Capítulo 10: La tensión está en el aire

Start from the beginning
                                    

—Sois los mejores de la clase. Si en lugar de veros como enemigos os vierais como aliados, os daríais cuenta de que juntos podéis ser imparables.

«Juntos», un escalofrío recorrió la columna de la joven.

—Con todo el respeto, profesora Wright. Pero no creo que esto funcione. —Gala se señaló a sí misma y a Kevin varias veces.

A nadie le importaba si se mataban el uno al otro para alcanzar la cima. Pero Joy Wright era una profesora joven, de unos treinta y largos, con ideas frescas y una visión de la enseñanza un tanto distinta a la de sus compañeros carcamales. Gala no dudaba de su talento, por algo estaba ejerciendo en el mismísimo Loowod, pero creía que, definitivamente, estaba cometiendo un error. ¡Y de los gordos! Uno, que iba a afectar sus notas.

—Que no funcione, es decisión y responsabilidad suya y del señor Geller —les rebatió Joy mientras se recolocaba las gafas rojas que se le habían resbalado por el puente de la nariz.

Era joven, dulce y simpática; pero también implacable.

—Yo no tengo ningún problema en trabajar con la señorita Bellot. —Kevin habló por primera vez desde que Gala lo había sorprendido tras el anuncio y lo había arrastrado al terminar la clase para hablar con su profesora.

«Señorita Bellot», se burló mentalmente; no podía hacerlo en voz alta por respeto a su profesora. «¡Maldito mentiroso!», lo maldijo.

—Él no tiene ningún problema con ninguna chica —murmuró en voz baja. No se había podido resistir.

Esas palabras no se las dijo directamente a él, pero Kevin había sido el único que las había podido oír y la contempló sorprendido. «¿Qué te extraña tanto?», pensó Gala, antes de girarle la cara con desdén. Lo que no sabía, es que Kevin estaba completamente sorprendido de que le hubiera dirigido la palabra por primera vez desde su malentendido.

—¡Eso es genial! —Joy le sonrió a Kevin ampliamente—. ¿Puedo ayudaros en algo más? —se ofreció a ambos.

Gala se sentía frustrada. «¿De verdad que no hay nada que hacer?», se desesperó. Temía seguir presionando a la profesora, que esta no cambiara de opinión y que, además, terminara por cogerle manía.

Habría podido emparejarla con Sophie; de haber sido libre de escoger, claramente lo habría hecho con ella. Vivir junto a tu mejor amiga y que esta estudiase contigo, tenía ventajas. Pero la suerte parecía no sonreírle últimamente.

—¡Uy! ¡Voy a llegar tarde a mi cita! —exclamó la profesora tras mirar el reloj de muñeca que llevaba—. ¡Mucha suerte, chicos!

Joy se marchó a toda prisa, como un torbellino, mientras nada ni nadie era capaz de pararla. Era una profesora extraña; aunque la mayoría de los genios lo eran.

Al final, Gala había visto escapar su única oportunidad de conseguir un cambio de pareja. Y una vez se quedaron solos, se dio cuenta de que Kevin la observaba fijamente y en silencio, esperando pacientemente a que dijera algo.

—Que te quede claro —quiso esclarecer Gala—: no me caes bien, no somos amigos y no me vas a volver a besar.

Una sonrisa burlona se dibujó en los labios de su archienemigo. Si no fuera por esta última condición, Gala habría estado demasiado ocupada en contemplarla como para centrarse en la conversación.

—¿No es un poco pretencioso que afirmes que quiero volver a besarte sin tan siquiera haberme dirigido la palabra en todo lo que llevamos de curso? —Kevin también podía tener una lengua afilada y eso motivó a Gala.

—No me interesa entablar conversación con alguien que miente más que habla. —Por supuesto, ella también era rápida; sus palabras salieron por su boca como cuchillas.

Todas las veces que pudimos ser y no fuimosWhere stories live. Discover now