VII. NO IBA A SER TAN FÁCIL

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Decidimos cambiar la zona de búsqueda hacia el mercado central de Valencia justo frente al edificio de la Lonja, en lugar de utilizar las calles más concurridas tomamos las más estrechas y menos transitadas porque así mi hermano podría haberse ocultado sin que nadie le viera. Jordi iba dando instrucciones a todos los indigentes con los que se cruzaba mostrando el maravilloso billete de cincuenta euros como premio para aquel que localizara a alguien que se pareciera mucho a mi.

Cuando llegamos a la zona del mercado ya estaba casi atardeciendo por lo que decidí llamar a Amanda por si tenía novedades acerca del paradero de Óliver. Al descolgar pude notar su voz esperanzadora preguntándome si lo había encontrado, entendí que había tenido la misma suerte que yo. Acordamos que siendo tan tarde cesaríamos en la búsqueda y volveríamos a casa, a fin de cuentas teníamos a toda una brigada de indigentes que con cualquier novedad nos informarían rápidamente de su paradero.

Eran ya las siete de la tarde cuando Amanda apareció por la estación de trenes de Valencia para recogerme, Jordi seguía aún conmigo, tenía la intención de llevármelo a casa pues buscaba respuestas a porque no me recordaba y además me proporcionaba una sensación de confort el tenerlo cerca. Subí en la parte del copiloto y Jordi en la parte de atrás ante el asombro de Amanda que me miró buscando una explicación. Le dije que arrancara rumbo a casa y se lo explicaría por el camino. Empecé contándole como había sido mi encuentro con Jordi y como siendo mi única familia no me recordaba. Ella me miró con ternura y me dijo que seguro que todo tenía una explicación y Jordi al final acabaría recordando.

Llegamos a la villa ya prácticamente de noche, las luces externas de la casa estaban encendidas anunciando nuestra llegada y una vez más tras parar el vehículo y siguiendo de nuevo el protocolo nos abrieron la puerta del coche. Vi la cara de Jordi y me recordó mucho a la que yo había puesto por la mañana por lo que no pude evitar soltar una carcajada. Él me miró enojado sin entender que me parecía tan gracioso. Amanda me pidió que esperara en el hall mientras acompañaba a Jordi a darse una ducha, cambiarse de ropa y enseñarle su habitación.

Me senté en el cómodo sofá que había en el hall, el mayordomo apareció y me preguntó si quería lo de siempre como no quería levantar sospechas asentí con la cabeza sin vacilar. Observé como se acercaba al mueble bar y sacaba una botella de lo que parecía ser Whisky y me servía en un vaso chato con 2 hielos. Me lo dejó al lado en una especie de mesita y se quedó en la entrada por si necesitaba algo. Cogí el vaso con la mano y me lo acerqué a los labios para dar un pequeño sorbo, definitivamente no me gustaba nada. El mayordomo se acercó extrañado al ver mi gesto de desagrado y me preguntó si ocurría algo. Reaccioné sorprendido contestándole que había sido un día demasiado duro y me recosté en el sofá cerrando tenuemente los ojos para evitar más preguntas incómodas.

A los pocos minutos pude escuchar una voz femenina que le decía a Alfred, así se llamaba el mayordomo, si nos podía dejar solos. Mantuve los ojos cerrados como si no fuera conmigo la situación mientras se me hacía un nudo en el estómago pues su voz no me resultaba nada familiar. Empecé a notar un dulce aroma a vainilla acercándose, al momento estaba tan cerca que sentí sus labios húmedos con sabor a cerezas juntarse con los míos. Me levanté tan de golpe que le propiné un cabezazo por accidente a quien quiera que fuera la persona que me había besado. Ya desde mi distancia de seguridad pude ver el cuerpo esbelto de una chica que se frotaba la frente por el impacto y me miraba enfurruñada.

¿Qué haces Óliver? -me dijo gritando. Noté que no le había gustado mi reacción pero es que no tenía ni idea de quien era esa persona ni que hacía allí, tampoco Amanda me había avisado de que podía encontrarme con una chica en la casa. La miré de arriba a abajo, llevaba un vestido blanco, semitransparente que dejaba a la vista su trabajada figura de gimnasio, piel bronceada, labios y pechos de quirófano y seguro que alguna cosa más como la nariz se habría retocado.

Le pregunté directamente quien era pues me sentía acorralado, sin respuestas y ya habría tiempo de buscar una explicación si hacía falta. Soy yo Noah, tu prometida -contestó con voz muy desagradable. Se acercó a menos de 5 cm de mi cara, mostrando su cara de enfado, llevaba unos tacones de al menos 20 cm y estaba casi a mi altura, me preguntó directamente si había estado consumiendo drogas otra vez e inmediatamente introdujo sus delgados y huesudos dedos sobre mis párpados abriéndolos para ver mejor el tamaño de mis pupilas. Temí bastante por mis ojos viendo el tamaño de esas uñas postizas. ¿Había algo que no fuera artificial en ella? pensé y zafándome de sus garras me eché dos pasos hacia atrás buscando un plan de huida.

En la entrada al hall aparecieron Amanda seguida de Jordi, ambos se quedaron estupefactos ante tal escena sorprendidos por mi cara pidiendo auxilio y es que necesitaba una buena excusa para escapar de la situación. Bienvenida señorita Noah -dijo Amanda mientras hacía un gesto de reverencia. Necesito que me acompañe al comedor porque he de tratar algunos temas urgentes acerca del negocio familiar con don Óliver -continuo diciendo a la par que le instaba a abandonar el hall. Ella le miró con forma despectiva y le contestó que no olvidaría todo esto porque pronto sería parte de la familia. Me lanzó un beso con la mano y se marchó.

Me dejé caer en el sillón y lancé un suspiro de alivio, Amanda y Jordi se sentaron junto a mi. Yo... he olvidado comentarte quien es ella con todo el lío de Jordi -comentó a modo de disculpa mientras dirigía la mirada a mi preciado amigo. Amanda nos contó que yo estaba prometido con ella desde hacía años, al parecer provenía de una familia con un apellido importante en cuanto a clase social pero su familia había perdido bastante patrimonio con las apuestas y se había concertado nuestro matrimonio. Tomé su mano y la miré fijamente, ella se sonrojo y bajó un poco la mirada. Le pregunté si ella estaba enamorada de mi, aunque en realidad me estaba refiriendo al otro Óliver, ella se apartó bruscamente cortando la conversación. Decidí dejar estar el tema y abordar lo inminente que era que íbamos a hacer con Noah ya que claramente iba a notar que no era la misma persona.

Amanda me explicó que aunque fuera mi pareja todavía estábamos en fase de conocernos y no nos mostrábamos especialmente acaramelados en público por lo que podríamos sentarnos a cenar todos juntos sin mayor problema, Jordi sería presentado como un primo lejano mío puesto que tras su mejora en el aseo personal nadie diría que hace unas horas buscaba comida en los contenedores. Jordi aceptó encantado y nos dirigimos los tres hacia el salón comedor para la cena.

Alfred estaba en la entrada del comedor esperándonos, intenté ver que había tras él pero solo alcancé a ver un camarero esperando tras una larga mesa. Entramos por orden protocolario siendo yo el último, como anfitrión, en acceder al comedor. El resto se habían sentado según lo dispuesto por Alfred quedando a mi derecha Jordi, a mi izquierda Noah, Amanda junto a Jordi y yo presidiendo mesa. Noah acarició mi mano con gesto de complicidad al sentarme yo le sonreí entendiendo entonces que esto no iba a ser tan fácil como Amanda me había explicado.

Vidas ParalelasWhere stories live. Discover now