.ೃ࿔ • ༄ ━━ Epílogo: one sigle thread of gold tide me to you

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ೃ࿔  • ༄  ━━ Epílogo: one single thread of gold tide me to you

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Spencer Reid era un hombre de la ciencia, creía en todo aquello que se pudiera probar y dudaba de toda la existencia de cosas improbables en este mundo. Aún así, si alguien le hubiera dicho a sus veinticuatro años que la vida se podría mejorar, que encontraría una mujer con quien formaría una familia y se amarían sin importar nada, no lo hubiera creído.

Principalmente porque Avwry no paraba de gritarle groserías en el trabajo de parto.

— ¡Te odio!

Lloraba la castaña mientras apretaba su mano.

Después de trece horas en el hospital ya que las contracciones habían comenzado temprano, ella estaba lo suficientemente dilatada para poder comenzar el parto, así que ahí estaban ambos, en aquella sala, con doctores, anestesistas, y demás profesionales para ayudarlos mientras Spencer no soltaba la mano de su prometida y ella le gritaba al odio en consuelo de tratar de sacar su dolor.

— Señorita Holt, necesito que siga pujando.

— ¡Eso intento! ¡No puedo, no puedo!

La castaña lloraba, era el peor dolor del universo. Si antes quería tener más hijos, con ese embarazo se dio cuenta de que quizás no era tan cierto eso.

— Un poco más, Avy, si puedes — consoló Spencer.

— ¡No puedo, Spence!

Pero una media hora más tarde, solo bastó con oír aquel llanto para que él dolor cesará, dejara de apretar la pobre mano de su prometido y cayera rendida a la cama. Cuando la dejaron sobre sus brazos, Avery podía confirmar que no había amor más grande que el de una madre a un hijo.
Seguía llorando, pero eran solamente lágrimas de alegría mientras guardaba en su memoria cada pequeño detalle de su hija, como lo rosada que se veía, el pequeño corazón que formaba su boca, la nariz que era una réplica de Spencer en miniatura, lo ligera que se sentía entre sus brazos y el latido de su corazón acelerándose mientras la veía.

Spencer estaba a su lado, agradeciendo a dios, si es que existía uno, por permitirle tener una memoria eidética para jamás olvidarse de lo que era la imagen de su futura esposa sosteniendo a su primera hija. Los ojos iluminados de Avery mientras las lágrimas caían por las mejillas de ambos y guardaban en sus mentes el recuerdo de ver con sus propios ojos a Olivia Reid era algo fascinante.

Solo después de que los médicos casi lo hostigaran a llenar el acta de nacimiento de su hija Spencer pudo sostener a Olivia en sus brazos. Y ahí entendió que sería capaz de cualquier cosa por aquella niña.

Willow | Spencer ReidWhere stories live. Discover now