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Ashley's Song

( Set It Off )

You're the saint, I'm the one on fire
It's reminiscent of tortured youth


...


El estruendo de aquella ancha puerta de metal cerrarse fuertemente hizo que el masculino se estremeciera al instante. La anatomía del hombre se encontraba de espaldas, por lo que el observar quién había entrado por la puerta era imposible pero no debía adivinarlo, aquellas falsas esperanzas de ser rescatado habían disminuido demasiado con el pasar de las horas. Sin embargo, su cabeza se giró lo suficiente como para que sus globos oculares se encontraran con la figura alta de la mujer.

Las dos palmas de sus esqueléticas manos se colocaron en la fría superficie del interior del pequeño espacio y con demasiado esfuerzo su anatomía se elevó hasta quedar de pie. Las plantas de sus pies se estremecían gracias al frío contacto. El hombre se había quitado sus zapatos desde hace unas horas puesto que ya no soportaba estar ahí, cada vez parecía que sus sentidos lo iban abandonando poco a poco y la demencia iba tomando control de su cuerpo.

Habían pasado horas y días desde que él estaba ahí dentro y aunque sabía que habían algunas personas que se preocupaban por él ( aunque fueran demasiado escasas ) nadie parecía buscarlo, nadie parecía preocuparse por su desaparición, es como si nunca hubiera nacido, como si nunca hubiera existido. Como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra.

Sus dos piernas ya más delgadas de lo normal hicieron un gran esfuerzo para soportar el peso del hombre, peso el cual ya no era tan pesado como cuando había llegado ahí, seguramente ya había bajado unos cuantos kilos y aunque siempre comía, los nutrientes en aquella comida enlatada que la americana le daba no eran lo suficiente para mantenerlo en forma, los nutrientes estaban ahí pero el sabor a rancio lo hacía pensar en la fecha de caducidad que parecía no tener gran importancia para la ajena, después de todo él era el que se la comía, no ella.

El hecho de que el lugar fuera tan lúgubre y que la luz del sol no retumbara en ninguna esquina de la espaciosa habitación no le ayudaba al chico a recibir los nutrientes que el sol le brindaba, las horas de sueño tampoco le ayudaban ya que dormir ahí dentro era una tortura, el frío se revolvía con las nauseas que la comida le producía, aquel desierto en su garganta lo atormentaba, la necesidad de una fuente de agua lo estaba consumiendo completamente.

Raramente el hombre se ponía a pensar y más ahora que estaba cautivado de su libertad, meditaba el hecho de que no tenía nada más que desear la muerte causada por una bala o incluso con un cuchillo en su garganta que vivir ahí encerrado muriendo lentamente. 

Extrañaba su casa, a su padre, a Jennie.

Nunca había tenido tanto tiempo para pensar como en aquellas horas solitarias que pasaba en el día, nunca se había dado cuenta que siempre tuvo lo que quería, que su padre había hecho miles de cosas para poner comida en la mesa y él nunca se lo había agradecido, él nunca lo había tratado bien y ahora, ahora que sabía que iba a morir sin siquiera despedirse de él, se arrepentía de no haber sido el hijo perfecto, debió haberlo enorgullecido pero solamente se había hecho un drogadicto.

Ahora estaba ahí, con la esperanza de morir en cualquier segundo por una bala en su ventrículo izquierdo que por desnutrición. 

El hombre seguía sin comprender el por qué estaba ahí pero para ser sinceros, eso era lo de menos en ese momento. Ya nada le importaba, no le quedaba ninguna escapatoria, no había manera de manipularla, no lo había.

You © JENLISA G!PWhere stories live. Discover now