purple eyes | spiderbear ⭑

second

Entre risas, bromas y falsos lloriqueos se habían adentrado a una mina, la cual a pesar de tener una entrada pequeña había resultado ser más extensa de lo que parecía, por ende, decidieron explorar esta.

Cerca a la entrada dejaron un par de cofres, hornos y una mesa de crafteo, guardando en los primeros el carbón, adoquín y cobre que había alrededor, además de restos de madera, mientras fundían el hierro.

Tal y cómo había prometido el castaño, ahora sí estaba ayudando, minando en las paredes cercanas en dónde encontraban minerales, aunque en ciertos momentos sólo "peleaba" con el osezno por ver quién minaba primero cada hallazgo, causando que ambos rieran, otras veces colmaba la paciencia del otro, quién sólo lo evitaba e iba a otro lugar, para que después el menor siguiera al osezno por dónde sea que fuera, dejando una que otra antorcha por allí para alumbrar el camino.

La noche había terminado de caer luego de que ambos estuvieran dentro de la mina, de lo cuál no se percataron pues ya estaban en lo profundo de esta, iluminando por cuenta propia.

Después de tanto caminar entre túneles llegaron a una zona extensa, en la cual incluso llegaba a apreciarse lava, pero también cantidad de mobs.

—Uuh, mira, Spreen, vamos a partirle su madre. —Sin siquiera dudar el arácnido tomó su espada de hierro, yendo a atacar todo lo que se movía, sin esperar al azabache.

— Pará, no es... necesario. — Hizo una pausa entre sus palabras, pronunciando esta última más bajo pues ya no tenía sentido, el castaño ya ni siquiera estaba a su lado.

Suspiró profundamente, negando con su cabeza algo divertido, pues su acompañante parecía estar rebosante de energía todo el tiempo.

A pesar de que tenía pensado pasar desapercibidos a aquellos entes a menos que se le acercasen, se unió al menor, de todas maneras tampoco venía mal hacer limpieza en la zona para que esta estuviera despejada y poder minar tranquilos.

— Yo te dije que no era necesario, pero sos alto necio.

Tan sólo unos minutos después, tras finalizar aquella pelea que había terminado extendiéndose, se encontraba el azabache recriminando y reprendiendo al de menor edad, quitándole una de tres flechas de su espalda, pues mientras él estaba luchando con un par de zombies bebés, el castaño se había visto rodeado por tres esqueletos, entre estos uno que estaba sobre una araña, haciéndolo entrar en un falso pánico con la única intención de que el oso le ayudara.

Irónico, pues era un híbrido de araña.

Después de todo, aquella pequeña escena le había resultado mal, dejándolo con tres flechas en su cuerpo.

— ¡Pero eran tres, wey! ¡y uno estaba en una araña! ¡una araña, Spreen!—Se quejó, comiendo de lo primero que encontró en su mochila para poder recuperarse después de que el mayor retirara la última flecha de su cuerpo.

En realidad el castaño sabía defenderse perfectamente solo, pero había logrado obtener un poco de la atención y el cuidado del otro híbrido, por lo tanto se había metido a propósito en ese "problema", aún si había terminado algo lastimado.

El mayor no dudó en verle con una expresión de obviedad en su rostro, alzando una ceja.

— ¿Sos o te hacés el boludo? —cuestionó, cruzándose de brazos, señalando con su mirada el dibujo de araña que estaba en el traje que llevaba bajo su suéter rojo.

— ¡Hey! si me vas a insultar al menos dímelo a los ojos. —fingió ofensa, imitando su gesto de cruzarse de brazos, girando su rostro levemente hacia un lado.

— Eso hago. —no tardó en contestar, pues no mentía, estaba viéndole a los ojos, con el único detalle de que la barrera oscura de sus lentes cubrían los propios, impidiéndole a su contrario observar sus orbes.

— ¡No es justo! Tú tienes esos lentes, ni cuenta me doy si me ves o no. —en un gesto infantil, hizo un puchero.— Ahora que lo pienso, nunca te he visto sin ellos, déjame ver.

Con curiosidad su mano se dirigió a aquellas gafas oscuras, con la intención de quitarlas, sin embargo cuando estuvo a punto de tocar estas el más alto se giró, dándole la espalda con el pico nuevamente en mano.

— Seguí soñando, anda, todavía hay que minar.

Fue lo último que escuchó, sin entender muy bien el por qué no se desprendía de aquel accesorio, si lo pensaba bien, ni él ni nadie que conociera había visto al osezno sin ese plástico de por medio.

Roier suspiró profundamente resignado, tomando de igual manera su pico y siguiéndole el paso como antes, con muchas más dudas que antes, con la diferencia de que ahora estaba determinado a acercarse más a él, por lo menos esta noche.

Spreen era un completo enigma.

Y a Roier le encantaba conseguir respuestas a toda costa.

—  ¡Spreen! Espérame pendejo.

perdón si los capítulos son cortitos, actualizo cada 15 votos pq si
gracias por el apoyo, capítulo sin revisar, perdón si se me pasan algunas minúsculas, siempre escribí así 😿
voten para que continúe rápido 😼
hasta pronto.