Bad luck

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La energía oscura emanó de las manos de Amaya, envolviéndola en un aura misteriosa y poderosa. Los hechiceros que la rodeaban retrocedieron, sintiendo el poder maligno que se liberaba ante sus ojos.

Solo las maldiciones quedaron atrapadas en el dominio. Dejando atrás a todos los hechiceros que querían detenerlos afuera.

Con un grito de esfuerzo, canalizó su poder hacia las cadenas que aprisionaban a Sukuna. Las cadenas comenzaron a temblar y a crujir bajo la influencia de su dominio, su energía oscura erosionando lentamente la magia que las mantenía unidas.

Con un último esfuerzo, Amaya concentró toda su energía en romper las cadenas. Con un estruendo ensordecedor, las cadenas se rompieron en pedazos, liberando al rey de las maldiciones de su prisión milenaria.

Al fin libre, Sukuna se puso de pie con una sonrisa mientras se frotaba las muñecas. Pero antes de que Amaya pudiera decir algo. El rey con un gesto se acercó a ella y le abrazó repentinamente.

El abrazo repentino de Sukuna tomó por sorpresa a Amaya, pero pronto se dejó llevar por la risa contagiosa del rey. Ambos cayeron al suelo, riendo juntos como si no hubiera preocupaciones en el mundo.

El sonido de su risa resonó en la dominio, rompiendo la tensión que había reinado momentos antes. Para ella, ese momento de alegría compartida fue un recordatorio de que, a pesar de sus diferencias y desafíos, estaban unidos por un vínculo más fuerte que cualquier cadena o hechizo.

Cuando finalmente se calmaron, Sukuna se levantó del suelo, extendiendo la mano para ayudar a Amaya a levantarse. Los dos se miraron con complicidad, compartiendo un momento de conexión única que fortaleció su alianza y su determinación de enfrentar el futuro juntos.

Con una sonrisa en el rostro, Amaya aceptó la mano de él y se puso de pie a su lado.

Sukuna miró a sus alrededores viendo que el dominio de ella era un campo de tréboles, ¿irónico?

–Y además del efecto de todos los dominios, ¿tiene algo en especial este dominio?–preguntó con una sonrisa suave mientras pasaba una mano en los tréboles.

–Así es....aquí yo puedo hacer el que este encerrado en el dominio tenga como su nombre lo indica...mala suerte...–contestó ella

–Interesante–Sukuna observó el campo de tréboles que se extendía ante ellos, captando la ironía del efecto del dominio de Amaya.

Ambos rieron suavemente y se miraron nuevamente. El suave suspiro de Sukuna se vio interrumpido por un repentino crujido que resonó en el aire. Antes de que pudieran reaccionar, el techo del dominio de Amaya se resquebrajó como cristal, revelando la entrada de otro dominio que se materializaba ante ellos.

Instintivamente, Amaya actuó con rapidez, empujando a Sukuna hacia atrás para protegerlo del inminente ataque. Recibiendo ella misma el golpe.

El impacto la lanzó hacia atrás, haciéndola caer al suelo con fuerza. Sukuna, aturdido por la repentina acción, se apresuró a levantarse y correr hacia ella pero en su camino había una persona o mejor dicho un hechicero.

–¡Amaya! –exclamó con preocupación desde lejos.

–¿Amaya?¿Acaso ahora las maldición poseen nombres?–habló el hechicero.

El rostro de ella se retorció de dolor cuando sintió el pie de esa persona presionándola contra el suelo. La sorpresa y la incredulidad se reflejaron en sus ojos mientras luchaba por liberarse de su agarre.

Sukuna, incapaz de llegar a ella debido a la presencia de este nuevo integrante, miró con furia al hechicero de ojos azules, sus puños apretados con impotencia. Sabía que no podía enfrentarse a él sin exponerla a un peligro aún mayor.

Luck | R.Sukuna |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora