τυχη

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El templo de los Yuma, que alguna vez fue el epicentro de sus maquinaciones, ardía en llamas. Las maldiciones habían convergido, dejando tras de sí un rastro de destrucción.

Amaya observaba con solemnidad las llamas que consumían el templo, una mezcla de satisfacción y pesar en sus ojos. Sukuna, a su lado, no mostraba ninguna emoción, pero la intensidad de su presencia revelaba que incluso él reconocía el impacto de lo que habían desatado.

-Este es uno de los muchos clanes que existen, si quieres llevar al clan Yuma a su extinción. Yo te apoyo-habló Sukuna apoyándole una mano en el hombro para sacudirse un poco

Amaya, con la mirada fija en las llamas devorando el templo de los Yuma, asintió ante las palabras de Sukuna.

-Los haremos pagar por lo que hicieron-declaró Amaya, aceptando la responsabilidad que compartían.

Sukuna, con su característica sonrisa maliciosa, respondió con una determinación silenciosa. En medio del caos de las llamas, Amaya y Sukuna forjaron una alianza impulsada por la venganza. Con el templo Yuma en ruinas, su destino estaba sellado por la furia conjunta de la maldición y la sed de justicia retorcida. La oscura determinación en sus corazones prometía un camino implacable hacia la extinción del clan Yuma.

Ambos se encontraban en silencio mientras caminaban a su próximo destino. Ella se encontraba aferrada a una pequeña caja cual contenía los ojos de su querida Gojo. Con paso lento caminaba ambos, mientras ella miraba al suelo.

-Sukuna-habló como un susurró

-¿Mmm?-respondió él y miró a su derecha.

-No me siento muy bien, Sukuna. Estos ojos... pesan en mi corazón-expresó Amaya, su voz temblorosa revelando la carga emocional que llevaba.

Sukuna, con su mirada penetrante, asintió comprensivo.

-A veces, el peso de la venganza puede ser abrumador. Pero estos ojos nos guiarán hacia la justicia que buscamos, ¿no?-añadió, reconociendo la importancia de la caja que Amaya sostenía.

-Yo yo...no me siento-fue interrumpida porque cayó al suelo sin fuerzas. Sukuna, observando la repentina debilidad de Amaya, la sostuvo con firmeza.

-¿Amaya?-dijo con una inusual muestra de preocupación en su voz, mientras ayudaba a Amaya a recuperarse.Le dio varias palmadas hasta que reacciono y abrió nuevamente lo ojos.

-Yo....yo-balbuceó ella

-Descansa un momento-aconsejó Sukuna, manteniendo su mano sobre el hombro de Amaya con un gesto inusualmente compasivo. Amaya, aún débil, asintió agradecida.

-Gracias-confesó y suspiró para estar más tranquila. En ese instante, Sukuna le dedicó una mirada fugaz pero significativa a Amaya. Las manos de ella se fueron tornado de un color más oscuro, hasta su codo, como si fuera unos guantes negros los cuales se extendian en su piel. Su cuerpo cambia a medida de que evoluciona como una maldición. Sukuna miraba sorprendido sus cambios pero no quería asustarla.

-Necesitas descansar un poco....tu como maldición cambias y eso te roba energía.-habló él

-Tienes razón, solo necesito descansar un poco y seguiremos adelante-

-Descansa, Amaya. Recupera tus fuerzas. La venganza puede esperar un rato-añadió Sukuna, mostrando una inusual paciencia y apoyo.

En el silencio que siguió, Amaya cerró los ojos, permitiendo que la oscuridad de la noche envolviera sus pensamientos.

...

El rumor sobre la verdadera naturaleza de Amaya se propagó rápidamente por los hechiceros. La revelación de que ella era una maldición, a pesar su apariencia humana no pudo ocultar la sombra de inquietud que se extendió, marcando a Amaya como una figura enigmática y temida en el mundo de la hechicería.

Los altos mandos lamentaron no haberla eliminado en su momento, y la culpa tal vez recaería en el menor de los Kamo.

-Decían que había otra maldición con ella a su lado-habló uno de los ancianos

-¿Un aliado de ella?-habló uno de los más jóvenes en la mesa.

-No cualquier aliado, Ryomen Sukuna estaba a su lado-terminó.

La revelación de que Ryomen Sukuna estaba al lado de Amaya dejó a la sala de ancianos sumida en susurros y gestos de preocupación. La noticia de tal conexión, combinada con la verdadera naturaleza de Amaya, intensificó la inquietud entre los hechiceros.

-¿Porque una maldición como él estaría del lado de una débil maldición como ella?-preguntó uno. La pregunta resonó en la sala, dejando a los hechiceros sumidos en la especulación y el desconcierto. La alianza entre Amaya y Sukuna, dos fuerzas aparentemente opuestas, desafiaba las expectativas y sembraba dudas sobre los verdaderos motivos detrás de su unión.

-Quizás hay más en juego de lo que pensamos. No subestimemos el poder y los designios de las maldiciones-respondió uno de los ancianos, tratando de calmar la creciente ansiedad en la sala.

El anciano que entró con un mensaje interrumpió el tenso murmullo en la sala.

-Una coalición de clanes hechiceros se está formando para hacer frente a la amenaza que representa Amaya y Sukuna. Parece que la noticia se ha extendido más allá de nuestras fronteras.-anunció con solemnidad, leyó las palabras escritas

La revelación provocó una nueva ola de preocupación y discusión entre los hechiceros.

Amaya, ajena a la conspiración que se tejía en su contra, descansaba temporalmente, recuperando fuerzas para enfrentar los desafíos que se avecinaban.

...

Abrió ambos ojos y le miro.

-¿Acaso quieres que te cargue?-ofreció con sarcasmo

Amaya, entreabriendo los ojos, le dedicó una mirada cansada pero con un toque de humor.

-No creo que mis piernas respondan, así que un rato no estaria mal-Sukuna, sorprendido por la respuesta de Amaya, dejó escapar una risa sutil.

-Entonces, por un rato, seré tu transporte-dijo con un toque de diversión, antes de cargar a Amaya en sus brazos con una facilidad que contrastaba con su imponente presencia.

-Pero ni se te ocurra pensar que esto será diario-habló mientras caminaba con ella en brazos

Se adentraron a un claro en el bosque, donde la luz de la luna filtraba entre las ramas de los árboles. Sukuna, finalmente, decidió poner a Amaya en el suelo con suavidad. Amaya a su lado apoyo la caja.

-Descansamos por aqui, hay un rio cerca y un baño no estaria mal-comentó con razón. Ambos estaban llenos de ceniza, barro, y sangre tanto ellos y en sus ropas

....

Luck | R.Sukuna |Where stories live. Discover now