Capítulo cincuenta y nueve

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—Creo que no tengo una razón. Soy una mala persona, o una persona que la hicieron mala persona y no supo que hacer con eso —responde él.

Parpadeo, creyendo que estoy atrapada en una de mis pesadilla. No reconozco a mi padre, siento que estoy a punto de explotar.

—No,no. Tiene que haber una razón —niego con la cabeza —. ¡Elizabeth era tu hija, TÚ hija!

—Y tú también, sin embargo, nunca te hice nada malo. —tiembla —. ¿O vas a decir que fui un mal padre contigo?

Se acerca a mí, sujetando mi rostro. El miedo me congela.

—¡¿Crees que soy un mal padre?! —grita —. ¡Responde, mierda!

—No, no lo eres.

Él sonríe, negando con la cabeza, y termina riéndose a carcajadas.

—No es mi culpa que tu hermana siempre haya sido demasiado provocadora conmigo. Ella nunca me pidió que pare, no hizo nada para que yo me detuviera. —Alza los hombros sin piedad —. Yo solo quería salvarla de que no cometiera un error, por eso la tuve cautiva es este lugar. Hans no era bueno para ella. Solo intentaba ser un buen padre, ¿sabes lo qué hubiera dado yo por tener un padre que se preocupara por mí?

Una arcada casi me lleva al vomito.

—Mía quería lastimar a Elizabeth, estaba resentida por haberse metido con su padre. Yo solo la detuve de que le hiciera algo malo —Dice mi padre. Retrocedo cuando se acerca a mí —. ¿Tú no hubieras hecho lo mismo? ¿Cuantas personas haríamos lo mismo por alguien que amamos?

—¡¿Y Lency? ¿Y mi madre?! —le grito —. ¿Ellas también querían dañar a Elizabeth o tenias otra razón?

—Tu madre sabia lo pasaba con tu hermana, en cambio, le pedía a Dios que yo dejara de amar a mi hija. ¿Te crees que ella hizo algo por Elizabeth? Ahora creo que estaba celosa porque a ella no deseaba tocarla. —se pone eufórico —. Y Lency... ella simplemente quedo atrapada en un mal juego. Siento mucha pena por lo que le paso, no lo merecía, pero sabia demasiado y tuve que convencerla de saltar. Lo mismo pasó con Frank, con Maria... y realmente los quería pero no podía dejar que arruinaran mi plan.

Todo empieza a darme vueltas.

—¡Eres un monstruo!

De repente escucho que la puerta se desplaza. Me doy la vuelta y veo a Hans parado frente a mí, él mira a Mia sin poder creerlo.

Hay un silencio breve que inunda las cuatro paredes y nos deja inmóvil hasta que mi padre saca su arma y me apunta.

—¡Quédense en el lugar o les vuelo la cabeza! —Mi padre se pone nervioso.

Hans levanta sus manos y me mira fijo. Intentando no llorar alzo mis manos.

—Déjalos ir —dice Mia —. Yo me quedare contigo. La policía tarde o temprano va a empezar a sospechar si no vuelven.

—Por favor. —Intento acercarme a mi padre —. Nadie tiene que salir lastimado, todavía hay tiempo para arreglar las cosas.

—Parece que no entienden como son las cosas —dice él —. Nadie va a irse de aquí, una vez que entran no tienen salida.

Escucho la respiración agitada de Hans. Cierro los ojos, nerviosa cuando mi padre carga su pistola y dice:

—La verdad es que no esperaba tener tantos invitados, solo tengo dos cadenas disponibles...

Mi padre gira hacia un costado, observando a Mia cuando se inclina hacia delante y Hans corre hacia mi padre, forcejeando con el arma en ambas manos.

—¡Venus, Corre! —me grita Hans.

Me quedo inmóvil un segundo hasta que escucho el llanto del bebé. Corro hacia el baño, miro a mi alrededor y encuentro al bebé en la bañera. Veo su rostro, tan perfecto como el de Elizabeth. Es una niña.

Escucho los gritos y el forcejeo entre mi padre y Hans. Mia llora, desesperadamente. Me acerco a ella, intentando ayudarla a liberarse pero se me dificulta con el bebé en brazos.

—¡¿Dónde esta la llave?! —le pregunto.

—Siempre la lleva consigo. —responde Mia dándose por vencida —. ¡Vete, por favor. Los va a asesinar!

Miro a mi alrededor, buscando algo para ayudarla. Hans me grita.

—Está bien... —susurra Mia, con lagrimas en los ojos. Pidiéndome qué la deje aquí —. ¡Vete!

¿Cómo puedo hacer eso?

—Lo siento tanto... —le digo.

Agarro el dibujo de la pared qué Elizabeth dibujo para mí y abro la puerta. Corro hasta el auto de mi padre pero no tiene las llaves puestas. Enciendo la radio y pido ayuda a gritos.

Entonces escucho un disparo, me quedo inmóvil, temblando. Vuelvo a escuchar dos disparos más y veo que la puerta de la choza se abre. Empiezo a correr con el bebé en brazos, mi corazón esta a punto de estallar. No puedo ver nada, hace demasiado frió y esta todo oscuro.

Puedo ver el rostro de Mia mientras corro. Su desesperanza y bondad.

Los ojos fríos y benévolos de mi padre.

Y el coraje de Hans.

Puedo sentir la decepción y el dolor usurpando cada parte de mi cuerpo.

Me aferro con fuerza al bebé hasta que me choco contra alguien o algo y me desvanezco por completo.

¿Qué pasó con Elizabeth Parker?Where stories live. Discover now