Capitulo 13:

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Narra Roberta:
Me aparté de Diego tan pronto como me sentí con las fuerzas necesarias para hacerlo. Me miró como preguntándome si ya me sentía mejor, pero no quería hablarle aún. Me levanté y me senté en mi cama, en silencio.

Diego: ¿Estás bien, Roberta?
Roberta: Si.. (dije en voz baja)
Diego: Creo que todo esto que está pasando por culpa de un mal entendido.
Roberta: Quiero estar sola, Diego.
Diego: No te voy a dejar sola, recién casi te moris Roberta..
Roberta: No me va a pasar nada, ya estoy bien.
Diego: ¿Segura?
Roberta: Si.
Diego: Cualquier cosa me avisás, por favor.
Roberta: Si Diego, ahora andate.

Me miró por última vez, dió media vuelta y se fue. Suspiré largando todo el aire que estaba aguantando.. ¿qué iba a hacer ahora?
Lo peor de todo era que sentía que le había dicho a Diego que él me gustaba inútilmente, él tenía razón, era tan estúpido de mi parte pensar que algún día pasaría algo.
Me tiré de espaldas en mi cama y miré el techo, solo quería dormir, dormir y seguir durmiendo todo el día. Mi estómago hizo un ruido raro, avisándome que tenía hambre pero lo ignoré. No quería darle la razón a Diego, no después de lo que me hizo.
¿Qué me hizo? Me rechazó. Y eso dolía más que cualquier cosa por más imposible que fuera una relación entre nosotros.

Como media hora después mi celular comenzó a vibrar, el nombre de Mia brillaba en la pantalla y me estiré para alcanzarlo.

Roberta: ¿Si?
Mia: ¿Cómo estás? No fuiste a clases y bueno, creí que a lo mejor seguías igual o peor que ayer...
Roberta: No, Javier ya no me importa.
Mia: Wow, admiro tu capacidad para superar novios.
Roberta: No tonta, obvio que me sigue doliendo, pero ahora tengo otra cosa en mi cabeza.
Mia: Quiero que me cuentes.
Roberta: Besé a Diego.
Mia: Qué??? No lo puedo creer!!
Roberta: Si, pero fue todo una boludés tremenda Mia.
Mia: Hiciste lo que sentías.
Roberta: Si, pero igual fue una boludés. Diego me cortó el rostro y me dejó bien en claro que ni siquiera tiene un mínimo interés en mi.
Mia: Bueno Roberta, pero es un tipo más grande, por eso..
Roberta: Ya sé, pero ahora me siento una idiota. Estoy enojada con Diego, conmigo, con Javier, con Paula. Argh! odio a todo el mundo..
Mia: Tranquila. No te ahogues en un vaso de agua.. sabías muy bien que Diego es más grande y además en tu casa está trabajando, estás así porque es muy reciente todavía, pero dentro de unos días te vas a olvidar..
Roberta: Si bueno, ponele que si, pero mientras tanto le tengo que seguir viendo la cara todos los días, y además de odio me da verguenza.
Mia: ¿Verguenza? Nada de eso. Fuiste valiente e hiciste lo que sentías, el que tiene que tener verguenza es él.
Roberta: ¿Por que? por cortarle el rostro a una nena de 16 años? Por Dios Mia, está perfecto lo que él hizo..
Mia: No, por eso no.. por cortarle el rostro a un bombon como vos.
Roberta: (reí) Sos una tonta.
Mia: Bueno, soy tu mejor amiga, si no te hago reír yo, quién lo va a hacer?
Roberta: Ay, tenés razón... Bueno, te cortó porque tengo que hacer otra cosa.
Mia: Bueno, más tarde me doy una vuelta por tu casa, querés?
Roberta: Si, dale.. te aviso cuándo podés venir si?
Mia: Si..

Corté el teléfono y lo revoleé hacia puff que tenía en mi habitación. En realidad no debía hacer nada más, solamente pensar.
A lo mejor tenía razón, quizás Diego solo había lastimado mi orgullo y por eso ahora dolía tanto...

Lo que en verdad me dolía ahora era el estómago. Pero de hambre. Me paré y me miró al espejo: Parecía un zombie, un horrible zombie. Recogí mi pelo en una cola alta y bajé.
Nora salió de la cocina al escuchar el ruido de mis pasos en las escaleras y me sonrió.

Nora: ¿Se siente bien señorita?
Roberta: Si.. ¿por qué?
Nora: Pregunto solamente, como hoy se encerró en su cuarto desde que llegó y no volvió a bajar..
Roberta: No es que.. me sentía un poco mal, pero ya estoy perfecta.
Nora: ¿Necesita algo?
Roberta: Si, comida.
Nora: ¿Comida? a esta hora? Son casi las cuatro de la tarde, señorita.
Roberta: Si, ahora.. no comí hoy temprano porque me sentía mal..
Nora: Si está bien, ya le preparo..

Ella fue hacia la cocina y yo la seguí. Sacó un plato y me dió un pedazo de pollo con fideos que metió en el microondas para recalentar.

Nora: Lo preparé hoy temprano, pero como no bajó a comer..
Roberta: Está bien, gracias Nora..
Nora: De nada..

