23. Enfrentamientos y amenazas

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No bastó mucho para que el Gerente de la empresa y la coqueta Fave se marcharan y, fue en ese entonces cuando Joseph aprovechó el momento para hablar con Lexy.

—Linda, tendré una reunión fuera de la ciudad esta semana y necesito saber si puedes venir conmigo —le dijo.

Ella estaba conteniéndose para no explotar y, la invitación de Joseph la confundía todavía más.

—¿Yo? —preguntó ella y se tocó las manos con nervio.

—Sí, linda, tú —respondió él y notó que algo no estaba bien. No tenía pelo de tonto y sabía bien que la había visto llorar—. ¿Estás bien?

Lexy se quedó callada y el corazón le latió con fuerza contra el pecho y, por más que quiso mentirle, no pudo, existía algo en Joseph que la hacía sentir segura, protegida y casi inquebrantable.

—Esteban me va a matar —siseó y los ojos se le llenaron de lágrimas.

Joseph se levantó de su puesto y cogió su teléfono y se aceró a ella con aprensión.

—Tienes que ir a la policía, Lexy, no puedes seguir viviendo así. Déjame acompañarte a la estación más cercana...

—¡No puedo! —gritó ella y se tocó las mejillas con angustia—. ¡Mis padres están involucrados y es mi culpa! —chilló rabiosa y Joseph se quedó complicado por sus incoherentes frases—. Les mentí para ayudarlo y ahora todos estamos en problemas.

Sollozó con culpa.

—No sé de qué me estás hablando.

—Esteban se dedica al tráfico desde hace un año y mi padre le ha prestado el dinero para expandirse en la calle. Para comprar drogas, para pagarle a las hormigas que venden para él... mi padre le ha dado el dinero —susurró Lexy llena de vergüenza—. Somos sus cómplices.

—¿Esteban es un traficante? —preguntó Joseph, atolondrado. La joven asintió conforme y con apocamiento—. Mierda, eso es grave —siguió y caminó para cerrar la puerta de entrada de su oficina—. ¿Y qué trafica?

—Cocaína —respondió Lexy, muy avergonzada.

Joseph había tenido la leve esperanza de que se tratara de otra substancia, pues estaba seguro de que Esteban también consumía, pero la decepción era clara y fuerte.

—Le envíe un mensaje diciéndole que lo nuestro ya no da para más y me dijo que me iba a matar —repitió ella y dejó a Joseph entre dos sentimientos que no logró procesar: felicidad por su valentía para iniciar la ruptura y miedo por las amenazas del joven estudiante—. Siempre me ha dicho que, si me atrevo a dejarlo o a denunciarlo, me voy a pudrir en un cajón —aseguró ella y Joseph entendió de inmediato las referencias del joven.

—Vale, vale, tenemos que pensar el algo —musitó él e intentó relajarse para pensar con mayor coherencia.

Pero no podía, tenía mucho que enfrentar y sentía que el tiempo no estaba a su favor.

"Déjame preguntar: ¿Por qué tenemos que ayudar? No sabía que nos dedicábamos al fono-drogas". —Molestó la conciencia de Joseph y por más que quiso escucharla, no pudo, hizo oídos sordos, aun sabiendo los problemas que aquello atraería.

—Primero —dijo Joseph con ansiedad—. ¿Puedes viajar conmigo a la capital esta noche? Nos hospedaremos por tres días allá, regresamos el viernes por la mañana para una conferencia de prensa y una cena en el hotel Real —protocolizó y dictó con seguridad, ansioso porque la joven aceptara.

Lexy escuchó el nombre del hotel y pensó que se quemaría por los celos que la invadían.

—¿El hotel Real? —curioseó ella, un tanto celosa, chispeante, acalorada. Joseph movió la cabeza en aprobación—. ¿Siempre vas al hotel Real con Anne Fave?

Siempre míaWhere stories live. Discover now