La curiosidad que tenía Roier por ese oso era demasiada, de alguna manera llamaba su atención aún si en realidad este era lo que menos quería.
Era lindo aún con esas gafas oscuras que siempre llevaba.
Pero cuando observó aquellos ojos violetas por p...
Oops! Ang larawang ito ay hindi sumusunod sa aming mga alituntunin sa nilalaman. Upang magpatuloy sa pag-publish, subukan itong alisin o mag-upload ng bago.
Desde hace un tiempo todo se ha estado sintiendo completamente irreal.
Todo le ha estado saliendo bien en los últimos meses, es decir, quedarse atrapado en una isla en contra de tu voluntad por el resto de tu vida no era algo bueno, pero a pesar de todo esa isla le había dado lo mejor que tenía ahora en su vida.
A Spreen.
No esperaba en absoluto que siquiera sus vagos intentos de acercarse a él después de haberse embobado con su particular color de ojos funcionaran. Si no fuera por estos, probablemente sus interacciones hubieran sido como siempre, una amistad, la cual fácilmente pudo haberse estrechado más tras compartir vivienda. Pero nada habría ido más allá de eso.
Se había obsesionado tanto con la idea de comprobar lo que sus ojos habían visto ese día que empezó a compartir su diario vivir con el osezno, seguirlo a todos lados, molestarlo de forma amistosa, incrementar su contacto físico y en general acercarse más. Era curioso, pues se suponía que había hecho todo eso con la única intención de ver aquellos orbes violetas de nuevo, pero terminó conociéndolo más, su compañía le encantaba y no tardó en notar que la suya también le agradaba al osezno. Aprendió muchas de sus mañas y de sus gestos, a conocerlo hasta que sin darse cuenta, se había enamorado de él.
Pero lo mejor de eso, es que a Spreen le había pasado lo mismo. Era mutuo.
No sabía decir si también se había enamorado, pero sabía que le gustaba, porque él lo había besado, se volvieron novios al hibernar y estuvieron juntos íntimamente.
Finalmente alguien le correspondía. Ya tenía alguien a quien ofrecerle todo el amor que albergaba y que muchos habían rechazado.
Por fin su pobre corazón podía amar y ser amado.
Después de haber estado encerrado al menos una semana más junto al osezno, ya el chisme de que eran pareja se había regado completamente, siendo más que obvio que quienes se habían encargado de eso habían sido los mexicanos del lugar.
Spreen tardó aproximadamente un mes en volver a la normalidad, el cansancio físico lo seguía golpeando y salía una que otra vez cuando este no era tan fuerte, hasta que estuvo recuperado por completo y tan solo volvió a ser él.
No obstante, el castaño temía que cuando el osezno recuperara su rutina volvería a ser distante con él, es decir, eran pareja oficial, sí, pero ¿Y sí se arrepentía y perdían todo su progreso? Pasaba las noches mordiéndose las uñas mientras pensaba en eso.
Irónico, pues mientras se mordía las uñas dormía junto a Spreen.
Ahora dormían juntos todo el tiempo, aunque cuando hacía calor el osezno dormía en la otra esquina, a diferencia de cuando hacía frío, pues se acurrucaba contra él tal y como cuando hibernó. Salió de su mente con facilidad cuando se percató de ello, admirando su bonita carita relajada.
