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A pesar de luchar fervientemente contra esas facciones que querían mostrarse insistentemente en su mente, no había podido conseguirlo. Sarah se había quedado a dormir esa noche, pero ni siquiera su compañía había generado un buen efecto.

—Soy encargada en una galería—había dicho ella la noche anterior.

A Sesshomaru esa información no le importó mucho, solamente estaba en busca de alguien para pasar el rato y, con suerte, olvidar ciertos conflictos. ¿Era Rin un conflicto? Definitivamente, parecía ser un conflicto interno bastante problemático.

—Buenos días.

Sarah se desperezó y le regaló una brillante sonrisa. El hombre no dudó que la mujer fuese muy bonita, su cabello castaño caía como una pequeña cascada que adornaba las curvas de su rostro brindándole una apariencia sutilmente seductora.

—Buenos días—contestó él procediendo a levantarse—. ¿Qué te apetece comer de desayuno?

La chica hizo un gesto pensativo para luego negar sonriendo.

—No sé, supongo que cualquier cosa que hagas estará bien—había algo oculto en esa simple frase que Sesshomaru no tardó en entender.

—Bien, entonces que sean waffles—y desapareció de la habitación dejando a Sarah sintiéndose como una adolescente que se acababa de enamorar por primera vez.

[…]

Los días fueron transcurriendo rápidamente, las visitas de Sarah se volvieron cada vez más frecuentes en el departamento del primogénito de los Taisho.

Sesshomaru quería intentarlo con esa mujer, estaba próximo a cumplir veintitrés años y sentía que era el momento de sentar cabeza y de alejarse de los problemas que lo rodeaban.

Esa mañana cuando llegó a la oficina, su padre no tardó en percatarse de que había algo distinto… El hombre mayor se acercó a su hijo y jalo de su corbata.

—Esta no te la había visto—dijo.

Era una corbata con un bonito diseño a cuadro, el nudo estaba perfectamente colocado y le dio a entender que cosas extraordinarias estaban ocurriendo en la vida de su hijo.

—Es nueva—la respuesta del muchacho fue simple y seca.

—Oh, créeme que acabo de notarlo—ironizó el hombre—. Y, además de una corbata, ¿qué otra cosa hay de nueva en la vida de mi hijo?

En ese preciso instante, Sesshomaru captó lo que su padre insinuaba. Pero, efectivamente, además de una corbata había una novedad mucho más impactante. Sarah acababa de mudarse a su casa, había sido precisamente él el que la había invitado a hacerlo.

—Si lo que quieres es saber si estoy saliendo con una mujer, pues la respuesta es afirmativa—y dicho aquello el chico siguió con su camino rumbo a la oficina de finanzas.

—¡Esa es una maravillosa noticia!—se alegró su padre.

Con ese buen humor, el patriarca de los Taisho llegó a su casa. Su mujer, Izayoi, lo recibió como siempre, con una gran sonrisa.

—Parece que tuviste un bonito día—señaló ella.

—No me lo vas a creer—el asombro en el hombre era evidente—, pero ocurrió algo sorprendente.

—Cuéntame—se emocionó también Izayoi.

La mujer no pudo hacer otra cosa que alegrarse de las buenas nuevas. Su hijastro tenía una pareja y estaban viviendo juntos. El matrimonio Taisho estaba contento, sin embargo, cuando dicha información llegó a los oídos de la menor de la familia, la respuesta no fue la misma. Rin frunció el ceño al escuchar lo que le comentaba su madre.

— ¿Está saliendo con alguien?

—Así es, cariño.

«¡No, eso no podía ser!»

La muchacha sacudió la cabeza en una clara negativa.

—¿Qué ocurre, Rin?

—Recién acaba de irse, ¿cómo puede estar saliendo con alguien?

—No lo sé, cariño, eso es lo que me ha contado tu padre.

—Entiendo, mamá, disculpa...

Rin se percató de que su reacción estaba siendo muy obvia, así que decidió dirigirse a su habitación para pensar con más calma las cosas. Pero simplemente no había nada que pensar, solamente podía concluir que su hermano era un ser vil y desgraciado.

¿Cómo se atrevía a abandonarla en el momento en que más lo necesitaba? Y encima para qué, ¿para andar de amores con esa? Ella no la conocía, pero ya la odiaba. Odiaba a esa mujer sin nombre por estar metiendose entre los dos, por estarla separando de su hermano, porque era SU hermano, solamente suyo…

Para completar la desdicha de la joven su teléfono vibró ante un mensaje, la muchacha miró el aparato con cierta furia , porque ya podía hacerse una idea de quién se trataba.

«Te recogeré mañana en la entrada del colegio»

Kohaku estaba decidido en llevársela a su casa o algún motel para cumplir con su cometido. Las fotos que conservaba de su persona, eran bastante reveladoras, pero a esas alturas a Rin no le importaba nada.

La chica apagó su celular y decidió no enviar ninguna respuesta. Cuando llegó el día siguiente, radiante y luminoso; la muchacha se alistó como de costumbre con su uniforme escolar, la diferencia era que ese día no pensaba asistir a la escuela.

—Esperame un momento para poder llevarte, Rin—solicitó a su madre terminando de guardar el desayuno de su hermano.

—Tranquila, mamá, hoy me iré en autobús—y sin más la chica salió por la puerta de su casa decidida en no darle el gusto a su verdugo.

Rin no asistió ese día a clase, luego de que el horario escolar se cumpliera se fue a casa de su amiga y con la excusa de realizar una tarea se quedó a dormir.

Kohaku se presentó en su casa buscándola, pero su madre le dio la noticia de que ella no se encontraba.

A la mañana siguiente sí asistió con su amiga Rion, ​​el padre de la chica las llevó a ambas. La jovencita llevaba un día entero sin encender su teléfono, pero ya podía imaginarse todas las amenazas que había recibido en aquel aparato.

«¡¿A QUÉ ESTÁS JUGANDO?!»

«¿TE CREES MUY LISTA POR ESTARTE ESCONDIENDO? YA VERÁS, NIÑITA TONTA»

Era una larga lista de mensajes similares. Rin sintió que el aire le faltaba, porque el último de todos ellos, era la captura del blog de su escuela. Salía una publicación en curso y en la misma se podía visualizar sus fotos desnudas, solamente faltaba que la persona apretara el botón de "publicar".

Una nueva fotografía llegó y a la par muchos de los celulares de sus compañeros comenzaron a sonar. Rin sintió miedo, sin embargo, abrió aquel mensaje encontrándose con una publicación donde era exhibida ante toda su escuela.

La chica sintió que las lágrimas se amontonaban en sus ojos de la misma manera en que muchos de sus compañeros comenzaban a mirarla de una forma intensa. Los cuchicheos comenzaron y Rin se sintió atrapada en aquellas cuatro paredes.

—Rin, ¿te encuentras bien?—le preguntó su amiga.

Pero no, ella estaba muy lejos de estarlo… Un infierno acababa de desatarse para su existencia.

El placer de lo prohibido Where stories live. Discover now