Capítulo 13: La ira de una Whitman

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Aún no superaba lo que había pasado el sábado; Kevin soñaba despierto con el acercamiento que había logrado con Gala

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Aún no superaba lo que había pasado el sábado; Kevin soñaba despierto con el acercamiento que había logrado con Gala. No es que tuviera intenciones ocultas cuando había acudido a su casa, sabía lo importante que eran los estudios para ella, tanto como para él; por eso había accedido, sin querer hacerse ilusiones de más. Y aunque al principio la situación había sido de lo más incómoda y había empeorado tras las duras palabras que Gala le había dedicado, al final, parecía que la joven había podido ver más allá de la supuesta ofensa con la que Kevin la había provocado. Y eso había significado un mundo para él.

Se moría por decirle la verdad, pero no podía. Más allá del espectacular físico que Gala tenía, era su magnetismo y su carisma lo que lo volvía loco. No podía negar la atracción que sentía por ella.

Quería conocerla; escucharla, hablar de sus sueños, de sus vivencias y descubrir incluso sus pequeñas imperfecciones. Empaparse de su cultura, que le hablase de su amistad con Sophie, porque parecía algo importante. Lo quería todo; pero sabía que no optaba a nada. Porque ella seguía pensando que era un cretino con novia, que el día que había vuelto de su año sabático, había besado a otra chica a escondidas. Aunque ahora lo toleraba un poco más. Su vida era tan complicada...

Nada más volver a casa había recogido sus cosas y se había marchado con Davide; habían decidido pasar lo que quedaba de fin de semana en la segunda residencia de su abuelo, en los Hamptons, que pertenecía a la costa sur del East End de Long Island. Porque pertenecer a la elite neoyorkina, siendo uno de los herederos de un gran negocio tecnológico, tenía sus ventajas.

Obviamente, Davide rehusaba hablar del tema. Básicamente, porque no se sentía cómodo con la idea de hacerse cargo del negocio que su tatarabuelo había montado hacía ya varias décadas; toda su vida se había reducido a prepararle para la sucesión. Y sentía que no podía hacer mucho al respeto; al contrario de Kevin, que tenía la oportunidad de decidir liderar el negocio familiar o de rechazarlo sin ningún tipo de problemas. Y claramente, él había preferido dejárselo a Mia.

—Ojalá tuviera tanta suerte como tú —le había confesado, años atrás.

Aunque poco después, los padres de Kevin habían perdido la vida en un accidente y su mundo se había vuelto oscuro, caótico y doloroso.

Davide había sido el único, fuera de su entorno familiar, que había permanecido a su lado a pesar de la distancia.

Volver a viajar y a convivir con su amigo era como volver a otros tiempos; unos mucho más felices.

Ese fin de semana se habían dedicado a cocinar, a jugar a básquet y a competir en carreras de coche a través de su PlayStation. Todo parecía estar volviendo a la normalidad.

Y a pesar de que Wendy lo había estado llamando repetidas veces, Kevin había decidido no contestarle. Al fin y al cabo, habían acordado que su tiempo libre era su tiempo libre.

Todas las veces que pudimos ser y no fuimosWo Geschichten leben. Entdecke jetzt