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—Las cosas no son así, Rin. Para mí solamente existe tú, ¿cuándo entenderás que te amo?

Sarah no podía creer lo que escuchaba. Aquella era una declaración de amor, sí, pero no una de amor fraternal. Sesshomaru hablaba como un hombre enamorado, confesándole aquel sentimiento pasional a su hermana.

Fue inevitable no sentir como su corazón se partía en mil pedazos, en el tiempo que llevaba en curso su relación nunca había recibido unas palabras tan hermosas de aquel hombre. Dolor, tristeza y desilusión era parte de lo que sentía en ese momento. A la vez quería gritar y reclamarle, decirle “enfermo”, sin embargo, únicamente alcanzo a llorar como si de una niña pequeña se tratara.

—Sarah—pronunció él dándose cuenta de su presencia.

En el instante en que se percató de su atención, Sarah dio media vuelta y echo a correr lejos de aquella habitación. Quería recoger sus cosas e irse de inmediato… Sesshomaru corrió tras su novia para detenerla por si pensaba delatarlos, mientras Rin se quedó petrificada. Todo aquello había sucedido muy rápido, los habían descubierto de una manera tan tonta.

—¡Sarah! ¡Escúchame, Sarah!—pedía el hombre sujetándola con fuerza.

La mujer estaba fuera de sí, recogía sus cosas con prisa y no dejaba de gritarle que estaba loco. Sesshomaru temía que aquel escándalo fuese escuchado por su padre y su madrastra, ya que si ellos se enteraban las cosas terminarían bastante mal.

—¡Te dije que me sueltes! Quiero irme de aquí.

—Está bien, lo entiendo, pero es de noche, no puedes irte ahora. Es peligroso—le explico con voz calmada—. Déjame aclararte lo que sucedió en la habitación de Rin, por favor.

—¡No soy tonta, Sesshomaru!—la mujer se soltó de su agarre—. Sé muy bien lo que sucede. Ustedes, tú y ella tienen algo, y no tiene nada que ver con un asunto de hermanos.

El hombre se sintió descubierto y entendió que lo mejor era ser sincero con ella.

—De acuerdo, es cierto—Sarah hizo una mueca al escucharlo—. Lo lamento, nunca quise utilizarte. Debes de saber que lo nuestro comenzó porque realmente me gustabas, sin embargo, no era amor lo que sentía por ti. Yo buscaba huir de algo que me atormentaba, de algo que era prohibido. Pero supongo que ya has descubierto de qué se trataba.

—No lo puedo creer—la castaña negada repetidamente, alejándose—. Es decir, ¿me utilizaste para olvidarte de tu hermana?

—Ya te lo dije, no quise usarte. Buscaba realmente tener algo contigo, pero sí, fue una forma de escapar de esto que siento por Rin.

Nuevas lágrimas surgieron de los ojos de Sarah, pero la mujer no lo pudo evitar. Se sentía muy turbada, y lo peor de todo era que ella si lo amaba.

—Bien, ya escuché suficiente—se giró—. Ahora quiero regresar a mi casa.

La playa quedaba lo suficientemente lejos del departamento, pero Sesshomaru decidió que lo mejor era sacarla de allí. No quería exponer a Rin a un posible escándalo, confiaba en que Sarah no dijera nada, al menos no en esa noche.

—Está bien, te llevaré.

Y, aunque Sarah lo menos que quería era estar con él, termino aceptando el aventón, porque era la única forma de salir de ese sitio…

[…]

—Dije que quería ir a mi casa, ¿por qué me has traído aquí?—preguntó la mujer al darse cuenta de que se dirigían al edificio donde compartían un departamento juntos.

—Porque es aquí donde vives conmigo, Sarah. Tenemos muchas cosas aun de que hablar.

La mujer bufó, pero vio aquello como una oportunidad de recoger todas sus pertenencias para nunca más regresar a ese sitio.

En cuanto Sesshomaru abrió la puerta del departamento, Sarah entró velozmente para dirigirse a la habitación y empezar a empacar todas sus cosas. La mujer seguía inmersa en un estado de nerviosismo que le provocaba temblores en todo el cuerpo, mientras sus ojos no dejaban de humedecerse a causa de las lágrimas.

Ella había puesto todas sus ilusiones en esa relación. Desde que conoció a Sesshomaru había quedado flechada por sus ojos dorados hipnotizantes, por su piel blanca y sin mácula, por su cabello plateado tan sedoso y luminoso, pero más aún por su voz profunda y varonil. Todo de ese hombre le invitaba a intentarlo, le invitaba a entregar su corazón sin importar las consecuencias, las cuales, para su desgracia, terminaron quebrando su corazón en mil pedazos.

—Sarah—Sesshomaru no dejaba de mirarla desde el marco de la puerta. Se sentía muy culpable de observar su sufrimiento, Sarah le había demostrado que era una buena mujer y que no merecía que le pagaran de esa forma—, lo siento. De verdad nunca quise hacerte daño.

—Dices eso, luego de engañarme con tu hermana. Créeme, Sesshomaru, no tienes ni idea de la magnitud del daño que me has hecho—lo encaró la mujer con sus ojos rojos—. ¿Acaso piensas que podré volver a confiar en alguien? ¡Pues no, la respuesta es no!

La mirada del hombre decayó al suelo, no sabía qué decirle. No había forma de justificarse. Él más que nadie sabía que la relación clandestina con Rin era una locura, no había manera de que la sociedad aceptase lo que sentían por el otro. Aun cuando ni siquiera eran hermanos de sangre, pero su hermanita no sabía que no existía ese vínculo sanguino, para ella siempre sería su hermano.

—Lo que te hice es imperdonable, así que puedes hacer lo que mejor te parezca, Sarah. Si decides gritarle al mundo que soy un enfermo, está bien. Me lo merezco—habló el hombre con voz caída, tal vez lo mejor era que las cosas terminaran en ese punto. De todas formas, no había manera de que aquel amor pudiera salir a la luz algún día.

La mujer no dijo nada cuando lo vio salir de la habitación, término de recoger sus cosas y marco a un taxi para que la llevara a su propio departamento. Tenía muchas cosas que pensar, y una decisión muy importante que tomar…

El placer de lo prohibido Место, где живут истории. Откройте их для себя