Sonrió y salió de la cocina. Yo me levanté y fui a la heladera a buscar un poco de jugo. Me serví un poco en un vaso y volví a mi silla. Estaba a punto de empezar a comer, cuando sentí como si me observaran. Miré sobre mi hombre y ví a Diego parado en el marco de la puerta.

Roberta: ¿Qué?
Diego: Solo estoy ocupándome de que estés bien.
Roberta: Estoy bien gracias, podés irte..
Diego: Vamos Roberta, sabés por qué estoy acá.
Roberta: Vas a tener que creerme cuando te digo que no, no sé..
Diego: Tengo miedo de que te agarre otro ataque.
Roberta: ¿Ataque? Tranquilo Diego, nunca me agarran dos en el mismo día (mentí) Ahora podés irte.
Diego: (se sentó en frente mio) Veo que al fin das el brazo a torser y admitís que morís de hambre.
Roberta: Dejame en paz. Qué querés?
Diego: Que aprendas a admitir las cosas cuando no tenés razón.
Roberta: No es eso, lo que vos querés es que te dé a vos la razón.
Diego: Roberta no seas inmadura.
Roberta: Dejame tranquila! Ya sé que pensás eso de mi, ya me lo dejaste bien en claro.. y sabés qué? Me sacaste el hambre, si querés comé vos.

Agarré mi vaso y me fui al living. Estaba cansada de él y de su aire de superioridad. Seguía muriendo de hambre, pero ¿saben qué? No le daría la razón, por muy inmaduro que suene. El decía que yo era inmadura, bueno, ahora me empezaría a comportar como una inmadura para que él sepa lo que era exactamente ser una inmadura. Se arrepentiría de haberme llamado de esa manera.

Puse música y me puse a bailar para ignorar el hambre y para despejar mi mente. Nada mejor que bailar para ser feliz. Eso era lo que más me gustaba, y lo hacía durante todos mis tiempos libres.
De pronto la música se apagó. Dí un giro y terminé quieta con todos los pelos en la cara, giré la cabeza y ví a Diego parado al lado del equipo de música.

Diego: No te voy a permitir que sigas actuando así.
Roberta: ¿No me vas a permitir? Vos no podés decirme qué hacer y qué no.
Diego: No me interesa. Soy el responsable sobre vos ahora.
Roberta: Desgraciadamente, si.
Diego: Y por eso mismo ahora vas a comer, porque te lo digo yo.
Roberta: Justamente por eso no quiero hacerlo.
Diego: Te estás dañando a vos misma por intentar dañarme a mi, Roberta...

Lo miré a los ojos intentando no dejar en evidencia que sabía perfectamente que lo que él decía era completamente verdad.

Roberta: No estoy buscando dañarte..
Diego: Entonces por qué haces esto?
Roberta: Porque.. porque quiero.
Diego: Roberta por favor..
Roberta: Dejame en paz, Diego.
Diego: ¿Por qué te molesta tanto mi presencia?
Roberta: Porque detesto con toda mi alma que tengas razón en todo lo que decís.. porque me.. hiciste sentir una tonta, y me lo seguís haciendo...
Diego: Roberta yo no estoy buscando molestarte, no quiero que estés mal..
Roberta: Pero lo hacés, y lo seguís haciendo al estar acá.
Diego: Te prometo que me voy y no te molesto más, pero quiero que comas..
Roberta: ¿Te vas?
Diego: No estoy diciendo que me voy a ir de la casa, solo que te voy a dejar sola para que puedas.. calmarte.
Roberta: No gracias.

El orgullo no me dejaba aceptar lo que decia Diego. Cualquier cosa que saliera de su boca parecía que me hacía sentir más estúpida, y no quería seguir escuchándolo.

Caminé hacia las escaleras para volver a mi cuarto, pero de pronto me sentí mareada y me quedé quieta dónde estaba. Instintivamente me agarré del borde de la escalera para mantenerme en pie, pero todo daba vueltas y vueltas.
Pocos segundos después dos manos me tomaron de la cintura y yo me sentía tan mareada que ni siquiera pude poner resistencia. Mis piernas se aflojaron y me caí.
Todo se puso negro por unos segundos.. todo lo que podía escuchar era la voz de Diego hablándome e intentando despertarme pero la sentía cada vez más lejana.. sus manos me rodeaban y no estaba en el piso sinó sobre sus piernas, pero empezaba a dejar de sentirlo...

Cuando abrí los ojos estaba en una habitación completamente blanca: Un hospital.
Miré a mi lado, y había una bolsa de suero, la pequeña manguera iba desde arriba hasta una aguja que tenía clavada en mi muñera.
Recién estaba ordenando mi cabeza cuando la puerta se abrió y entró Diego con cara de preocupación.

Roberta: ¿Qué pasó?
Diego: ¿Estás contenta ahora, Roberta?
Roberta: Pará un poco, no entiendo nada...
Diego: No comiste ni tomaste nada, estabas desidratada y con el estómago vacío, te demayaste.. y todo por un capricho.

Parecía enojado.. como si yo acabara de desilucionarlo.

Continuará...

Don't Forget MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora