Capítulo 9

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Día tras día fue aconteciendo varias cosas, Natalia en cada noche despertaba cada vez más agitada. Volviéndose un poco irritante debido a los malos sueños... ella no quería seguir sintiéndose así. Pero era su deber en intentar entender aquellos malos sueños.

Tiempo después...

Habían pasado varias semanas desde el último sueño de Natalia. Aunque seguían sin descifrar su mensaje, no cesaban en la búsqueda de Sora.

Ese día el sol brillaba intenso sobre el reino. Nat se enfrentaba a Wasabi en el campo de entrenamiento, bañada en sudor.

—¡Otra vez! —jadeó Natalia esquivando el keyblade de su amigo.

Aunque cansada, no se daría por vencida. Cada día mejoraba sus habilidades para cuando llegara el momento de enfrentar al enemigo.

—AAAAH, ESPERA NATALIAAA —chilló Wasabi ya alarmado por la fiereza de su amiga. Pero ella no lo escuchaba.

Con un gruñido, Natalia arremetió contra Wasabi blandiendo su llave espada. El chico apenas tuvo tiempo de bloquear el golpe. La fuerza del impacto los hizo separarse.

—Vamos Nat, relájate un poco —pidió jadeando, apoyando las manos en las rodillas—. Llevamos horas entrenando.

Natalia abrió sus ojos, reaccionando a lo que estaba haciendo—. Ay... ¡L-lo siento! Me deje llevar.

Se acercó a Wasabi y le tendió una mano para ayudarlo a levantarse—. Perdona, no quise golpearte tan fuerte.

Su mirada reflejaba sincera culpa. Últimamente se sentía más irritable, aunque intentaba controlarse. Su amigo no tenía la culpa.

—Descansa un rato, yo...iré a enfriar la cabeza —murmuró apenada. Necesitaba calmarse antes de lastimar a alguien.

Salió corriendo hacia el jardín real, buscando refrescarse bajo la sombra de los árboles. A solas consigo misma y sus tormentosos pensamientos.

Natalia se dejó caer bajo un árbol, tratando de recobrar la compostura. Su corazón aún latía con violencia.

—Perdóname Wasabi... —musitó al aire, ocultando el rostro entre las manos.

Los sucesivos malos sueños la tenían al límite de sus nervios. Si no lograba controlarse, podría lastimar a sus amigos.

Inspiró profundo, expulsando la tensión de su cuerpo agitado. El sol reconfortaba su piel, ayudando a la calma.

Hasta que oyó una voz familiar—. Hola querida, ¿qué sucede? ¿Estás bien? —preguntó una señora regordeta y con un vestido azul con gorro y un lazo rosa. ¡Era la hada Madrina!

Natalia levantó el rostro sobresaltada al reconocer la voz. Su mirada reflejaba honda preocupación.

—Hada Madrina...lo siento, no me siento bien —confesó con un hilo de voz.

Se removió intranquila, sabiendo que el dolor en su voz delataría algo andaba mal. No quería preocupar a la anciana mujer, pero su alma buscaba consuelo.

—He tenido terribles sueños últimamente. Me hacen sentir tan irritable...estoy asustada de lastimar a alguien —sollozó conteniendo las lágrimas.

Esperaba la sabiduría de la hada pudiera orientarla. Su corazón necesitaba desesperadamente recobrar la paz.

—Mi niña, tranquila. No lastimaras a nadie. Ven, caminemos juntas —la ayudó a pararse y empezó a caminar por el jardín—. Una pregunta, ¿de por casualidad son sueños sobre Sora, no?

—Sí, son sobre él —confirmó Natalia secándose las lágrimas con el dorso de la mano—. Siempre lo veo envuelto en sombras, como si tratara de decirme algo. Pero no entiendo el mensaje.

Open Water BeyondWhere stories live. Discover now