third

1K 144 18
                                    

El tiempo pasaba con normalidad, la noche había caído rápidamente y con ella se empezaba a sentir el frío en el ambiente, al igual que la presencia de enemigos era más continua

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El tiempo pasaba con normalidad, la noche había caído rápidamente y con ella se empezaba a sentir el frío en el ambiente, al igual que la presencia de enemigos era más continua.

Habían descendido ya lo suficiente para llegar a una zona con lava, la cual les brindaba un poco de calor. En el camino a aquel lugar Roier buscó mil y un excusas o frases idiotas para convencer el osezno de verlo sin lentes, fallando claramente todos y cada uno de sus intentos.

Desde el clásico "¡Mira, un avión!" hasta palabras un poco más persuasivas, como el "está bien oscuro, seguro no ves una verga con eso", nada funcionó, el azabache no era tan idiota y siempre buscaba una respuesta corta y sencilla a cada una de sus palabras en un intento de convencerlo.

El castaño rebuscaba dentro de su propia mente alguna forma de poder cumplir con lo que deseaba mientras minaba en un pequeño túnel que había hecho, con su acompañante a tan solo unos metros de él haciendo lo mismo. La acción de su mano era automática, pues estaba demasiado ocupado pensando —una tarea demasiado difícil para él, según Spreen— como para siquiera darse cuenta de lo que estaba picando, de no fuera por el particular brillo color cyan que se presentó frente a sus orbes mieles, el cual llamó su atención hasta que cayó en cuenta de lo que era.

— ¡Diamante! —su semblante se vió completamente alterado, ahora con una brillante sonrisa en sus labios mientras picaba el mineral con emoción, esperando a ver pronto a su amigo junto a él.

Sin embargo, cuando se volteó en espera a verlo frente a él, no había nada.

— Piola.

Fue lo único que escuchó, notando el tono incrédulo de sus palabras a la breve lejanía, por lo que sin duda alguna fue hasta su lugar, dispuesto a mostrarle su logro, aunque era uno solo.

— ¡No miento, mira! Es un diamante, el primero de la noche y lo conseguí yo. —le pasó el mineral al contrario, quien lo tomó entre sus manos sin expresión alguna, analizando este con nulo interés, mientras que el castaño posaba orgulloso.— Como soy buena persona, te lo voy a regalar a ti. Un diamante para otro diamante. —le guiñó el ojo izquierdo al oso, con una sonrisa coqueta, aunque era parcialmente en broma.

Esperaba quizás un halago, o bueno, muchos, pero en su lugar sólo tenía al de lentes viéndole en silencio con una ceja alzada.

Impresionado, ¿verdad? —fingió, con un claro tono de ego, sin percatarse de que su opuesto buscaba algo en su mochila.— Sisi, ya sé que soy un chingón, no tienes que decirm-

Repentinamente, aproximadamente una decena de diamantes le fueron lanzados al pecho, dejándolo confundido.

Buen intento. —ahora era el osezno quien tenía una sonrisa en sus labios, una llena de burla y egocentrismo, evitando reirse.— Quédatelos si querés pero anda, seguí minando, al rato nos vemos.

purple eyes | spiderbear ⭑Where stories live. Discover now