Capítulo cuarenta y uno

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...

Alguien me sacude, siento la pesades sobre mis ojos y aun recuerdo esa extraña sensación cuando los cerré.

—Despiértate —escucho la voz de Lord y luego la de Hans, y luego los dos a su vez.

Miro hacia todos lados, desorientada y confundida. Estoy acostada en una cama, una qué ni siquiera reconozco. Me incorporo con miedo.

—¿Qué estoy haciendo aquí? ¿En donde estoy? —Los miro a ambos con muchas preguntas—. ¿Qué sucede?

Me pongo de pie y mi cuerpo se siente más pesado de lo normal.

—Yo te traje hasta aquí —dice Lord, mirando a Hans —. Quería qué Hans venga por ti y yo a cambio descubrir la verdad sobre lo qué pasó con Mia. Dile lo qué hiciste...

Frunzo el ceño y miro a Hans pero él baja la cabeza.

—¿Qué sucede? —preguntó, con el corazón acelerado y a punto de romperse.

Hans se atreve a mirarme.

—Me acosté con Mia —me dice y se muerde el labio con nerviosismo —. Lo siento tanto...

Me hago hacia atrás con el ceño fruncido y los ojos llorosos.

—¿Cuando fue? ¿Antes de venir a mi casa y consolarme por la muerte de Lency? ¿o a caso fue después? —le pregunto casi al borde del colapso.

—Cometí un error.

—¿Y después qué? ¿La secuestraste por qué no querías qué dijera la verdad?

Hans niega la cabeza inmediatamente, pero Lord toma la palabra.

—Él no fue —dice —. Fuiste tú, ya comprendí la verdad.

—¿De qué estas hablando?—le preguntó.

—Lord dice que tú sabias lo qué Mia hacia desde hace tiempo, por eso elegiste a su padre como un cliente —Hans suspira y me mira con extrañeza, ambos lo hacen —. Por eso entraste a la casa de Mia aquella noche.

—¡¿Qué clase de teoría es esa?! —Alzo la voz —. Podría estar enojada con Mia pero jamas le haría daño.

—Tenias un motivo para silenciarla —Lord me mira fijo, y gira su cabeza a Hans.

—¿Y como sabemos que no fuiste tú?—intervengo —. Escapaste de Wonderf una semana después de la muerte de mi hermana y jugabas a ser el aliado secreto de Mia.

—¿Por qué no viniste a la reunión familiar la noche qué Mia desapareció? Mi madre te invito y no apareciste. ¿Donde estabas? —le pregunta Hans a su primo.

Lord no responde a la pregunta de Hans. Nos quedamos en silencio, mirándonos, sospechando si entre nosotros se encuentra el verdadero responsable.

Suena el timbre, Lord me mira y luego a Hans. Camina hacia la puerta pero no la abre, se inclina hacia abajo, agarrando algo del suelo.

—¿Qué sucede? —pregunta Hans.

Lord se da la vuelta, camina hacia nosotros con el ceño entre fruncido y dice:

—Al parecer no somos los únicos locos —me entrega en la mano una pequeña invitación, que dice: ''Lord, fuiste invitado a la fiesta de disfrazas''.

—Seguro es una broma—susurra Hans.

Mi teléfono comienza a sonar, es mi padre. Le corto pero sigue insistiendo.

—Debo irme a casa —Hans me sigue pero lo detengo —. Sola.

—No te vas a volver sola —me dice.

—¿Ahora sí te importo?

Hans me toma del mano y me lleva hasta la puerta.

—¡Suéltame!

Abre la puerta del auto y me sienta.

—Quédate quita —Se para frente de mí, intentando ponerme el cinturón. Me lo ajusta tanto qué apenas puedo moverme y va hacia su asiento. Enciende el auto y antes de arrancar dice—: Lo siento...

Miro hacia el frente sin mostrarme vulnerable.

—No tienes que hacerlo —respondo —. Olvídalo.

—¿Tú lo harás? ¿Lo olvidaras?

—No —respondo —. Pero tampoco esperaba qué fueras como yo quería creer.

Se gira a verme y susurra:

—Nunca confiaste en mí.

—Nunca confié en qué yo pudiera elegir a alguien qué realmente me convenga.

Hans se queda en silencio, aprieta con fuerza sus manos al volante. Tanto que sus venas se marcan.

—¡¿Qué es eso?! —Hans señala hacia un costado de la carreta.

—Solo veo arboles —digo, mirando a mi al rededor.

—Creí ver a alguien corriendo —duda —. Voy a frenar.

—¡No! —le pido —. Necesito volver a casa, por favor.

Hans frunce el ceño y sigue de largo hasta mi casa. Me desabrocho el cinturón y abro la puerta.

Él me mira fijo, con la mandíbula tensa, creo qué va a decir algo pero simplemente se queda en silencio y yo entro a mi casa.

—¡¿Papá?! —grito una vez llego a casa, esta todo el silencio.

—Venus, querida... —aparece Maria con una sonrisa bajando las escaleras —. Tu padre no esta en casa, ¿necesitas algo?

—¿Y mi madre? —le pregunto.

—Arriba —Paso por su lado pero me toma del brazo —. Es mejor que la dejes descansar.

—¿Le diste la medicación esta noche?

—Sí, como todas las noches.

—¿De donde sacas la receta medica para comprar las medicaciones?

Maria revolea los ojos.

—¿A qué viene esa pregunta? —Frunce el ceño y alza los hombros —. Asisto a la cita con el medico y él me da la medición correspondiente.

''No hay nadie registrado con el nombre de Lili Fernandez''

—Me voy a dormir, permiso —le digo.

—En tu habitación te deje una carta, llego esta tarde a la casa.

Me detengo y recuerdo la invitación qué le llego a Lord.

—¿Viste quién la envió?

—La dejaron debajo de la puerta —responde, y nunca deja de sonreír —. Realmente no lo sé.

La observo durante unos segundos y subo hasta mi habitación. Cierro la puerta con llave y veo qué en medio de la cama hay un sobre con mi nombre.

Me acerco y lo abro.

''Un buen disfraz puede ocultar todo menos las mentiras del pasado. Espero verte en la fiesta de disfraces, angelito''.

''Angelito''.

Me asomo a la ventana, puedo ver a Hans desde el otro lado. Él se acerca al balcón y alza su mano, en ella tiene la misma invitación a la fiesta de disfraces.


NOTA DE AUTORA: ¿Cual de los tres les parece más sospechoso aquí, Hans, Venus o Lord?

¿Qué pasó con Elizabeth Parker?Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora