XIV. MI PROPIA VIDA Y MI LIBERTAD

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El coche paró frente al hotel Anantara donde previamente Amanda había hecho una reserva para nosotros dos, debíamos hacer el check in de la habitación y luego, por la noche, quedaríamos para cenar con mis padres. Ellos ya eran conscientes de que me buscaba la policía en España por lo que cenaríamos en un lugar discreto sin armar demasiado revuelo. Subimos a nuestra habitación, dentro de la misma nos habían preparado una cálida bienvenida digna de uno de los mejores hoteles de Roma, abrimos una botella de champán y llené dos copas entregándole una a mi futura esposa y brindando por un futuro feliz juntos.

Las vistas desde el balcón eran espectaculares, estaba empezando a anochecer y haciéndose notable la particular iluminación de la ciudad. Amanda salió de la ducha, yo me quedé observándola desde fuera maravillado por su belleza y sensualidad, ella sabía que la estaba mirando y me sonrió a través del espejo lo que me hizo recordar la primera vez que cruzamos esa mirada unos días atrás cuando nos conocimos. Me acerqué por su espalda para susurrarle al oído lo afortunado que me sentía de haberla conocido a la vez que le prometía que mi vida ahora ya era suya.

Amanda se puso un vestido muy elegante de color morado por encima de las rodillas y con los hombros descubiertos, bajo nos estaba esperando un Uber para llevarnos al restaurante donde habíamos quedado con mis padres. Nos subimos en el coche, yo estaba como un flan haciendo simulaciones y posibles situaciones en mi pensamiento sobre el primer encuentro con ellos, quería causar una gran impresión y sentirme querido. Empezaron a sudarme las manos, abrí la ventanilla para que me diera el aire porque me estaba empezando a marear. Amanda me cogió de la mano para tranquilizarme, me dijo que no pasaba nada y que ella estaría al lado para apoyarme.

Llegamos a la puerta del restaurante, bajamos del coche que se fue inmediatamente quedando paralizado como una estatua, me alenté a mi mismo unos segundos y caminé directamente hacia la entrada. En la puerta había un metre controlando las reservas, Amanda se encargó de dar nuestros nombres y él nos invitó a que le acompañáramos hacia la mesa. El local era bastante amplio con capacidad de al menos cien personas, al girar el pasillo pude reconocer las figuras de mis padres que estaban charlando muy animados. No tardaron mucho en advertir que veníamos camino hacia ellos pues mi madre se puso a saludarnos con la mano de forma muy efusiva, a continuación ambos se pusieron en pie. Nos despedimos del metre agradeciéndole que nos acompañara, Amanda ya estaba abrazando a mi madre yo me quedé quieto como un pasmarote observando la escena, debían de quererse mucho por la efusividad mostrada en su saludo. 

-¿No vas a dar un abrazo a tu padre? -dijo una voz junto a mi. Era la primera vez que la escuchaba y aún así sonó tan familiar y cariñosa. Me giré lentamente descubriendo a aquel hombre tan entrañable con los brazos abiertos hacia mi. Le correspondí con un medio abrazo y dos palmadas en la espalda, pude ver en su cara que quedó satisfecho. Con mi madre ya se veía venir que no iba a ser tan sencillo pues estaba haciéndome indicaciones con las manos para que me echara en sus brazos. Me dejé llevar lo mejor que supe aunque la cara de mi madre si fue mas de sorpresa, como si hubiera notado algo.

Nos sentamos en la mesa, mi padre pidió una botella de vino y yo delegué en Amanda para la cena. Ella sabía que no tenía mucha hambre y estuvo intercambiando caricias conmigo durante la velada para que me relajara y mantuviera la calma. Llegó el momento del postre, mi madre se pronunció muy seria preguntando que nos ocurría, era consciente de que la policía me estaba buscando pero notó que había algo más, diferente a lo de siempre. Anuncié directamente mi compromiso con Amanda, ellos me preguntaron que como había ocurrido si yo nunca había mostrado el más mínimo cariño hacia ella y la había tratado bastante mal. Les conté todo lo acontecido los últimos días y como me había enamorado de ella tras salvarme de la policía. 

Mi madre le dio las gracias por todo a Amanda, no solo me había salvado sino que me había convertido en una mejor persona y que lo había notado desde el primer momento de la noche. Ellos se abrazaron contentos por la noticia, se quitaron sus anillos de compromiso entregándonoslos como tradición familiar para que hiciéramos lo propio con nuestros hijos en el futuro. El camarero nos trajo champan y brindamos por una maravillosa boda. Mi madre se puso a hacer planes con Amanda sobre el vestido, el banquete y mientras mi padre se dirigió a mi para preguntarme que íbamos a hacer a partir de ese momento puesto que mi negocio había sido intervenido. Le comenté que ahora mismo me daba igual el dinero y quería empezar una nueva vida con ella lejos de todo. Mi padre me entregó un sobre con dinero en efectivo y me contó que eran los ahorros que tenían guardados y que ya lo tenían hablado previamente para que pudiera huir lejos. Quería que lo aprovecháramos y que una vez instalado le hiciera saber donde estábamos para venir a visitarnos.

Nos despedimos de mis padres con la promesa de vernos muy pronto, con el dinero que nos habían dado tendríamos suficiente para tener una identidad nueva, montar un pequeño negocio lejos de Europa y mantenernos durante un tiempo. Le conté a Amanda lo que había dispuesto mi padre y ella respiró aliviada porque no tendríamos que depender más del dinero de la droga. Llegamos al hotel y comenzamos a planificar el viaje, lo pagaríamos todo en efectivo ya que sería la mejor forma de que no pudieran rastrearnos. Dividimos el dinero en dos por si alguien echaba mano a nuestra cartera aunque no tenía intención de dejarme robar. Me tumbé en la cama cansado observando a Amanda sentada en el escritorio como a través de su IPad soñaba con organizar una boda de ensueño vestida de blanco.

Me desperté sobresaltado en la habitación, aún no había amanecido y hacía mucho frío. Me giré y vi que no estaba Amanda junto a mi en la cama. Me levanté para buscarla por la habitación sin suerte, pensé que quizás habría bajado a algo. Me había quedado dormido con la ropa puesta por lo que decidí cambiarme mientras volvía a la habitación, abrí el armario y vi que estaba vacío, tampoco había nada de nuestras cosas en la habitación. Salí al pasillo, bajé por el ascensor y me dirigí a la recepción, la chica hablaba español perfectamente, le di mi pasaporte y le dije que habían entrado a robar y que mi mujer no estaba tampoco. Me miró un par de veces nerviosa, debía tratarse de un fallo informático pero le salía que la habitación no estaba ocupada esa noche, no obstante llamaría a la policía para aclarar el asunto del robo. Pensé que era mejor que no porque si me reconocían todos nuestros esfuerzos serían en vano. 

Salí del hotel rápidamente y caminé un par de manzanas hasta llegar a un parque, todavía era de noche. Saqué el móvil del bolsillo y llamé a Amanda, no daba tono ni tenía señal en el teléfono. Tenía el teléfono de mis padres en la agenda lo intenté de nuevo pero es que el teléfono no tenía linea. Me acerqué a unos chicos que estaban haciendo botellón en el parque, les pedí su teléfono a cambio de 50€ y accedieron encantados. Llamé al teléfono de Amanda que ahora si daba tono pero no contestó nadie, decidí intentarlo de nuevo, por fin contestó un hombre gritándome en otro idioma que no comprendí, luego me colgó. Empecé a preguntarme si la banda había descubierto nuestro plan y tendría a Amanda como rehén por lo que debía buscar ayuda y se me ocurrió localizar a Noah y al inspector Domínguez.

Partí de nuevo rumbo a España, por suerte conservaba mi pasaporte y el dinero suficiente para un pasaje. Me prometí a mi mismo en ese momento que llegaría hasta el final para localizarla aunque para ello pusiera en riesgo mi propia vida y mi libertad.




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