Capítulo once

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Vivian: Llámame, recordé algo

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Vivian: Llámame, recordé algo.

Veo el mensaje a la mañana siguiente en la escuela. Guardo mis cosas y voy al baño a escondidas. Marco el número de Vivian y ella responde.

—¿Vivian, cómo estás? —le preguntó.

—Bien, lo siento ayer vi tarde tu mensaje —dice—, pero reconocí ese nombre, Lord...

—¿Qué recordaste?

—¿No estas cerca de nadie que pueda escucharnos?

—Estoy en el baño, puedes hablar.

—Lord y tu hermana tuvieron sexo luego de estar juntos en una fiesta. Al poco tiempo Elizabeth quedó embarazada —hay una breve pausa—. Venus... debes hablar con él.

—Él me dijo que Elizabeth estaba saliendo con un conocido suyo, que no había pasado nada entre ellos.

—Te mintió —afirma Vivian—. Elizabeth no habló mucho conmigo luego de eso, pero sé que se sentía mal por haber estado con él.

—¿No recuerdas nada más sobre ellos? ¿Algo que Elizabeth te haya contado?

—Siento mucho no poder ayudarte más, es todo lo que recuerdo.

Me recuesto sobre la pared con frustración.

—Esta bien, cualquier cosa que recuerdes llámame.

La llamada se cuelga, siento un nudo en el estómago y una ira incontrolable. Pero el timbre suena y debo entrar a clases. Estoy por continuar mi camino hasta que alguien me detiene del brazo.

—Ey Venus —aparece Mia con una sonrisa sospechosa, y una coleta sujetando su cabello rubio claro—. ¿Estás bien? Tienes una cara...

—¿Sabes si Lord vino hoy a la escuela?

Mia sonríe como si le estuviera haciendo una broma, y luego se pone seria. Demasiado seria.

—¿Están saliendo?

—No, solo quiero hablar con él —le digo.

Se acerca a mí e intenta darme la mano.

—Deberías buscar mejores maneras de aliviar tu dolor, Lord no es para ti —gira su cabeza hacia un costado —. No es fácil lo que estás pasando. Lo entiendo.

—¿De que me estas hablando?

Empiezo a sentir que la ira se apodera de mi cuerpo.

—Puedes venir al grupo por cierto, es hoy a las ocho —finge una estúpida sonrisa.

—¿Sabes que Mia? Ya no te reconozco —la examinó con los ojos—. ¿Qué te sucedió? No eras así, pareces otra persona.

—Dios me salvó.

Pongo los ojos en blanco.

—¿Y por eso dejaste a tus amigas de lado, Dios te lo aconsejo?

—Seguimos siendo amigas como siempre—sus ojos color café se iluminan.

¿Qué pasó con Elizabeth Parker?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora