¿Qué pasó con Elizabeth Parker?

Capítulo cuarenta y dos

Narra: Padre de Venus

—Zona despejada −digo a través de la radio —. ¿Me escuchan? Hola...

—Parece que se corto la señal —dice Frank —. ¿En donde estamos?

—En el kilómetro 82, del lado contrario del lago —Miro hacia ambos lados —. Deberíamos parar, voy a fumar un cigarrillo.

Estaciono el auto y me bajo de él. Saco un cigarrillo de mi bolsillo y miro hacia todos lados antes de prenderlo.

—Estamos en medio de la nada, ¿no es por aquí qué encontraron al hijo del pastor?

Le paso el cigarrillo a Frank pero me lo rechaza.

—Estamos más alejados, aquí no hay ninguna casa registrada. Literal nos encontramos en medio de la nada.

Tomo mi teléfono y empiezo a caminar. Se escucha el sonido de los arboles moverse, mi cigarrillo se apaga. Frank me toca bocina y me hace seña para que vuelva. Pero sigo caminando hacia delante.

—¡Vamonos! —me grita Frank —. Michael...

Comienzo a correr, casi hasta llegar a los arboles. Miro hacia abajo, no puedo creerlo. Frank deja de gritar, me doy la vuelta y lo miro fijo. Él sabe lo qué quiero decir. Corre hacia mí, y entonces digo:

—Avisa que traigan refuerzos.

Saco mi arma y me inclino hacia abajo para levantar una pequeña puerta de madera que esta camuflada entre el pastizal.

—A la cuenta de tres nos metemos —susurro con mi pistola cargada —: Uno, dos, tres...

Abro la puerta, hay una pequeña luz encendida. Bajamos por unas escaleras y gritamos:

—¡Policía! ¡Policía! Arriba las manos.

Pero dentro no hay nadie.

—Que mierda... —Frank esta sudando, y sus manos tiemblan.

Es un pequeño búnker, que no entran más de cinco personas. Me acerco a una esquina, hay ropa y sujetadores de mujer. Están sucio. Usados.

Hay comida para perro en mal estado, un balde con agua y un cuchillo arriba de una pequeña cocina. Revuelvo entre la ropa, allí encuentro un cuaderno. Lo abro y comienzo a leer.

Día 5: Su compañía aquí me hace bien, ella puede verme como realmente soy: un asesino. Ella es tan hermosa, me gusta verla comer y secarle las lagrimas cuando esta llorando. Ojala la hubieran tratado mejor, pero conmigo esta a salvo. Lency ya no sufrirá.

Dejo caer el cuaderno de mis manos y subo rápidamente las escaleras. Enciendo un cigarrillo con las manos temblorosas y me tomo de la cabeza.

Maldigo entre dientes.

—Encontramos la guarida del secuestrador —Fank pide refuerzos desde su teléfono —. Parece que el caso de Lency no fue solo un suicidio, la tuvieron cautiva aquí.

Me doy la vuelta una vez qué Frank corta y le pregunto:

—¿Cómo estaba vestida Mia antes de desaparecer?

—Tenia una blusa de lunares y un jean color camel.

Miro hacia abajo, hay tres pantalones tirados, uno de ellos color camel.

—Las tenia a ambas aquí —digo —. Si Lency y Mia desaparecieron de la misma manera es porqué alguien las secuestro, y por lo que se ve es un psicópata, sentía algún tipo de conexión sentimental con sus victimas por lo qué escribió.

—Con Lency nos hizo creer que solo era un suicidio, tenia razones, por lo que Dylan le había hecho en la fiesta. Jugo el papel de la culpa con ella. En cambio, Mia tenia motivos para escapar por lo que hizo con Elizabeth y eso nos hizo creer.

—Esta jugando con nosotros...

—¿Entonces donde esta Mia? —pregunta Frank.

—Muerta, lo más probable —Tenso mi mandíbula, no quiero decirlo pero —: llegamos tarde.

La policía inspecciona todo el lugar, los investigadores tratan de buscar algo acerca del asesino. Pero no encuentran nada, ni siquiera un pelo o un registro de sus huellas digitales. Tanto que nos hace dudar si realmente estuvo aquí. Pero en cambio, las prendas coinciden con exactitud con las de Lency y Mia.

—Hay prendas qué todavía no podemos identificar de quién es. Parece qué eran tres chicas —escucho decir a Frank.

Me siento en el auto y golpeó el volante hasta que enciendo la radio.

''Lo qué todos aquí nos preguntamos es, ¿donde esta Mia?'', dice la entrevistadora.

Narra: VENUS

Estoy en el comedor mirando la televisión, esperando a qué el noticiero de más información sobre el cautiverio donde mantuvieron a Lency y Mia.

—¿Ella eran tus amigas, verdad? —me pregunta Maria desde la cocina mientras lava los platos —. ¿Las extrañas?

—Si tus amigas desaparecen, ¿las extrañarías?

Ella se acerca a mí con el trapo en la mano.

—Nunca tuve muchas amigas, era muy cercana a mi hermana hasta qué un error nos separo —dice ella.

—¿Qué error?

Me doy la vuelta, observándola.

—Un hombre, ellos siempre serán un error para una mujer.

Pienso en Hans ante sus palabras y me viene un malestar insoportable.

—¿A ti te gusta el hijo del pastor, verdad? —me pregunta Maria, mirándome con una sonrisa.

—¿Mi padre te dijo eso? —le preguntó, y ella asiente con la cabeza —. Él no sabe nada.

—Los padres siempre saben todo...

Maria busca algo en su bolso, parece qué tiene muchas cosas allí adentro.

—¿Y tú tienes hijos? —le preguntó.

—Ni hijos, ni padres, ni novio. Así se vive mejor —me guiña un ojo y deja su bolso sobre la silla —. Iré a ver a tu madre.

Maria sube las escaleras. Intento concentrarme en lo qué dicen en las noticias pero no puedo dejar de ver su bolso. Miro la escalera, luego su bolso y así estoy hasta qué me pongo de pie, y abro el cierre de su bolso. Mis manos tiemblan pero no me detengo, rebusco entre sus cosas y me encuentro con muchas sorpresas.

Lleva mucho maquillaje, dinero suelto, caramelos, incluso, me encuentro con algo de ropa interior. Tal vez debería detenerme ahí mismo, pero no puedo. Agarro su billetera, la abro y en busca de su documento me encuentro con una foto de ella unos años más joven junto a mi madre. Me quedo completamente en shock. ¿Ellas se conocen?

Agarro su documento y leo su nombre completo en voz alta:

—Maria Fernandez...

Escucho qué Maria dice mi nombre y al rato comienza a bajar por las escaleras.

«¿Por qué tiene una foto con mi madre y lleva su mismo apellido?», pienso.

NOTA DE AUTORA: ¿Quieren saber qué pasó después? ¿Por que creen que Maria tiene una foto con la madre de Venus? Los voy a estar leyendo, no se olviden de dejar su voto. Los quiero.