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Los labios de Spreen eran peligrosos para él, eran una droga, una completa adicción y gran tentación en la que él caía sin dudarlo

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Los labios de Spreen eran peligrosos para él, eran una droga, una completa adicción y gran tentación en la que él caía sin dudarlo.

Era algo que ya sabía, desde la primera vez que probó esos belfos suaves y algo resecos su mente dejó funcionar, pero cuando la segunda vez llegó, supo que iba a ser un completo adicto a los labios de su chico de ojos bonitos.

En esta ocasión sentía sus labios húmedos y más cálidos de lo normal moviéndose suavemente contra los suyos, había cerrado sus ojos para disfrutar de él, dejándose llevar por las ganas de más, de sentir el cuerpo ajeno pegado al suyo, que el calor de ambos se mezcle. El ritmo del beso aumentó poco a poco, la intensidad subía cada vez más y sus manos picaban por tocarlo.

La mano que acariciaba la mejilla ajena se deslizó suavemente por el cuello y pecho del mayor, mientras que él se inclinaba poco a poco para quedar encima suyo haciendo lo posible por no separarse del beso. Mordió con delicadeza el labio inferior ajeno, tomándolo por sorpresa, lo suficiente para poder adentrarse mejor en su boca, mientras se acomodaba con sumo cuidado entre las piernas ajenas, quitándole la cobija que cubría la mitad de su cuerpo a medida que se metía entre estas.

Después de un largo rato en el que se deleitó con la boca ajena se separó con cuidado, viendo sus labios ahora rojizos e hinchados, mientras que los orbes violáceos le observaban atentos y con sus pupilas dilatadas, expectantes a lo que haría.

— Te ves bien así. —Murmuró el castaño con una pequeña sonrisa antes de dejar un corto beso más en sus labios, el primero de un camino de besos que descendió por la línea que marcaba su mandíbula, paseándose por su mentón, luego por su manzana de adán hasta detenerse en su cuello, dejando besos húmedos en la cálida piel de este.

— Cállate. —Se pudo escuchar la voz del osezno en un suave susurro, opacado por los jadeos de su agitada respiración que empezaron a hacerse presentes por el cosquilleo que le causaban las acciones del castaño en su piel. En respuesta tan solo recibió una risita baja del contrario, que lo hizo fruncir el ceño un poco, dejando que sus manos fueran a parar a los hombros del menor, aferrándose a estos mientras él se aventuraba en su cuerpo lentamente.

Las manos del arácnido descendieron para adentrarse bajo la tela de la camisa ajena, haciendo que Spreen se estremeciera bajo su tacto, las manos de Roier estaban frías y su piel bastante caliente, por lo que el contraste hizo que se removiera debajo suyo, mientras que un cosquilleo andaba por todo su cuerpo

— a-ah... están muy frías. —Las garras del azabache se enterraron en sus hombros por reflejo, mientras que una de sus manos subía hasta su cabello, tirando de este. Sintió al menor acomodarse mejor entre sus piernas, pegándose un poco más a su cuerpo, mientras que él dejaba sus muslos a los costados del contrario.

purple eyes | spiderbear ⭑Où les histoires vivent. Découvrez maintenant