YO TAMBIÉN LO VEO

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Desde que volvimos de la expedición nada había vuelto a ser igual. El recuerdo de lo que vivimos... Nunca pensé que el universo, o el final del mismo, pudiera ser tan aterrador. Todo era clasificado, por supuesto, así que ni siquiera puedo hablar de lo sucedido, no realmente...

La explicación oficial que siempre había recibido era clara: psicosis reactiva breve, pero de breve no tenía nada, llevaba semanas viendo la misma figura cernirse sobre mis hombros. Hacía días que no me miraba en el espejo.

Por eso iba tanto al hospital, tenía que ser otra cosa y necesitaba más pruebas. No conocía el nombre de todos los procedimientos que me habían realizado, solo confiaba en que alguno de ellos fuera positivo, en que me recetaran antipsicóticos para este cerebro dañado y terminara todo.

Cuando el doctor entró en la sala no levanté la cabeza. No quería mirar a mi alrededor. Había varios espejos en la sala, de hecho, el más grande se encontraba en la pared situada frente a mí.

—Buenos días Clara, ¿qué tal te encuentras? —preguntó con voz monocorde.

No respondí. No sabía qué decir, solo quería que terminara pronto. El peso que sentía sobre mis hombros se movió, como si también aquella figura estuviera tensa. Tal vez sentía su final cerca.

—¿Habéis encontrado algo? —inquirí cambiando de tema.

Suspiró. Reconocía aquella exasperación. No era la primera vez que iba a consulta, de hecho, había pasado los últimos meses acudiendo intermitentemente, pero si era la primera vez que él me trataba. Observé sus pies moviéndose por la sala, hasta alcanzar el escritorio, del que recogió varios papeles.

—Verás, el caso es que no hemos encontrado nada preocupante. Todas las pruebas han dado negativo.

Me encogí en el sitio. Esto no podía estar pasando otra vez. Volvía al punto de partida.

—Pero...

—No —me cortó él—, aquella formación que te encontramos es completamente normal. Cuando buscas con tanto ahínco acabas por ver cosas donde no las hay. No todo el mundo tiene exactamente el mismo cerebro, ¿sabes?

Parecía calmado, pero había algo en su tono de voz que no conseguía identificar, algo inquietante. Sus palabras denotaban cierta urgencia. Iba a echarme de allí y volvería a quedarme sola con aquella cosa. La sentía sobre mí. El recuerdo de su rostro vacío, sin ojos ni boca, se coló entre las barreras que había construido para protegerme.

—Verás, como seguro que entiendes no podemos recetarte antipsicóticos. —El sonido de un lápiz deslizándose sobre el papel devolvió mi atención a la conversación —.No es convencional, pero tal vez te funcione.

Alcé ligeramente la cabeza, para recibir el pequeño pedazo de papel que me ofrecía. Lo tomé de sus manos con cuidado de no alzar demasiado la vista. Aunque tuve mucho cuidado, al fondo de la sala pude vislumbrar mi imagen retratada en un largo espejo de pared. Cerré los ojos de inmediato. Seguía ahí, aquella cosa no me había abandonado. Respiré profundamente un par de veces hasta que conseguí calmarme. El doctor no dijo nada. Si mi reacción le había sorprendido lo ocultaba muy bien.

La nota era de un azul intenso, con el logo del hospital grabado en verde y en el centro el hombre había escrito unas palabras apresuradamente. Las manos me comenzaron a temblar.

Muy despacio llevé mi mirada hacia aquel hombre, que mostraba una sonrisa risueña, pero cansada dibujada en su rostro. Bajo sus ojos se marcaban unas prominentes ojeras, era la primera vez que me fijaba en su aspecto. Sin embargo nada de eso fue lo que llamó mi atención. Tras él, apoyado sobre sus hombros la misma figura que inundaba mis pesadillas se agazapaba. A pesar de no tener rostro parecía expectante.

Volví a bajar la cabeza, incapaz de seguir contemplando aquella imagen. Entre escalofríos releí la nota:

"No te preocupes, yo también los veo"

*historia inspirada en una ilustración de  @adamtots (instagram)

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*historia inspirada en una ilustración de @adamtots (instagram)

Sueños FebrilesWhere stories live. Discover now