Capítulo 5: Los secretos cortan como un cuchillo

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—La cerveza ya debe de estar caliente —se quejó su amigo mientras hacía pucheros.

—Pediremos otra —le aseguró Kevin pasándole un brazo por los hombros.

Si había alguien, aparte de Mia, que había echado de menos durante aquel año, había sido a su mejor amigo: Davide Brown.


Después de cuatro cervezas, Kevin le había contado con pelos y señales como había sido su año sabático visitando Europa

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Después de cuatro cervezas, Kevin le había contado con pelos y señales como había sido su año sabático visitando Europa. Davide había escuchado atentamente las anécdotas más divertidas que su mejor amigo le estaba narrando; la vez que perdió su documentación en París y le tocó ir al consulado a denunciarlo y conoció a una sexy policía o la rocambolesca noche en la que había aterrizado en Ibiza y al no encontrar ni una habitación libre en los hoteles de la isla, había terminado durmiendo durante una semana en el sofá de un apartamento alquilado por jóvenes españoles que estaban ahí para celebrar una despedida de soltero. Lo cierto es que habían sido muy simpáticos.

La aventura de su amigo parecía de todo menos trágica; aunque Davide conocía el motivo por el que Kevin había abandonado la universidad durante aquel tiempo, este último, había decidido contarle solo la mejor parte. Cualquiera que lo escuchara hablar, pensaría que había sido un viaje idílico. Nada más lejos de la realidad.

Kevin se había cerrado completamente en banda. Porque no todo habían sido visitas culturales, chicas y fiestas; también se había sentido solo, desgraciado y muy perdido. Había arrastrado su dolor por distintas ciudades hasta que había hallado la forma de convivir con él; aún lo sentía, en lo hondo de su alma, pero se había acostumbrado a ello.

Los ojos que antaño brillaban de emoción y desafío ahora estaban ensombrecidos por la pena; su verde se había apagado e incluso su forma parecía haber cambiado ligeramente. Kevin había adoptado una mirada triste. Pero nadie podía reprocharle nada.

La reunión entre los amigos no duró mucho más; en cuanto empezaron a llegar sus antiguos compañeros de clase, Kevin se despidió de Davide y se retiró con disimulo.

Osvaldo no tardó mucho en aparecer. En silencio y pensativo, el joven se subió al todoterreno negro y se abrochó el cinturón.

Tenía mucho en lo que pensar, y mientras rememoraba el encuentro con Gala bajó la ventanilla para dejar paso a la suave brisa de aquella noche de otoño. No podía dejar de pensar en ella; sus manos y sus labios aún le recorrían como si de un fantasma se tratara.

Había sido una casualidad de lo más extraña; pero parecía obra del destino. ¿Qué probabilidades había de encontrarse con la misma persona, en un baño público, dos veces?

«Además, tiene que ser estudiante de Marketing», cayó en la cuenta. «O al menos, estudiante de Loowod».

Si había encontrado a la joven en la universidad y había vuelto a verla en The Blue Vanguard, solo podía significar que compartían la misma carrera. «¿Estudiante de primero o de segundo?», trató de averiguar. No había coincidido con ella, por lo que solo había esas dos opciones.

Todas las veces que pudimos ser y no fuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora