𝐌𝐞𝐭𝐚𝐧𝐨𝐢𝐚 | 𝑨𝒊𝒅𝒂𝒏 𝑮𝒂𝒍𝒍𝒂𝒈𝒉𝒆𝒓

Boketo

[ 𝓜. 021 ]

𝓐 |Aidan Gallagher

Noah relataba placenteramente la segunda cita que había tenido con la persona que le gustaba, moría por saber su identidad, sin embargo el chico se negaba rotundamente a soltarlo, decía que ya llegaría el momento, por tanto no iba a insistir. Él hablaba y mis ojos se mantenían en la escalera por la que hace media hora ____ había subido con su mejor amigo.

Mi pie no dejaba de moverse y generar ruido contra el suelo al chocar, por alguna razón los nervios se querían apoderar de mi cuerpo, quería subir y ver por qué tardaban tanto, no obstante eso se vería como algo muy desconfiado, y yo no era así, ¿o sí?

Por un instante mis impulsos pidieron que me levantara sino fue porque. - Parece que estoy hablando solo -. Suspiró el castaño a mi lado con expresión dramática al mil.

- Por supuesto que lo sé, dijiste que... -. Mi cabeza divagó un segundo, tratando de recordar qué era lo que me decía. Me quedé en blanco.

- Está bien, tranquilo, igual ya te lo había dicho ayer, sólo me gusta repetirlo -. Rió golpeando suavemente mi hombro, sin saber qué más añadir sonreí.

Odiaba tanto ello, el dejar de prestar atención un momento y pronto no recordar ni siquiera lo que estaba haciendo o cuál era el motivo por el que me había distraído.

- Iré por unas papas -. Avisó para alejarse hacia la mesa del comedor. Aproveché mi soledad en ese espacio para llevar mis manos a la cara y dejarme caer por completo en el respaldar.

Y en un parpadear sentí la presencia de alguien a mi lado. - Que raro no verte con tu chicle -. Vaciló Erin, confundido me reincorporé. - Uhg, me refiero a ____.

- ¿Por qué chicle? No entiendo -. Fruncí el ceño.

- Y luego dices que no estás tonto... Lo digo porque siempre está pegada a ti -. Se metió un puñado de pop corn a la boca.

- Ella no está siempre pegada a mí, y en todo caso sería al contrario -. Volví mi vista a los escalones, pues ____ bajaba por ellas. Sin pensármelo dos veces me paré para acercarme. Con entusiasmo la abracé levantándola del suelo y llenándole de besos la mejilla.

- Eso, coman frente a los pobres -. Apareció James detrás. Y entonces me percaté de algo, ambos tenían los ojos rojos, habían estado llorando. Pasé de euforia absoluta a preocupación en cuestión de microsegundos.

- ¿Están bien? -. Probablemente era la pregunta más estúpida de todas, pero fue lo primero que atiné a decir al darme cuenta. El chico asintió esbozando una dulce sonrisa.

- Sí, cosas menores... Yo mejor los dejo, no quiero quedarme sin comida -. Señaló yéndose del lugar, al voltearme para verlo noté que Erin tampoco yacía en la zona.