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Vivir con Spreen era algo que no había imaginado antes, había pensado que quizás serían constantes peleas o directamente su ausencia, pero con el tiempo había descubierto que no era así

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Vivir con Spreen era algo que no había imaginado antes, había pensado que quizás serían constantes peleas o directamente su ausencia, pero con el tiempo había descubierto que no era así.

Solía ser muy despreocupado y desordenado, dejaba sus cosas por todos lados apenas llegaba para poder descansar, pero después se quejaba del desorden aunque no hiciera nada al respecto, luego terminaba por tener arranques repentinos de asear todo, dónde el perfeccionismo lo gobernaba.

Quizás Roier no era la persona más ordenada del mundo, pero hacía su parte y cuándo el osezno estaba en esos ataques de limpieza prefería no entrometerse, en su lugar lo seguía por toda la casa, sentándose en sillas o sus camas mientras le hacía charla y sus clásicas bromas, las cuales calmaban el ambiente, en azabache iniciaba frustrado y poco a poco expresión se relajaba, reía e incluso en algunas ocasiones le seguía el juego a su acompañante.

Había descubierto que no sólo sus ojos eran lindos, su risa también lo era.

La risa de Spreen era realmente encantadora.

Y más cuándo él era de los pocos que lograba robarle una risa genuina.

Con el tiempo Spreen también se había acostumbrado a él, a sus bromas, a su forma de imitar voces, a sus repentinas muestras de cariño, a su carisma, su hiperactividad, a todo lo que lo componía, lo suficiente para compartírselo a alguien más.

— Ahora solo te la pasas con Roier, si me lo vas a robar avísame wey. —hablaba un alto castaño de lentes junto a él, mientras que el híbrido de araña bromeaba con un pequeño grupo de angloparlantes, enseñándole palabras de su propio idioma.

A mitad de un pequeño paseo se habían topado con ellos, entre los cuales estaba el chico de traje amarillo por lo que el castaño había decidido acercarse, prácticamente tirando de su acompañante para ir hasta allá. Como de costumbre el pelinegro se había quedando observando al no tener nada relevante que aportar además de insultos iniciales, eventualmente se había alejado un poco, saliéndose de la ronda que habían formado, aunque pronto lo siguió el chico con el que charlaba en ese momento.

— Y bueno, vos podes decirle para salir y ya está, yo no me robo a nadie. —le restó importancia buscando un burbujero en uno de sus bolsillos, tan sólo quería que el tiempo pasara rápido.

Aunque razón si tenía, pero no era su culpa, en muchas ocasiones el castaño se abstenía de pasar tiempo con otros por estar con él y aunque se quejara, siempre insistía lo suficiente para que fuera imposible negarse.

Después de todo ¿para que querría hacerlo? le gustaba su compañía.

— No sé men, se me hace bien raro, tú eres todo serio y tranquilo, en cambio él es.. bien pendejo, chillón, se la pasa diciendo mamadas todo el tiempo y nunca se cansa. —Para muchos era incomprensible la amistad que tenían esos dos, siendo tan opuestos.

purple eyes | spiderbear ⭑Where stories live. Discover now