—¿en tus primeras citas siempre regalas vestidos?

—no, eres la única a la que le compraría el centro comercial entero —responde con una sonrisa mostrando sus dientes. —¿eso responde a tus dudas?

No negaré que eso me ruborizo, ni siquiera me esperaba esa respuesta, tarde varios segundos en procesarla.

—no quiero que gastes en mí.

—por favor, no me desprecies este detalle que quiero tener para ti, tómalo como agradecimiento por venir a acompañarme.

Lo pensé un momento, pero él era muy insistente, así que accedí, deje a los guardias cuidando de Santiago mientras entraba a medirme un vestido que llamo mi atención, un diseño sencillo, de color blanco aperlado, cuello amplio, tirantes finos de metal con la espalda descubierta y una abertura lateral en la pierna, un vestido que grita elegancia

Por un instante al verme al espejo podía ver a una chica diferente a la que soy, una chica que si la vieran caminar con ese vestido nadie creería que ha sufrido mucho y que vive de matar a gente mala

Las apariencias engañan demasiado

Es escalofriante

Salí del probador con el vestido en la mano devuelta a la realidad, él se veía tranquilo esperándome con una sonrisa mientras preguntaba si me había gustado el vestido a lo cual yo solo asentí con mi cabeza.

—Iré a pagarlo —se levantó del pequeño sofá en el que estaba sentado, camino hacia la caja de cobro, ahí fue cuando me di cuenta de que él llevaba otra prenda.

—¿Por qué llevas eso? —pregunte curiosa, a lo mejor le iba a llevar algo a su mamá, yo qué sé, es posible si él lo único que quiere es gastar dinero.

—te escogí un vestido que creo que te lucirá genial, creo que el rojo luce bien en ti.

—con un vestido era más que suficiente, llegando a casa te pagaré lo que gastaste —susurre para nosotros mientras le cobraban.

—este es un regalo que quiero darte, no puedes despreciar un regalo, es de mala educación —devolvió el susurro mientras ahogaba una risa.

Después de pagar el chico que le cobro los vestidos le entrego su factura, pero antes de que él la tomara me acerque y yo fui quien tomo la factura, mientras salíamos de la tienda revise cuando había gastado en los vestidos.

—No mames

Quede loca

—¿Qué sucede? ¿Cobro algo mal?

—no mames

En definitiva, quede loca

—cuatro mil doscientos dólares del vestido blanco y cinco mil cuatrocientos dólares del vestido rojo, eso da un total de... —me giré para ver a un guardia aún algo atónita. —¿Cuánto es?

—Nueve mil seiscientos dólares señorita Alex —dijo uno de los guardias para después tomar su distancia.

—Gracias —respondí y volví a girarme con Santiago. —gastaste nueve mil seiscientos dólares en dos vestidos, ¿sabes cuanto dinero es eso en México?

—No, ¿Cuánto es? —pregunto curioso.

Yo tampoco lo sabía, así que me volví a girar con el guardia que me había respondido anteriormente, tardo varios segundos en responder mientras usaba su teléfono para sacar cuentas.

—creo que son aproximadamente ciento cincuenta y seis mil novecientos pesos mexicanos.

Era una reverenda chingadera.

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⏰ Last updated: Apr 04 ⏰

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