El Entrenamiento Divino

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Tras la conclusión de un tenso enfrentamiento y la impactante intervención de Zeno Sama, el Universo 7 emergió triunfante en el torneo. Esta victoria no solo aseguró el destino favorable de la Tierra sino que también les otorgó el premio supremo: las Super Esferas del Dragón. Este detalle había permanecido desconocido para los guerreros Saiyajin hasta el último momento, revelándose como una sorpresa tan monumental como la competencia misma.

 Este detalle había permanecido desconocido para los guerreros Saiyajin hasta el último momento, revelándose como una sorpresa tan monumental como la competencia misma

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La decisión sobre el uso de las esferas recayó en Bills, el Dios de la Destrucción del Universo 7. En un gesto inesperado que reflejaba tanto su capricho divino como un toque de bondad fraterna, Bills escogió revivir a los habitantes de la Tierra del Universo 6. Esta decisión fue motivada por su deseo de que Champa, su hermano y contraparte en el Universo 6, pudiera disfrutar de los exquisitos sabores y manjares que la Tierra podía ofrecer.

A los guerreros Saiyajin, al enterarse del deseo concedido por Bills, les pareció una elección sorprendentemente estúpida, considerando la magnitud de poder y oportunidad que representaban las Super Esferas del Dragón. A pesar de su descontento interno y el deseo de emplear al menos un deseo para reparar los daños sufridos por su propia Tierra, optaron por mantener un respetuoso silencio. Evitando confrontaciones con Bills, reconocieron tácitamente la complejidad de las dinámicas divinas y las decisiones insondables de un dios, aunque en el fondo, no pudieran dejar de sentir una leve desilusión por la oportunidad perdida.

Después de aquel cardiaco torneo y la resolución de tensiones con los dioses, Goku, Gohan y Vegeta decidieron hacer una breve visita a la Tierra. Necesitaban informar a sus familias sobre sus ausencias y prepararse para futuros desafíos. Aunque a Videl y Bulma les preocupaba la idea de que sus esposos estuvieran lejos, comprendían la importancia de su entrenamiento para enfrentar cualquier amenaza venidera, incluyendo la posibilidad de un enfrentamiento con Bills, el Dios de la Destrucción.

Chi-Chi, por otro lado, manifestaba su frustración de manera más vehemente. La constante ausencia de Goku, quien parecía vivir más para el entrenamiento que para su familia, la irritaba profundamente. Aunque en el fondo entendía la necesidad de que Goku estuviera preparado para proteger la Tierra de peligros inminentes, no podía evitar sentirse desplazada y algo resentida por la prioridad que las batallas y el entrenamiento tenían en la vida de su esposo. Esta tensión reflejaba el eterno dilema de Goku: equilibrar su amor y responsabilidad hacia su familia con su deber como defensor de la Tierra y su pasión por superarse a sí mismo.

Sin dilación, Goku, Gohan, y Vegeta dejaron atrás la Tierra, dirigidos hacia el planeta de Bills con un único propósito en mente: entrenar. Durante varios meses, se dedicarían por completo a superar sus límites, fortalecer sus habilidades, y prepararse para cualquier adversidad que el futuro pudiera depararles. En el distante y peculiar mundo del Dios de la Destrucción, encontrarían desafíos y enseñanzas que los empujarían hacia nuevas alturas de poder, en un esfuerzo constante por estar listos ante la eventualidad de enfrentarse a amenazas de magnitudes cósmicas o incluso a la ira volátil de Bills mismo. Esta fase de entrenamiento intensivo marcaría otro capítulo en su incesante búsqueda de fuerza, entendimiento, y preparación para proteger a sus seres queridos y su universo de cualquier peligro.

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