XIII. SABER SER BUEN HIJO

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Noah nos preguntó cual era el motivo de haberle prestado nuestra ayuda, no llegaba a comprender porque siendo yo quien era y todo lo que había visto en el tiempo que habíamos transcurrido juntos arriesgara mi vida salvando la suya. Me preguntó directamente si se trataba de mi amor por Amanda y estaba actuando como otra persona, no cabía otra excusa en esta historia por lo que decidimos contarle toda la verdad.

Ella sonrió feliz, no se lo llegó a creer del todo pero aún así se alegraba de que la hubiéramos salvado. Nos contó que había estado muchos años preparándose para esta misión e incluso había borrado toda huella de su vida anterior pero que echaba mucho de menos a su familia y ahora no quería despertar sospechas, debía hablar con sus superiores y posiblemente eso nos perjudicaría porque iba a tener que destapar toda la trama del negocio en cuanto estuviera a salvo. Amanda y yo estábamos de acuerdo con eso, nos interesaba que atraparan a todos cuanto antes y poder vivir una vida juntos aunque fuera como fugitivos. 

Llegó el capitán, Amanda y yo nos bajamos del yate tras haberle entregado un maletín como pago por sus servicios. Noah se acercó para despedirse, nos prometió que haría lo posible por intentar ayudarnos por devolvernos el favor y nos abrazó a ambos dándonos de nuevo las gracias. Esperamos en el muelle hasta que vimos desaparecer el barco, nos quedamos abrazados mirando las estrellas, pensando cual sería nuestro siguiente paso. Propuse que debíamos anunciar que nos íbamos a casar, tendríamos una excusa perfecta para viajar donde estuvieran mis padres y alejarnos un poco de toda esta gente y el negocio. Ella se enfadó, no le pareció la forma mas adecuada de pedirle matrimonio pero que dadas las circunstancias aceptaba. Nos fundimos en un beso siendo conscientes del peligro que correríamos a partir de ese momento y es que para Amanda haberme conocido le había supuesto arriesgar su vida constantemente.

La luz del alba entraba por la balconera iluminando la espalda desnuda de Amanda que dormía plácidamente. Empecé a besarla suavemente para que despertara, ella protestó remoloneando de forma muy juguetona pero no había tiempo que perder, debíamos poner en marcha el plan cuanto antes y salir de la zona de peligro. Consciente de ello conseguí arrastrarla hasta la ducha con la promesa de hacerle el amor bajo la lluvia de agua aunque confieso que para mi era todo un placer cumplir su deseo. Hicimos las maletas porque queríamos marcharnos esa misma mañana, ya teníamos preparados unos pasaportes falsos por si ocurría algo así y los controles en el aeropuerto no serían tan exhaustivos como en España.

Pedí que localizaran a Dereck para que viniera a desayunar con nosotros y nos sentamos en la mesa a esperarle, a los poco minutos llegó con cara de preocupación temiendo nuestra represalia por lo ocurrido la noche anterior. Le pedimos que se sentara con nosotros, él no bajó la guardia se le notaba demasiado tenso. Nos preguntó directamente porque le habíamos hecho llamar, le comenté que teníamos que anunciarle una noticia, Amanda y yo nos íbamos a casar por lo que necesitábamos viajar hacia donde estaban mis padres y darles la buena noticia. Él dudo por unos segundos, no sabía si alegrarse o enfadarse por tal noticia. Continué pidiéndole el favor de que nos acompañara al aeropuerto esa misma mañana ya que se quedaba al mando de todo en nuestra ausencia porque ambos seguíamos confiando en él. Su cara cambió por completo, de repente se alegró mucho por nosotros y nos dio las gracias por haber confiado en él, nos prometió que no nos iba a volver a fallar a lo que Amanda respondió al más puro estilo gánster que no habría otra vez. Pareció una broma pero los tres sabíamos que no lo era.

Partimos en barco hacia el continente y una vez allí Dereck alquiló un coche para llevarnos hasta el aeropuerto de Busáu, debíamos volar a Italia esa misma tarde y ya teníamos los pasajes a Roma donde nos encontraríamos con mis padres. Nos despedimos de Dereck una vez pasado el control sin problemas, él ya tenía instrucciones de gestionar el negocio en nuestra ausencia y nuestra muestra de confianza haría que se sintiera obligado a cumplir si no quería acabar muerto. Subimos al avión dirección Roma, el trayecto sería de doce horas de vuelo mas otra en coche hasta el centro de la ciudad. Nos sentamos juntos y abrazados esperando que la suerte nos acompañara ya que mi orden de busca y captura estaría activa por toda Europa. 

Me sentía muy nervioso, no conocía a mis padres y tenía muchas cosas que preguntarles. Sabía como eran sus caras por las fotos. Amanda me había hablado de ellos muchas veces pero no podía imaginarme el sonido de su voz, su altura, su olor... Cuando me di cuenta estaba todo el avión durmiendo menos yo. Una azafata vino a ofrecerme una pastilla para dormir tras observar mi intranquilidad, la acepté, aunque no confiaba mucho en que fuera a funcionar dadas las circunstancias. A los segundos hizo efecto porque mis párpados comenzaron a pesar y me dormí. 

Noté esa sensación de cuando estás llegando a un sitio y te despiertas de repente. Amanda me cogió del brazo para que me tranquilizara, ya habíamos aterrizado y la gente estaba preparándose para desembarcar. Le dije que me había tomado una pastilla para dormir y no me había enterado de nada, ella me respondió que como empecé a roncar no la dejé dormir por lo que había estado la mitad del viaje despierta.  Me sentí mal y le pedí disculpas ella me abrazó y me dijo que me quería igual y que son cosas que descubriríamos el uno del otro.

Bajamos del avión a esperar nuestras maletas que no llegaban, el aeropuerto de Leonardo da Vinci era enorme pero también uno de los mejor adaptados en cuanto a scaner y pase de control. Un policía armado se acercó a nosotros y nos pidió que le acompañarnos a  una sala que tenían antes de pasar el control. Cogí de la mano a Amanda, tembloroso porque me habían descubierto, seguramente me habrían reconocido en las cámaras asi que pasaría el resto de mi vida en prisión por los crímenes cometidos por mi otro yo, me consolé pensando en que al menos tendría comida caliente, un techo donde dormir y ya había conocido el verdadero amor. 

Entramos en una sala donde nos esperaba un señor bajito con cara de pocos amigos. Nos explicó que era un control rutinario y debíamos abrir las maletas porque el destino del que procedíamos era de alto riesgo. Abrió mi maleta sin mostrar mucho interés revolviéndolo todo sin éxito y dejándolo caer sobre la mesa, luego me entregó todas mis pertenencias para que las volviera a meter yo mismo y me pudiera marchar. La maleta de Amanda la trató con mayor delicadeza, quitando suavemente su ropa y recreándose en el olor que desprendía hasta llegar a la ropa interior donde miró a su cara de forma lasciva e incluso guardo una prenda en su bolsillo intencionadamente. Estuve a punto de saltar sobre la mesa por la provocación, Amanda frenó mis impulsos con una caricia, sabía que no podíamos provocar un escándalo o me identificarían, sin vacilar se quitó las bragas que llevaba puestas y se las tiró encima de la mesa preguntándole si nos podíamos marchar ya. El asintió y el guardia nos acompañó a la salida.

Fuera teníamos un coche esperando para llevarnos al centro de la ciudad, nos subimos juntos rumbo a conocer por fin a mis padres. Sabía que no estaba preparado ni había hecho ningún cursillo por lo que me rodeaba un aura de dudas por mi total ineptitud para interpretar el papel del buen hijo.


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