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P.O.V. Angie. Mis papás estaban en el departamento de Leona hablando con ella, yo decidí ir con Benja al de él para hablar un rato sobre todo lo que estaba pasando. Él estaba sentado en su cama, mientras yo estaba a su lado pero recostada mirando al techo.
—Me da mucha pena la familia de Leona—hablé—están pasando por algo delicado por lo de Consuelo, y ahora esto con Teo.
—Si, es una pena, son buenas personas, no se merecen eso—dijo él—.
—Debemos darle mucho apoyo, en situaciones así es cuando uno más lo necesita—hablé volteándome a mirarlo, este me miraba con una sonrisa—¿qué pasó?
—Eres la mejor chica del mundo, tienes un corazón gigante—le sonreí levemente mientras me sentaba—eres hermosa por dentro y por fuera.
—Ay Benja—reí—me vas a hacer sonrojarme.
—Pues es un regalo, así te ves linda—me cubrí la cara cuando sentí que me estaba sonrojando, él rió divertido—eres especial para todos ¿lo sabes, no?
Le sonreí levemente pero sin mirarlo.
—Sobretodo para este simple chico que te ama con todo el corazón.
Lo miré rápidamente algo sorprendida... no esperaba esas palabras.
—¿Acabas de decir que me amas?.. ¿de verdad?—le pregunté aún sin creerlo—.
—Si, de verdad—sonrió él tomando mi mano—ya no aguantaba ni un día más en decírtelo... te amo y quiero que sepas que siempre voy a estar para ti, que este sentimiento no es algo pasajero.
No pude evitar sonreír ante sus palabras.
—Yo también te amo, Benja—le confesé de la misma manera—te amo como jamás creí amar.
Él me sonrió y colocó su mano en mi mejilla.
—Entonces ¿oficialmente nos amamos?
—Así es—reí—.
Él sonrió ampliamente.
—Te amo por segunda vez.
—Te amo por segunda vez—repetí colocando mis brazos alrededor de su cuello—.
Ambos nos unimos en un beso. Uno tierno que demostraba lo que realmente sentíamos el uno por el otro, pero lamentablemente se vio interrumpido cuando la abuela de Benja entró a la habitación.
Me levanté rápidamente al igual que Benja ya que el que ambos estuviéramos en la cama, para alguien como ella se podría ver algo raro.
—Pero que están haciendo escuincles desvergonzados, órale, fuera de aquí, ya ni la abuela perdonan...
—No pero...—intenté hablar pero ella me interrumpió—.
