3-JEFA

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Quería llorar, pero me tenía que mantener fuerte para mi hermano, nos estamos escondiendo en el desierto, solo estaba con Cris boca abajo deseando que no nos encontrara la policía de inmigración, escuche unos fuertes disparos, Oso se había adelantado para ver si el camino estaba despejado, Kong estaba a lado de mí aunque la oscuridad de la noche me hizo perderlo, quizás yo soy la que esta pérdida.

—Alex, tengo mucho miedo —ambos estábamos temblando, por el miedo a ser atrapados y por el frío, él quería llorar y no lo culpaba.

—todo va a estar bien, Cris, no llores, recuerda que Oso dijo que no teníamos que hacer ruido —todo paso tan rápido, una luz se encendió enfrente de mi cara, no podía ver quien era.

-Horas antes-

—no te puedes quedar aquí.

—No es justo —era una jodida mierda, no podía elegir otra cosa que no fuera huir.

— ¿qué querías? No esperes que nadie les vaya a hacer daño, en el momento en el que quien sea que les haya hecho esto se entere de que estas viva hará lo que sea para acabarte, si no es a ti, será a tu hermano.

Esa era la realidad, aunque no lo quiero aceptar, ahora soy yo quien tiene que ver por mi hermano, ya no puedo quedarme aquí, mucho menos puedo ser yo misma y todo por las malditas cosas en las que mi papá estaba enredado.

— ¿Qué tengo que hacer? —con esa pregunta, Jordán asintió y empezó a hacer llamadas, caminar de un lado al otro, entraba y salía de la habitación, algunas veces con el teléfono en mano y otras veces hablando con Oso.



Me ponía los nervios de punta, está claro que no nací preparada para esto, simplemente no estoy lista y no creo estarlo en cuestión de horas, necesito vomitar.

— ¿Alex, que tienes? Dime si te sientes mal para llamarle al doctor o no sé, hacer algo por ti o quizás necesites comer y descansar un poco.

—Solo cállate — vomité el suelo y parte de la silla de ruedas, no es que me sentía mal, solo todo me hacía sentir mareada, ni siquiera me sentía yo misma —perdón por vomitar.

— ¿me estás pidiendo perdón por hacer algo que la mayoría de las veces uno como persona no puede evitar hacer cuando se siente mal? —una sonrisa burlesca hizo presencia en su rostro.

Su humor me estaba causando dolor de cabeza.

— si me lo dices de esa manera, si suena muy estúpido lo que dije.

— no tienes por qué disculparte, te llevaré a tu habitación para que descanses y yo limpiare esto.

Asentí, lo siguiente me tomo por sorpresa, Jordán me rodeo con sus brazos y me llevo cargando hasta la habitación.

— ¿no era más sencillo en la silla de ruedas? —no me incomodaba estar así, pero si era una sensación extraña.

— tal vez, pero la silla también se debe de limpiar, necesito que descanses, mientras tanto yo me encargo de la movilización y al rato te cuento el plan.

Su mirada era seria y analizaba cada palabra que decía, como si quisiera tener cuidado con lo que me quiere decir, aun así no quise seguir cuestionándolo, decidí hacerle caso, al final de cuentas, descansar un poco no era una mala idea.



— ¿estás loco, como se te ocurre mandarnos al desierto? Cris está muy pequeño.

OJO POR OJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora