Capitulo 41:

83 5 1
                                    

Narra Roberta:
Los siguientes días con Diego fueron los mejores de mi vida. Me divertí mucho y además, él siempre estaba cuidándome, y haciéndome sentir como una princesa. Claro que también tenía una parte alocada y vivía haciándome chistes y bromas.
Durante esos días... sentí que éramos una pareja real, de esas que viven libres su amor y hacen todo lo que se les ocurre.

Pero todo lo bueno tiene una parte mala, y en este caso, la parte mala era que el tiempo se escurrió como agua entre los dedos. Es sabido que cuando uno está pasándola bien, el día parece durar menos... y así fue como llegamos a nuestro último día de vacaciones: demasiado rápido.

Con todo el dolor del mundo, yo comencé a guardar mi ropa en mi valija nuevamente, mientras esperaba a Diego que había bajado a buscar las dos bandejas con los desayunos de ambos.
Quizás había llegado el momento de decirle toda la verdad. No quería arruinar nuestro último día, así que decidí que se lo diría en el viaje de regreso.

Sentía una horrible presión en el pecho de solo pensar en que ahora debía cumplir con mi palabra y perder contacto con él. ¿Cómo pude ser tan idiota? ¿Cómo? Me arrepentía terriblemente por haber hecho este tonto trato...

Escuché la puerta abrirse a mis espaldas, y me giré. Él estaba entrando con nuestros desayunos como cada mañana, solo que esta vez, también traía un ramo de rosas.
Me mordí el labio inferior mientras dejaba lo que estaba haciendo e iba a ayudarlo con las bandejas.

Diego: Veo que ya estás empacando..
Roberta: Tenía que hacerlo en algún momento..
Diego: Dejá todo ahora, por favor, vamos a desayunar con la misma felicidad con la que desayunamos siempre..
Roberta: (sonreí) ¿Pero cómo no voy a estar feliz si estoy con vos?
Diego: ¿Sabés que me pasa lo mismo?
Roberta: ¿Desayunamos sobre la cama?
Diego: Pero claro..

Empujé todas mis cosas al piso y me senté sobre la cama. Él puso las bandejas en medio y después, agarró el ramo de rosas y lo puso en medio de ambos.
Lo miré a los ojos, sintiendo que mi corazón comenzaba a latir más fuerte. ¿El podía ser más perfecto de lo que era?

Diego: Este es nuestro último desayuno... de las vacaciones, claro.. Y por eso te quiero regalar estas rosas..
Roberta: ¿Por ser el último desayuno de las vacaciones?
Diego: Para agradecerte por este hermoso viaje. Porque sos, sin lugar a dudad, la persona más buena, generosa y amorosa que existe.
Roberta: Gracias mi amor... (agarré el ramo) Pero no estoy segura de ser todo eso..
Diego: Sos todo eso y mucho más. Sabés qué? Cuando comencé a salir con vos no estaba seguro de que esto fuera a funcionar, pero me sorprendiste. Me enamoré por completo de vos. Y no me equivoqué al elegirte, Roberta, porque sos sin lugar a dudas la mejor novia del mundo.
Roberta: Bueno.. vos en realidad haces las cosas muy fáciles para mi.. (él rió) No, en serio. Es que.. sos tan bueno, tan dulce conmigo.. Es imposible no quererte Diego..
Diego: ¿Me prometés que vas a estar ahí siempre? Por favor, necesito que te quedes en mi vida por siempre. Me acostumbré tanto a tenerte que... sin vos, siento que me falta todo.

Yo sentí que me ahogaba con el aire. Las palabras se atoraron en mi garganta y comencé a sentir unas incontrolables ganas de llorar.

¿Por qué me tenía que pasar esto a mi? Él era tan dulce, tan tierno.. Acababa de pedirme con la carita más hermosa del mundo y esa voz que me volvía loca que me quedara a su lado, y lo primero que iba a hacer yo al llegar a mi casa era alejarme.

No me sentía capaz de mentirle en la cara. Podría ser una gran mentirosa con las demás personas, pero no con él no. Simplemente con él no.
Creo que cualquier otro tampoco podría hacerlo.

Lo miré a los ojos, sintiendo que ya no podía soportar el ardor de las lágrimas y luchando por ser lo más clara posible, murmuré.

Roberta: Yo.. no puedo... no puedo prometerte eso, Diego.
Diego: ¿Qué? ¿Por qué decís eso?
Roberta: Yo.. es.. es difícil de explicar.

Agaché la cabeza. Nunca antes me había sentido tan mala persona y tan incapaz de hacer algo. ¿Cómo debía decírselo?

Sé que él también estaba nervioso, lo sabía porque comenzó a hablar rápido y eso solo lo hacía cuando los nervios lo atacaban.
Me tomó del mentón y me hizo mirarlo. A esta altura mis ojos estaban completamente húmedos, y una lágrima rebelde acababa de escaparse de uno de ellos.

Diego: Roberta.. mi amor.. no me gusta verte así, ¿qué es lo que pasa? ¿Qué es lo que te tiene tan mal?
Roberta: Yo te mentí.
Diego: ¿En qué me mentiste?
Roberta: Uno por amor.. hace cosas inpesadas, no? Por favor decime que vas a entenderme diga lo que diga..
Diego: No puedo prometerte nada. Pero soy tu novio, no? Y te amo y voy a hacer todo lo posible por comprenderte, te lo aseguro. ¿Qué fue lo que hiciste?
Roberta: Bueno.. (me sequé las lágrimas, pero fue inútil, más de ellas seguían saliendo) No creo que te hayas olvidado del rechazo que mis padres te demostraban desde que se enteraron de nuestra relación..
Diego: No, claro que no me olvidé de eso. Pero luego ellos comenzaron a tratarme mejor y hasta nos permitieron hacer este viaje.. incluso ayudaron.
Roberta: Todo tiene una explicación, mi amor.
Diego: ¿Fue gracias a que los convenciste?
Roberta: Fue gracias a que hice un trato con ellos.

Nuevamente me sentí ahogada por las lágrimas a causa de la culpa que estaba sintiendo, y me ví obligada a dejar de hablar por un momento.
Diego frunció el ceño, un poco confundido, mientras intentaba encontrarle un sentido a la palabra que yo acababa de utilizar.

"Trato". No sé qué estaba pasando por su mente en ese momento, pero yo también me hubiera sentido confundida.

Diego: No entiendo.. (dijo, por fin)
Roberta: Yo.. deseaba hacer este viaje con vos, te había prometido que te haría conocer el mar y entonces, no paré hasta conseguirlo. Me metí una noche en su cuarto y hablé con ellos.. seriamente.
Diego: Ahí es donde viene la parte del trato, supongo.
Roberta: Si... (suspiré, intentando tomar fuerzas) Les prometí que si me dejaban hacer este viaje con vos... yo... Me iría a Europa.
Diego: Pero eso ya lo sabemos, es más, solo faltan dos días para que te vayas; y está perfecto porque es tu sueño y tenés que ir detrás de él.
Roberta: No termina ahí.
Diego: ¿Qué más?
Roberta: Les dije que me iría a Europa y perdería cualquier tipo de contacto con vos.
Diego: ¿Qué? ¿Por qué hiciste eso? (exclamó, claro que ahora enojado)

Sentí algo horrible dentro mio cuando lo escuché gritarme. Todo lo lindo del momento se había esfumado, y de repente me sentía asustada y dolida.
No podía ni siquiera mirarlo a la cara...

Diego: Te hice una pregunta.. (nuevamente silencio de mi parte) Contestame Roberta!! (esta vez gritó aún más)
Roberta: No sé por qué lo hice, si? No lo sé! (esta vez grité yo) Estaba desesperada.. quería hacer este viaje por vos, quería que fuéramos felices por estas dos semanas..
Diego: ¿Vos me estás cargando? Somos felices por dos semanas y después qué? No nos vemos, ni nos hablamos, ni tenemos ningún tipo de contacto por cuánto tiempo? Eh? ¿Cuanto? Ni siquiera sabés cuánto tiempo vas a estar ahí. Pueden ser meses, como así también años.. ¿No pensaste en nuestra relación? ¿De verdad no pens...?

Se quedó callado, mirando hacia otro lado. No sé si se dió cuenta de que me estaba gritando mucho o qué, pero simplemente se detuvo.
Yo estaba llorando desconsolada, mientras intentaba juntar el valor para levantar la mirada y encontrarme con sus ojos...

Pero cualquier tipo de valor había desaparecido en el momento en que él comenzó a gritarme.
Quizás estaba en lo cierto... y lo arruiné todo.

Hubo un silencio incómodo, muy incómodo, y bastante largo. Pero luego de la nada, él se levantó y caminó hacia la puerta.
Una de las tazas de café se cayó y se volcó todo el contenido en la cama cuando él se levantó, pero no creo que le haya importado.

Me levanté de un salto, y él ya estaba tomando el picaporte.

Roberta: ¿A dónde vas? (no me contestó) Diego!!

La puerta se cerró y él desapareció del otro lado. Me llevé las manos a la cara, y me tiré al piso a llorar.
¿Por qué? Simplemente por qué?

Apoyé mi espalda en la cama y abracé mis rodillas. Él tenía razón. Jamás debí hacer algo como eso...
Ahora me sentía desesperada. No tenía idea de a dónde se había ido él... pero no me daba la cara para correr detrás suyo e impedírselo.

Continuará...

Don't Forget MeOù les histoires vivent. Découvrez maintenant