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En la oscuridad opresiva de su encierro, Ryomen Sukuna yacía encadenado por millones de cadenas y talismanes que mantenían su poderosa presencia contenida. El aire estaba impregnado con una energía oscura y ominosa, y no había luz del día que penetrara en ese lugar sombrío.

Los hechiceros que custodiaban el lugar se movían en las sombras, vigilando con ojos penetrantes cada movimiento de Sukuna. Sabían del peligro que representaba, y estaban decididos a asegurarse de que su encarcelamiento continuara sin contratiempos.

Sukuna podía sentir la presencia de los hechiceros a su alrededor, su aura oscura y poderosa latiendo con fuerza contra las cadenas que lo aprisionaban. Aunque su cuerpo estaba inmovilizado, su mente ardía con un deseo ardiente de liberarse y reclamar su poder perdido.

A pesar de su encierro, Sukuna sabía que su influencia se extendía más allá de las paredes de su prisión. Podía sentir la conexión con aquellos que habían despertado su presencia en el mundo exterior, y sabía que su destino estaba entrelazado con el de ellos de una manera que trascendía la comprensión humana.

Mientras Sukuna yacía encadenado en la oscuridad, su mente bullía con planes y estrategias para liberarse y reclamar su lugar como el Rey de las maldiciones. Sabía que su momento llegaría, y cuando lo hiciera, nadie podría detenerlo.

Más allá de las cadenas que lo aprisionaban, Sukuna podía sentir el latido del mundo exterior, como un eco distante de su poder latente. Planeaba meticulosamente su retorno triunfal, utilizando cada hilo de energía maldita que podía reunir incluso en su encarcelamiento.

Los hechiceros, conscientes de la amenaza que representaba Sukuna, redoblaron su vigilancia y reforzaron los sellos que lo mantenían atrapado. Sin embargo, Sukuna era astuto y paciente. Esperaría el momento oportuno, cuando las defensas estuvieran más bajas y las oportunidades de fuga fueran más abundantes.

En la oscuridad de su prisión, Sukuna se fortalecía con la rabia y la determinación. Cada día que pasaba, su sed de venganza y poder crecía, alimentando su deseo de liberarse y reclamar lo que consideraba suyo por derecho propio.

Aunque el tiempo podía ser un enemigo implacable, Sukuna sabía que su voluntad era inquebrantable. No importaba cuánto tiempo pasara encadenado en la oscuridad, su resolución nunca flaquearía. Estaba destinado a regresar, y cuando lo hiciera, su venganza sería terrible y absoluta.

Amaya se escondió en las sombras, escuchando atentamente las conversaciones que tenían lugar a su alrededor

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Amaya se escondió en las sombras, escuchando atentamente las conversaciones que tenían lugar a su alrededor. Con paciencia y determinación, esperaba captar cualquier indicio que pudiera revelar la ubicación de Ryomen Sukuna.

Finalmente, escuchó fragmentos de una conversación entre Kamo y Noritoshi que captaron su atención.

–Noritoshi, necesito que vayas con otros hechiceros a reforzar la defensa del lugar donde está encarcelado Ryomen Sukuna–dijo Kamo con seriedad.

El corazón de ella dio un vuelco al escuchar esas palabras. Si Sukuna estaba siendo encarcelado en algún lugar, esa información sería crucial para sus planes. Siguió escuchando con atención, esperando más detalles que pudieran ayudarla a descubrir la verdad.

Noritoshi respondió con un asentimiento, confirmando que seguiría las órdenes de su padre. Aunque la conversación no reveló la ubicación exacta de Sukuna, Amaya estaba más cerca de descubrir el paradero de la maldición que tanto deseaba liberar.

Con esta nueva información en mente, la maldición se preparó para seguir investigando y encontrar una manera de llegar hasta Sukuna, incluso si eso significaba desobedecer las órdenes de su amo y arriesgarlo todo por su libertad.

Con cuidado y precaución siguió a Noritoshi, hasta llegar a una especie de templo con hechiceros cuidando las grandes puertas.

El joven hechicero se acercó a las grandes puertas del templo, flanqueado por los otros hechiceros que lo acompañaban en su misión. Los guardias en la puerta los miraron con atención, pero al reconocerle, le permitieron el paso sin hacer preguntas.

Amaya permaneció oculta en las sombras, observando cómo entraban en el templo. Sabía que no podía arriesgarse a ser descubierta en ese momento crucial. Su corazón latía con fuerza de anticipación, sabiendo que estaba más cerca de su objetivo que nunca.

Mientras los guardias vigilaban la entrada, ella se mantuvo alerta, esperando el momento adecuado para seguir adelante con su plan. Sabía que debía ser paciente y cuidadosa si quería tener éxito en liberar a Sukuna.

Amaya observó con cautela cómo Noritoshi y los demás ingresaban al templo, acompañados por los guardias que custodiaban las puertas. Permaneció oculta en las sombras, calculando cada movimiento y esperando el momento oportuno para seguir adelante con su plan.

Los guardias en la entrada del templo continuaron vigilando con atención, sus miradas escudriñando cada rincón en busca de intrusos. Amaya se mantuvo inmóvil, respirando con calma mientras mantenía su posición en las sombras.

Después de unos momentos de tensa espera, los guardias parecieron relajarse ligeramente, distraídos por las conversaciones entre ellos. Este fue el momento que Amaya había estado esperando.

Al acercarse sigilosamente a las puertas, Amaya evaluó la situación y buscó una oportunidad para infiltrarse sin ser detectada. Sabía que debía actuar con rapidez y precisión si quería llegar hasta donde estaba y liberarlo de su prisión.

Con determinación en su corazón, se preparó para enfrentar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino hacia la libertad de Sukuna. Era hora de tomar acción.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Amaya actuó con rapidez y precisión. Con un brusco movimiento, desató un veloz conjuro que envolvió a ambos guardias en cadenas mágicas, inmovilizándolos por completo. Sus cuerpos quedaron atrapados, sin poder moverse ni emitir sonido alguno.

Con los guardias neutralizados, avanzó hacia las puertas del templo, sintiendo una mezcla de nervios y determinación mientras se preparaba para enfrentar lo que encontrara en su interior.

Amaya avanzó con cautela hacia las grandes puertas del templo. Su determinación ardía en su pecho mientras se acercaba sigilosamente, cada paso calculado para evitar ser detectada.

Dentro del templo, la oscuridad envolvía cada rincón, pero no titubeó. Avanzó con paso firme, su mente enfocada en la tarea que tenía por delante. Sabía que cada momento contaba, y estaba decidida a liberar a Ryomen, sin importar los peligros que pudieran esperar en su camino.

Luck | R.Sukuna |Where stories live. Discover now