueño que tuvo anoche.

—Nat, ¿estás bien? —se acercó Kairi con preocupación—. Te noto distraída.

Natalia suspiró, no queriendo ocultarles nada a sus amigos—. Es que...anoche tuve un sueño muy extraño. Había alguien llamándome, diciendo que pronto nos veríamos.

—¿Alguien de la Organización tal vez? —sugirió Hiro con cautela.

—No lo sé, tenía un traje peculiar... —continuó dubitativa—. Solo sé que no pude ver su rostro.

—Sea quien sea, no dejaremos que te haga daño —aseguró Riku con firmeza.

Natalia asintió, sintiéndose reconfortada. Pero presentía que aquel encuentro era una señal de algo mayor que se avecinaba. Debían estar preparados para lo que fuera.

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En otro lugar, Linda y los miembros de la Organización se reunieron en uno de los rascacielos más altos de Quadratum.

Xehanort se encontraba al centro, observándolos a todos con sus fríos ojos dorados.

—Linda, dime ¿cumpliste tu tarea?
—preguntó con un deje de amenaza en su voz.

La aludida asintió con una sonrisa torcida—. Por supuesto, maestro. ¡Sora, ven aquí!

De entre las sombras emergió la figura del portador, envuelto en la oscura túnica de la Organización. Pero sus ojos, antes llenos de vida, ahora parecían vacíos y opacos. Se había convertido en su títere.

—Bien hecho —alabó Xehanort con regocijo—. Con el poder del Elegido bajo nuestro control, nada ni nadie podrá detenernos. Es hora de dar el siguiente paso...

—¿Y cuál es el siguiente paso, maestro? —preguntó Demyx.

—¡Silencio, inútil! —espetó Xehanort lanzando una mirada envenenada a Demyx—. El próximo paso es encontrar a la chica, la única que puede arruinar nuestros planes.

—Yo puedo ir... —musitó Sora.

—No creo que sea buena- —Demyx fue interrumpido por Xehanort.

—Que él vaya por la cabeza de zanahoria. De todos modos ya no la recuerda —comentó el maestro.

—Como ordene, Maestro —dijo Linda con una ligera reverencia—. Sora, ve y secuestra a la chica. Pero no le hagas daño... aún. Puede sernos útil.

Sora asintió mecánicamente. De pronto, entre las sombras surgió una nueva figura. Su áurea oscura impregnaba el lugar.

—Vaya, vaya, con qué reunidos estábamos —habló Vanitas con sorna.

—Llegas tarde, como siempre —replicó Xehanort sin inmutarse.

—Saludos Vanitas —lo recibió Linda con cordialidad—. Solo poníamos al corriente al maestro de los avances.

—¿De qué se trata exactamente? —quiso saber Vanitas.

—De encontrar a la chica, la portadora —respondió Xehanort.

Un brillo perverso relumbró en los ojos de Vanitas debajo de su casco—. ¿Te refieres a la pequeña flor que tuve el placer de "cuidar" aquella vez? Vaya, aquel día fue realmente divertido. —dirigió su mirada a Linda—. ¿No lo crees, Linda?

Linda simplemente sonrió ante el recuerdo, aunque internamente deseaba olvidar aquel encuentro. La sed de poder de Vanitas a veces rayaba en lo absurdo.

Open Water BeyondWhere stories live. Discover now