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—No llores, mi amor—le dijo acercándose para abrazarla.

Rin no podía contenerse, era simplemente demasiadas emociones a la vez. Se sintió como en un sueño, un bonito sueño del cual no quería despertarse.

—Ya estoy aquí, no volveré a irme nunca más—continuó él como si de alguna forma pudiese adivinar sus pensamientos.

Ese era su mayor temor, despertar de ese hermoso sueño para descubrir que estaba nuevamente sola, que el Sesshomaru que tenía al frente no era más que un espejismo producto de su triste mente.

—Sesshomaru…

Levantó su mirada, viéndolo con sus ojos encharcados en lágrimas. La respuesta de él, fue una caricia delicada en su mejilla, mientras asentía como diciendo: "Si, mi amor, soy yo, estoy aquí".

Sesshomaru siempre había odiado verla llorar, realmente ver el dolor y la emoción con la que lloraba le perturbaba en sobremanera. Su intención nunca fue causar ese nivel de sufrimiento en ella, todo lo contrario, quería que fuera feliz siempre.

—¡Feliz cumpleaños!—la felicito depositando un dulce beso en sus labios.

La muchacha sonrió contra sus labios, sintiendo la tan conocida sensación de plenitud, esa sensación que solamente él le provocaba. Era él, su Sesshomaru, no tenía dudas de ello.

El hombre le tendió la mano y la ayudó a levantarse, para que así pudieran adentrarse juntos al departamento. Hacía un mes se había puesto en contacto con Izayoi para avisarle de su regreso, le había pedido a la mujer que guardará el secreto, puesto que quería sorprender a Rin.

— ¿Cómo supiste?

—Tu madre me lo dijo—le hizo saber.

—¿Mamá fue tu cómplice en todo esto?

Él asintio una sola vez.

—Ahora entiendo por qué su insistencia al preguntarme si sabía algo de ti.

—Parece que Izayoi no sabe guardar secretos y se moría por decirte.

—Eso creo—sonrió comprendiendo que a lo mejor su madre había estado cerca de confesarle una cosa así.

Sesshomaru contempló esa sonrisa tan bella, sonriendo también. Estar con Rin era lo único que había deseado desde el mismo instante en que se fue, pero… esos años separados, le habían causado mucho temor. Existía una enorme posibilidad de que ella lo olvidará, de que su arrebato juvenil hubiera sido simplemente eso, un arrebato.

—Rin—la nombró mirándola fijamente con sus ojos dorados—, ¿cambiaron en algo tus sentimientos?—le preguntó, preparado para cualquier respuesta de su parte.

Ella se quedó en silencio, viéndolo intensamente durante largos segundos. El tiempo parecía ser extremadamente cruel en ese momento, dónde lo único que podía sentir era agonía. Por un momento, se imaginó que de esos labios color cereza saldría un contundente y decisivo "sí". La punzada de dolor se hizo presente ante aquella posibilidad, pero, si ese fuese el caso, respetaría su decisión, aunque él no hubiera dejado de amarla ni un solo día desde que se marchó.

—Mis sentimientos están intactos—le contestó la chica con una voz que dejaba ver su firmeza y determinación.

Se quedaron viendo fijamente por otros largos segundos, antes de que Sesshomaru hiciese algo completamente inesperado.

El corazón de la joven comenzó a latir con fuerza, mientras lo veía arrodillarse frente a ella. Miles de posibilidades pasaron por su mente y efectivamente, era una de ellas.

El hombre sacó una cajita de su pantalón y la abrió frente a ella. Sus ojos dorados reluciendo con determinación y amor infinito.

—Rin, ¿quieres casarte conmigo?—le preguntó.

Las lágrimas volvieron a acudir a sus ojos, pero esta vez no eran de tristeza, por el contrario, se sentía extremadamente feliz, tanto que sentía que tanta felicidad no cabía en su pecho y estaba a punto de reventar debido a eso.

—¡Sí!—su respuesta fue más eufórica de lo que hubiera querido. Rápidamente, corrió hacia él y se lanzó en sus brazos.

Sesshomaru depositó el anillo en su dedo y luego tomó su rostro entre sus manos, para darle un profundo beso. El beso fue lento y cargado de muchos sentimientos. Rin abrió su boca dejándose llevar por ese ritmo pausado que parecía una danza entre sus cuerpos, poco a poco, aquel beso tierno fue transformándose en uno más ansioso. El tiempo separados pasó factura y en cuestión de segundos, se encontró entre los brazos de Sesshomaru siendo levantada por él, para ser llevada al sillón de la sala.

Él se sentó en el sofá y ella se posicionó a horcajadas sobre él. Las manos de Sesshomaru parecían ansiosas, recorriendo cada parte de su cuerpo, explorando y conquistando cada rincón de su anatomía, mientras de sus labios lo único que podía salir eran tenues gemidos. Esta vez, no parecía dispuesto a detenerse y ella mucho menos quería que se detuviera. Quería más de sus caricias, más de sus besos, más de esa conexión que los dos sentian.

—Te extrañé tanto—suspiró la mujer ida.

—Y yo a ti, Rin. No sabes cuanto—su voz estaba enronquecida por la excitación del momento.

Simplemente, escucharlo, produjo un exquisito escalofrío que se extendió por todas las partes de su cuerpo. Rin hizo el ademan de quitarse la blusa, pero él la detuvo colocando sus manos sobre las suyas.

—Aún no—le dijo.

—¿Aún no?

—Te espere cuatro años, puedo esperar unas semanas más.

—¿Quiere decir que no lo haremos?

—Lo haremos, Rin. No tengas duda de ello—le aclaró viéndola fijamente—. Pero quiero hacer de ese momento algo más especial, quiero besarte y tomarte como mía, como mi esposa.

La mujer estuvo dispuesta a esperar, por lo que él le decía. Esa era otra prueba de su amor, esperarla a que estuviese completamente lista.

—Pero te advierto, quiero casarme contigo lo más pronto posible, de ser posible mañana mismo.

—¿Mañana? ¿Tan pronto? Es imposible.

—¿Por qué? ¿Te retractas de tu decisión?

—No, pero es muy pronto.

—Un mes entonces, Rin. No más.

Un mes sería el tiempo que tendría para preparar una boda y para finalmente consagrar una unión que estuvo predestinada desde el primer momento en que sus caminos se cruzaron aquel día…

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Nota de la autora:

Estamos muy cerca del final. Y ahora que estoy haciendo adaptaciones y nuevas versiones de mis historias, les cuento que tengo una nueva versión de "Camino Equivocado" y está completa. ¿Cuénteme si quieren leerla? 👀

El placer de lo prohibido Where stories live. Discover now